lunes, 28 de diciembre de 2009

HISTORIA DE LA FRANCMASONERIA Y SU INFLUENCIA EN EL PENSAMIENTO OCCIDENTAL (II PARTE)


Las nuevas ideas, tanto científicas como filosóficas necesitaban ahora ser divulgadas entre la masa, hacía falta una verdadera educación social, para que la reforma fuera real, para que el mundo comenzara a creer en las nuevas ideas científicas y filosóficas. La Ilustración tuvo ese papel, pero nada se hubiera logrado si los sabios ilustrados no hubieran encontrado un lugar donde compartir sus conocimientos y organizar la reforma social, la Logia ofrecía esa posibilidad. Una Hermandad Universal, surgida de Inglaterra y ramificada por toda Europa y América, era, sin lugar a dudas, el lugar más adecuado para la renovación y reconstrucción del mundo, de un nuevo orden social, que superase el feudalismo medieval y el pensamiento escolástico que impregnaba todos los estratos de la sociedad del llamado Antiguo Régimen. Sin embargo, pronto concurrieron a las Logias todo tipo de pensadores, y en el continente, donde la Francmasonería experimentó las más profundas transformaciones, vemos enfrentarse diversas tendencias: por un lado una francmasonería tradicional, católica y jacobita, representada por los grados de la Masonería Capitular Escocesa o de San Andrés y la Orden de la Estricta Observancia; a partir de los años 70, una Masonería revolucionaria y progresista, que en Alemania actuaba a través de la Orden de los Iluminati o Iluminados de Baviera, y una Masonería Esotérica, en la que circulaban ideas herméticas y alquímicas, como la Masonería Científica vienesa de la Logia la Verdadera Concordia o la Masonería del Rito Egipcio del Conde de Cagliostro.

Pero remontémonos al origen. La Francmasonería anterior al año 1717 tiene poca importancia a los efectos que hemos expuesto, a saber, la difusión de las ideas de la Ilustración en Europa, salvo el curioso dato del paso de una Masonería operativa a otra filosófica o especulativa, que ya tuvo lugar en el siglo XVII. Sin embargo, el impresionante despliegue de logias por toda Europa y América, comienza a partir del año 1717. En este año, cuatro Logias londinenses, la Logia de San Pablo nº 1, en la Posada del Ganso, la Logia de la Posada de la Corona nº 2, la Logia de la Posada del Manzano nº 3 y la Logia de la Posada del Romano nº 4, se agrupan para formar la primera Gran Logia, con un Gran Maestro, Jorge Payne, y unos años más tarde, en 1723, se otorgan una Constitución, las famosas Constituciones de Anderson. Se trataba de la primera federación de logias, que crecerá sorprendentemente en pocos años no solo en Inglaterra y Escocia, sino por toda Europa.

Las Logias que recibieron patente de la Gran Logia de Inglaterra, ofrecían la iniciación en los tres grados llamados de San Juan: aprendiz, compañero y maestro. Así fue hasta finales de los años 30 y principios de los 40. Francia, en el año 1737, el Caballero Ramsay da su famoso discurso, en el que justifica la introducción de nuevos grados, los grados de la Francmasonería Capitular de San Andrés, inspirados en la Orden de los Templarios. Ramsay era partidario de la causa de los Estuardo, que habían perdido el trono de Inglaterra y Escocia a principios del siglo XVIII. Los Estuardo eran católicos, y recibieron el apoyo de Roma para su causa. En parte del discurso de Ramsay se habla de la causa de los Estuardo, una causa que es apoyada por la Iglesia católica, frente a la Inglaterra de los Hannover:
“Desde la época de las guerras santas en Palestina, muchos príncipes, señores y ciudadanos se unieron, hicieron voto de restablecer los templos de los cristianos en Tierra santa y, por medio de un juramento, se comprometieron a emplear sus talentos y sus bienes para devolver la arquitectura a su constitución primitiva. Adaptaron de común acuerdo varios antiguos signos, palabras simbólicas tomadas del fondo de la religión, para diferenciarse de los infieles y reconocerse con respecto a los Sarracenos. Estos signos y estas palabras sólo se comunicaban a los que prometían solemnemente, incluso con frecuencia a los pies del altar, no revelarlos nunca. Esta promesa sagrada ya no era entonces un juramento execrable, como se cuenta, sino un vínculo respetable para unir a los hombres de todas las naciones en una misma confraternidad. Tiempo después, nuestra Orden se unió íntimamente con los caballeros de San Juan de Jerusalén. Desde entonces nuestras logias llevaron el nombre de las logias de San Juan en todos los países… Los reyes, los príncipes y los señores, regresando de Palestina a sus países, establecieron diferentes logias. Desde la época de las últimas cruzadas ya se observa la fundación de muchas de ellas en Alemania, Italia, España, Francia y de allí en Escocia, a causa de la íntima alianza que hubo entonces entre estas dos naciones. Jacobo Lord Estuardo de Escocia fue Gran Maestro de una logia que se estableció en Kilwinning en el oeste de Escocia en el año 1286, poco tiempo después de la muerte de Alejandro III rey de Escocia, y un año antes de que Jean Baliol subiera al trono. Este señor escocés inició en su logia a los condes de Gloucester y de Ulster, señores inglés e irlandés.”
El partido de los Estuardo se llamará Jacobita. Ramsay era un jacobita militante, y con su discurso intentó dar un giro a la Francmasonería de San Juan, justificando la introducción de nuevos grados en la Orden. Por otra parte, en el año 1738 el Papa de Roma lanza una bula de excomunión contra todos los francmasones, que llevaba por título “In eminenti apostolatus specula”. Esta bula no afectó en muchos países, donde se cuestionaba el poder papal. Sin embargo, muchos caballeros de la Orden de San Juan de Malta fueron expulsados por pertenecer a la Francmasonería. Estos encontraron refugio en la nueva Masonería Capitular Escocesa o de San Andrés, creada en estos tiempos, que contenía los siguientes nueve grados: aprendiz, compañero, maestro, maestro perfecto o arquitecto irlandés, maestro elegido, aprendiz-compañero, maestro escocés y caballero de Oriente. A estos grados y sus ritos se les denominó la Orden de la Estricta Observancia. Esto tuvo lugar primero en Francia y luego en Alemania. Donde, en el año 1737, el Príncipe Federico, futuro Rey de Prusia con el nombre Federico II el Grande, era iniciado en la Francmasonería.

Pero el siglo XVIII está plagado de personajes enigmáticos, muchos de ellos místicos y espirituales de la época, que encontraron una gran acogida en las Logias. En estas asociaciones o clubes, se encontraban príncipes, señores feudales, con burgueses, comerciantes, filósofos de los que muchos señores feudales eran mecenas, artistas, músicos en su mayoría considerados sirvientes de los señores feudales, con la particularidad que los órdenes sociales se había invertido, una nueva aristocracia que no era de sangre se erigía por un rato en la gobernadora de la Logia, donde el orden social podía verse perfectamente subvertido, un juego en el que se daba un cambio de roles por un rato. Este pasatiempo al que se apuntaban algunos de los aburridos aristócratas, cansados de los rigores de la Corte, costó muy caro a la aristocracia de sangre del Antiguo Régimen.

Algunos de estos personajes fueron, por ejemplo: Joachim Martínez Pasqually o simplemente Martínez de Pasqually, mago y teósofo francés, que en su “El Tratado de la Reintegración de los Seres a sus originales virtudes, poderes y cualidades”, propone la necesidad de reintegración del ser humano caído. Además, fundo en 1754 el Rito místico de los Elús Cohen o Sacerdotes Elegidos del Universo. Orden a la que pertenecieron, otros dos importantes personajes, muy vinculados con la Estricta Observancia: Jean Baptiste Willermoz y Louis Claude de Saint-Martin, este último, padre de la Orden de los Martinistas.

En el año 1776, Adam Weishaupt funda la Orden de los Iluminados de Baviera, en Ingolstadt, bastión bávaro de los Jesuitas, junto con el Barón Adolf von Knigge. En el programa de reforma social de los Iluminati se encuentra la abolición de la monarquía, así como la abolición de la Iglesia. Esta Orden se opone frontalmente a la Orden de la Estricta Observancia, católica y templaria. Esta Masonería progresista y revolucionaria inspirará a los Clubs Jacobinos, los Clubs revolucionarios que dirigieron la Revolución Francesa de 1789, y que se agruparon de manera muy similar a la Francmasonería. Tenemos pues una Francmasonería revolucionaria y jacobina, que aterrorizará a muchas casas reinantes, como la Austríaca, que en el año 1795 prohibirá en todo el Imperio las sociedades secretas.

Todas estas órdenes nacen en el seno de la Francmasonería, son francmasones los que las fundan y quienes las integran, crean sus propias Logias, que finalmente acaban integrándose en la Gran Logia de Francia, o en el Gran Oriente francés. Por cierto, que la polémica entre los grados de la Masonería Escocesa, provocó la formación de un Soberano Consejo de Emperadores de Oriente, que se erigió en el gobernante de la Gran Logia de Francia, lo que terminó por crear una escisión en el seno de la Francmasonería francesa, por lo que se crearon dos Grandes Logias en Francia. Finalmente, se impuso una de ellas, y la mayoría de las Logias de la otra se sometieron a la Gran Logia de Francia, que pasó a denominarse el Gran Oriente.

Por último, tenemos una tendencia, más próxima a los progresistas Iluminati que a la Estricta Observancia, que se preguntará por el secreto de la Francmasonería, que en aquella época de intrigas parecía haberse desdibujado, dado que muchas eran las razones que estimulaban a los francmasones a formar parte de las Logias, pero no muchos comprendían los misterios y secretos que se ocultaban bajo los símbolos tan característicos de la Obra.

En el año 1731, el abate Jean Terrasson publica en Francia, la novela “Sethos, histoire, ou Vie tirée des monumens, anecdotes de l'ancienne Égypte, traduite d'un manuscrit grec.” En esta obra se habla de una orden de sacerdotes egipcios, bajo la tutela de la diosa Isis, que estaba en posesión de una ciencia secreta, y que tenían una “Academia de Menfis”, creada por el Rey Menes, el mítico fundador del Reino de Egipto, esta Academia estaba formada por una Escuela de Medicina fundada por Asclepio, y una Escuela de Filosofía Natural fundada por Mercurio (Hermes Trismegisto). Terrasson era un adepto de las doctrinas paracelsistas, que no olvidemos, estuvieron muy en boga en los siglos XVI y XVII, y que igualmente inspiraron al movimiento Rosacruz.

A finales del siglo XVIII, vemos aparecer al controvertido personaje que se hacía llamar: Conde Alejandro de Cagliostro. Nuestro personaje fue el gran difusor del llamado Rito Egipcio. En al año 1780 lo encontramos en Estrasburgo, bajo la protección del Príncipe-cardenal de Rohan, Gran Limosnero de la Corte de Versalles, que le abrirá las puertas de París. Cagliostro advierte que su llegada a París está condicionada a la sumisión de los Filaletes, importante Logia parisina vinculada a la Orden de la Estricta Observancia y a la destrucción de su importante Biblioteca. Su intención es substituir el Rito de la Estricta Observancia, el rito templario religioso y tradicional por excelencia, por el nuevo Rito Egipcio, mucho más científico. En Estrasburgo construye en los jardines de una familia aristocrática fiel al Cardenal de Rohan, un pequeño edificio, inspirado en las leyendas rosacruces y alquímicas del siglo XVII, para llevar a cabo el proceso de “transfiguración” o metamorfosis, que tenía por objeto otorgar la inmortalidad.

En Viena, durante los años ochenta, había un clima de cierta tolerancia para los Francmasones, lo que permitió un despliegue bastante amplio de la Orden, que inicialmente dependía de la Gran Logia de Alemanía, con sede en Berlín, y donde se practicaban, básicamente, los tres grados de San Juan. Sin embargo, en esta época comienzan a difundirse las revolucionarias doctrinas antimonárquicas y anticlericales de la Orden de los Iluminados de Baviera.

La Logia vienesa La Verdadera Concordia, estaba presidida por Ignaz von Born, un francmasón progresista, cabeza de los Iluminati en Viena, que además estaba muy interesado en los antiguos Misterios egipcios. La personalidad de von Born es muy interesante, estudioso de la metalurgia y la mineralogía, fue el restaurador del Museo Imperial de Historia Natural en Viena. Se atribuye a von Born la utilización de la amalgama con mercurio para la extracción de metales, técnica que explica en una obra publicada en 1786. Conocedor de los minerales y los metales, seguramente tuvo conocimientos de alquimia, pues en aquella época la química moderna todavía no se había establecido como ciencia empírica. En el año 1784 Ignaz von Born publica en el Journal für Freimaurer el artículo “Los Misterios de los egipcios”, alentando la idea de un secreto arcano guardado por la orden sacerdotal de los egipcios, de la cual es heredera la Francmasonería.

Un año más tarde, en 1785, un hermano de la Logia La Verdadera Concordia, Anton Kreil, leyó una plancha titulada: “Sobre la ciencia de los Masones”, también publicada en el Journal für Freimaurer. Kreil se preguntaba sobre la existencia de una Masonería científica, frente a la Masonería religiosa. Planteaba la existencia de un “secreto” escondido entre los símbolos o “jeroglíficos” de los tres grados de San Juan, un secreto que se habría conservado a lo largo de los siglos, y que tendría su origen en los cultos egipcios, de lo que él denomina la orden de sacerdotes egipcios.

Estas especulaciones alquímicas de la Francmasonería científica, respecto a Egipto y sus iniciaciones bajo las pirámides y en cuevas, venían a ser una recreación de la concepción de la Naturaleza de la mentalidad clasicista e ilustrada, que luego inspiraría a los filósofos idealistas de la Naturphilosophie o a los artistas románticos del Sturm und Drang, tras la ruptura con las reglas y cánones excesivamente racionalistas del último clasicismo. La realidad es que la Ilustración hacía suya la idea monista de Spinoza: “Deus sive Natura”, la Naturaleza es una misma y única sustancia divina e infinita. Muchos Ilustrados adoptan esta idea panteísta de la Naturaleza como una Dea Panthea. Isis será la única divinidad, la propia Naturaleza. Para Goethe es una diosa dormida, que nos contiene y en cuyo seno vivimos, sin desvelar su secreto. Diosa polimastia y velada, dadora de bienes, Madre universal. Esta doctrina espinozista entra en clara contradicción con la idea del Dios Intelecto de los Escolásticos medievales, que todavía predicaba la Iglesia.

La Verdadera Concordia, con su venerable Ignaz von Born al frente, realizó un nuevo intento de descubrir el secreto conservado en la Francmasonería, y que la Orden había rescatado de la noche de los tiempos, en particular del antiguo Egipto. Esta línea inspiró a muchos artistas, filósofos y románticas, como fueron Mozart y Schikaneder, autores de la ópera “La flauta mágica”, a Goethe y su teoría sobre la Naturaleza, a algunos idealistas alemanes, que pasaron por la Universidad de Jena, donde se encontraba Karl Leonhard Reinhold, profesor de filosofía y antiguo miembro de la Logia la Verdadera Concordia de Viena, compañero de von Born.


Juan Almirall


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