La dialéctica es el método filosófico por excelencia. Consiste en observar el flujo de los fenómenos, aparentemente contrapuestos, para poder intuir aquello que no se manifiesta, pero que está detrás de este flujo de fenómenos contrapuestos. Platón la consideró la ciencia de las ciencias, por encima de las matemáticas, la dialéctica platónica permitía sondear las ideas arquetípicas, para ello lo que contraponía eran términos o conceptos. La práctica de la dialéctica platónica surgía del diálogo entre dos filósofos, que iban contraponiendo conceptos, con la intención de que, a través de las distintas hipótesis posibles, se produjera una especie de iluminación - tal como testimonia Platón en su carta VII. Así en el diálogo Parménides, Platón nos muestra al maestro de Elea ejercitándose en la dialéctica. Parménides sondea la proposición "si el uno es", que contiene dos términos: "uno" y "ser", lo que está proponiendo es si el "uno" es "ser". Si el ser se descompone en partes, habrá un "todo" y unas "partes", pues veamos que sucede si el uno tiene partes o es un todo, si tiene partes será una multiplicidad o no, si es una multiplicidad será número o no, o tendrá figura o no la tendra, etc. Así va examinando las consecuencias de la afirmación "el uno es", pero también tiene que analizar "si el uno no es", procediendo de la misma manera. En definitiva, la dialéctica consistía en una "división" - diairética - de un concepto, pero de la que se esperaba que produjera una "iluminación". Platón se niega a escribir nada sobre las verdades últimas que va descubriendo por este método, de manera que a nosotros solo nos ha llegado la "cáscara" del método, el método vacío de iluminación.
Sin embargo, tras la muerte de Platón, sus herederos, Espeusipo y Jenócrates, continuaron utilizando la dialéctica como método científico y escribiendo sobre los resultados de la misma, como si de una ciencia empírica se tratase. Lo que motivo la crítica de Aristóteles que denunció la incapacidad de la dialéctica como ciencia de lo real. Para Aristóteles solo una demostración que contara con tres términos podía ser verdaderamente demostrativa y ganarse la consideración de "método científico". Estableció que el silogismos apodíctico era el único capaz de ser considerado científico. Para Aristóteles las formas o ideas no son entes abstractos sino la esencia de las cosas reales, por lo que no tiene ninguna necesidad de buscarlos fuera de la contemplación de la naturaleza. Sin embargo, los filósofos platónicos y neoplatónicos volvieron a utilizar la dialéctica pero, fundamentalmente, en la investigación teológica de Dios y sus atributos divinos. Así la dialéctica pasa a la Edad Media como una ciencia destinada a explorar la esencia divina. Siempre la dialéctica ha estado relacionada con lo trascendente, pues solo la demostración es útil para hacer ciencia empírica, tal como afirmaba Aristóteles.
En el pensamiento moderno es Hegel quien recupera el viejo arte de la exploración de las esencias trascendentes, en su fenomenología del espíritu, nos muestra el juego de los dos términos opuestos: tesis-antítesis, que hacen surgir un nuevo término, la síntesis de ambos. La tradición hegeliana recuperó la dialéctica y la aplicó a diferentes ámbitos, así Marx utiliza la dialéctica para deducir los derroteros del movimiento social, que tenía que devenir en un socialismo dialéctico.
En Oriente también las escuelas budistas utilizaron una especie de dialéctica para intentar sondear la vía media, los monjes budistas dialécticos confrontaban argumentos opuestos sobre una cuestión que no tenía una respuesta racional, partiendo de la incapacidad del intelecto para sondear la vacuidad y la vía media, hasta que, por el juego racional de las oposiciones llegaban a intuir - iluminar - la vía media, subyacente a la cuestión sin solución racional. Por ejemplo, dos filósofos debatían sobre el cómo es posible que un espacio infinito contenga otro finito, pregunta que no tiene una respuesta posible, si no es especulativa, sin embargo, a partir de la argumentación y la confrontación de argumentos, se desvelaba la enseñanza secreta, como intuida, que se oculta tras la limitación de la mente humana.
La psicología analítica también presenta hoy una cierta dialéctica sobre el contenido imposible de los sueños. El analista entabla un diálogo sobre los sueños con el paciente, que poco a poco va obteniendo intuitivamente la comprensión oculta, el sentido del sueño. Se trata desde luego de una búsqueda de sentidos, pero intuidos, no lógicos, pese a que utiliza el diálogo lógico como base, el analista va comentando su interpretación, pero el paciente no se mantiene pasivo ni considera la interpretación del analista como la verdad sobre su sueño, sino que del diálogo sobre aquello trans-lógico llega en un momento dado al sentido, como una iluminación. En el fondo, sigue siendo una forma de sondear arquetipos, ya no intelectuales, sino subconscientes, pero la dialéctica sigue siendo útil cuando hay algo más allá de la lógica racional cuyo sentido hay que desvelar. Y siempre el sentido llega como una iluminación...
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