domingo, 20 de noviembre de 2011

LA LENGUA SAGRADA DEL CRISTIANISMO, por Juan Almirall

Todas las religiones tienen una lengua sagrada: el Judaísmo tiene el hebreo, el Islam el árabe, el Hinduísmo el sánscrito... Una lengua sagrada es una lengua divina, por medio de la cual Dios habla a los hombres, y todas estas religiones tienen sus libros sagrados escritos en esa misma lengua sagrada. La pregunta pues que corresponde hacernos como cristianos, es ¿cuál es nuestra lengua sagrada, con qué lengua habló Dios a los hombres y les dio su mensaje? Ni el latín, ni el hebreo o el arameo son las lenguas del Cristianismo, sino el griego!!! La revelación cristiana se denomina Evangelio (Eu-angelios, palabra griega que significa el buen mensaje), y da testimonio del Logos (la Palabra, en griego) de Dios Padre, y del espíritu del Cristo (Jristos, que significa el ungido o el rey). Mucho se ha especulado sobre la lengua original de Jesús, si el hebreo o el arameo, pero lo cierto es que fue llamado Cristo, es decir, llevaba un título griego y no hebreo. Pues el Cristianismo nace con una vocación universal, el Evangelio no es para unos pocos, no es para un pueblo escogido, sino para toda la humanidad, que en el Imperio oriental hablaba el griego.
Kaì hê alêtheia eleutherôsei hymâs (y la verdad os hará libres, Jn. 8, 32). ¿Libres de qué o de quién? Jesucristo dijo estas palabras en el Templo de Jerusalén a los judíos que allí se reunían para escuchar la Ley y los Profetas, y asistir a las ceremonias sacerdotales que se celebraban. Este mensaje resonó por todo el mundo, y fue recogido en griego por las divinas escrituras. Ciertamente, el griego era la lengua oriental del Imperio Romano, donde se encontraba Palestina, sin embargo, en el Evangelio de Juan hay una intención que va más allá del uso de una lengua popular: se utiliza la lengua de los filósofos.
Juan comienza su Evangelio con estas palabras: "En arjê ên ho lógos", en el "principio" (arjê) estaba el lógos (la palabra-razón). Ambas palabras son de una gran trascendencia en el vocabulario filosófico: el arjê es una constante en toda la Filosofía, de hecho la Filosofía nace como una respuesta a la pregunta por el arjê. Tales de Mileto pensó que el principio era el agua, otros filósofos pensaron que fueron otras cosas: el aire, el aperion (lo indeterminado), etc. Y el primer filósofo que da un salto hacia la racionalidad del mundo es Heráclito, cuando concibe en el origen al lógos. El lógos de Heráclito, una especie de orden sustancial del mundo, será el principio rector de todas las cosas para la Escuela de los Estoicos. El estoicismo influyó enormemente en la escuela de rabinos o maestros judíos por excelencia: los fariseos. Y en época de Juan el Evangelista, vemos surgir una corriente ecléctica de pensamiento, que conjuga conceptos platónicos, aristotélicos y estoicos. Filón de Alejandría será un gran filósofo y teólogo judío, que se adhiere a este pensamiento ecléctico.
Los distintos textos que conforman la revelación cristiana, el Evangelio, se escribieron en griego, a partir de unos treinta años aproximadamente, tras la muerte de Jesús. Se trata de una revelación cargada de gnosis (conocimiento), que aspira a mostrar la verdad, a amar la Sabiduría, sophia, divina, es una revelación filo Sophia, que muestra un Dios transcendente, por medio del lógos (la palabra, pero también la razón). "La Verdad, revelada por la gnosis del Espíritu de la Sabiduría os hará libres de la esclavitud del pecado de la ignorancia, la ignorancia de la Sabiduría Divina", así podríamos traducir la expresión de Jn 8,32.
Las circunstancias de la historia llevaron al Cristianismo a convertirse, además, en la religión oficial del Imperio, cuya capital ya no se encontraba en Roma, sino en Constantinopla. Son los emperadores de Constantinopla los que dan al Cristianismo el rango de religión oficial del Imperio. Y en Constantinopla no se hablaba latín, sino griego. El Emperador será el cabeza de la Iglesia y del Imperio Cristiano. Y la Iglesia estará organizada en obispados, dependientes de una metrópolis (o capital), gobernada por un obispo metropolitano o patriarca. En el siglo V la Iglesia tendrá cinco grandes Patriarcas: el más importante el Patriarca de Constantinopla, que hablaba griego, el Papa romano, el Patriarca de Jerusalén, que también hablaba griego y los dos Patriarcas de las metrópolis helenísticas más importantes: Alejandría y Antioquía, griegos también.
Pero como decimos, los avatares de la historia hicieron que los patriarcados fueran absorbidos por los Imperios Árabe y Otomano, de manera que el poder de los cuatro Patriarcas fue desapareciendo, al mismo tiempo que el poder del Patriarcado Romano resurgía en el nuevo Imperio Carolingio.
A continuación, se muestra un vídeo del discurso en griego del actual Patriarca Ecuménico de Constantinopla, S.S. Bartolomé I, en su sede patriarcal de Estambul, donde todavía conserva el griego como lengua litúrgica y explicando al actual Papa de Roma, S.S. Benedicto XVI, la importancia de la liturgia ortodoxa (que es en griego y cantada!!).


"EL NACIMIENTO DE LA TEOLOGÍA: LA REVOLUCIÓN DE PLATÓN" JUAN ALMIRALL

¿Qué es la Teología? El primero que utiliza esta palabra es Aristóteles, el discípulo de Platón, y la utiliza para llamar a una nueva ciencia, la ciencia del "Ser en cuanto es". Se trata, por tanto, de una ciencia, es decir, un discurso racional, y su objeto es el Ser, un nuevo dios no incluido en la lista de los dioses olímpicos griegos, un dios filosófico. La palabra Teología está formada por la palabra griega "theos" (dios) y "logia" (discurso), es por tanto un discurso racional sobre dios, una ciencia sobre dios. Pues bien, esta ciencia fue inventada por Aristóteles. Sin embargo, fue Platón quien puso las bases para la misma.
La obra de Platón, compuesta por diversos diálogos y cartas, recoge muchas de las ideas que relevantes filósofos anteriores habían desarrollado en sus obras escritas y enseñanzas. Vemos rastros de Anaxágoras, con su teoría del Intelecto demiurgo, de Parménides con su teoría del Ser, el todo fluye de Heráclito, la concepción del alma de los pitagóricos, y sobre todo, la dialéctica moral de su querido maestro Sócrates.
Platón vivió a caballo entre el siglo V y IV, y asistió a la decadencia del Imperio Ateniense, tras las Guerras del Peloponeso. En Atenas se había producido una importante revolución cultural, que mostraba el optimismo de una comunidad poderosa y floreciente, pero en tiempos de Platón, esto ya no es así. La comunidad ateniense se refugia en sus tradiciones más ancestrales, que denotan la ruina moral y material de la Atenas imperial. Estos acontecimientos pudieron llevar a Platón a un cambio de rumbo, de la ética individualista que proponía su maestro Sócrates, a una metafísica teológica, que critica duramente los mitos tradicionales, donde los dioses aparecen movidos por su egoísmo y sus pasiones, y revisa todos los principios religiosos. De esta revisión saldrán los dioses celestes, la religión astral, donde se divinizan a los planetas y se pone al Sol en el centro de todos ellos. La realidad da un salto a la trascendencia, y las Ideas se colocan en el origen de toda realidad, el Ser se despliega en un gran número de Ideas, que son los referentes espirituales de todo lo que fluye en el mundo sensible. En el Banquete Platón nos explica que el verdadero ascenso del alma se produce cuando ella accede a los Inteligibles, impulsada por el Eros, una pasión demoníaca, el alma asciende de las cosas visibles hasta las invisibles, y en la cima del éxtasis contempla las Ideas, la Belleza en sí.
La religión astral, de los dioses celestes, perfectos y luminosos, será el fundamento de la revolución teológica que se inicia con Platón, y que terminará con la Teología cosmológica del Cristianismo. Los mitos homéricos, donde los dioses luchan entre ellos y actúan movidos por bajas pasiones, cederán paso a una nueva religión intelectualizada, donde los Astros se encontrarán en el centro de la actividad religiosa, unos dioses que se mueven siempre de forma ordenada y pura, describiendo el movimiento más perfecto, el movimiento circular. La intelectualización de la religión se dejará notar más tarde en el Cristianismo, la religión de un solo dios, el Ser, el Intelecto Paterno, y su hijo el Logos. Más tarde los dioses celestes se transformarán en las distintas jerarquías de la Mente Angélica.

Juan Almirall

domingo, 30 de octubre de 2011

NIETZSCHE CONTRA EL DEMONIO DE SÓCRATES, por Juan Almirall


"Una clave para descifrar la esencia de Sócrates la encontramos en aquel fenómeno extraño que, bajo el nombre de Demonio de Sócrates, nos permite ver más claramente en el fondo de la naturaleza de este hombre. En estas circunstancias, cuando la extraordinaria lucidez de su inteligencia parecía abandonarle, una voz divina se dejaba oír dentro de él y le daba nuevos ánimos. Cuando esta voz le habla, siempre le disuade. La sabiduría instintiva en esta naturaleza completamente anormal no interviene nunca más que para entorpecer, para combatir al entendimiento consciente." Nietzsche, El origen de la tragedia.

Una extraña criatura poseía el alma de Sócrates. Él mismo habló de ello, y muchos autores escribieron después sobre el tema, preguntándose qué podía ser esa criatura: el daimon de Sócrates. En el alma del sofista anidó una fuerza que transformó el rumbo de la historia de Occidente. Una fuerza que se abrió camino entre las dos tendencias del espíritu griego: Apolo, el principium individuationis, y Dioniso, la potencia instintiva, origen, según Nietzsche, de la creatividad, del genio kantiano, con la que el polifacético escritor se identificaba.

Sin duda la historia de nuestra cultura no es otra cosa que la progresiva implantación del demonio de Sócrates, desde las civilizaciones pre-socráticas, hasta la modernidad, donde se implanta el espíritu socrático y ejerce su tiranía, teñido de importantes rasgos apolíneos. La moderna ciencia es el triunfo del demonio de Sócrates sobre toda forma de menadismo y genialidad. La Ilustración es puro socratismo, sus luces, las Luces de la Razón ilustrada, son las luces del demonio de Sócrates. Unas luces que disuaden toda forma instintiva e irracional de manifestación de lo humano.

Pero hoy el socratismo se apaga ante la ponderada manifestación de un nuevo espíritu, de una nueva fuerza: el demonio de Nietzsche. El gran genio alemán no se dio cuenta que hasta él mismo estaba profundamente tocado por el demonio de Sócrates, contra el que se revelaba. Su respuesta fue la invocación del demonio de Dioniso, pero Dioniso ya llevaba muchos siglos muerto y enterrado. Y como toda invocación es escuchada en el mundo de los espíritus, conjuró, sin saberlo, otra fuerza demoníaca: Ahriman. Una criatura que anida en la facultad imaginativa de la psique humana y transforma sus fantasías y figuras mentales. Es un genio romántico capaz de acabar con Dios, el Padre, el Gran Intelecto, el principio último de toda dialéctica socrática.

Nuestra cultura experimentó un giro. El demonio de Nietzsche puso fin a la historia de su gran enemigo: el espíritu socrático. La historia de la humanidad es la historia de las fuerzas antagónicas que anidan en el alma de los seres humanos, de los grandes espíritus que determinan el carácter de las civilizaciones. Hoy Ahriman, el asesino de Dios, transita la imaginación de muchos seres humanos, y transforma nuestra cultura. Nada tiene que ver con Dioniso, la fuerza instintiva y creadora del genio humano primitivo. Hoy ya no hay almas geniales, todo se pierde en un sordo murmullo de infinitas voces. Hoy es Ahriman quien se expresa desde lo profundo del alma humana, Ahriman que ha devorado a Sócrates.

Bruno, Spinoza y todos los románticos, conjuraron al espíritu de Ahriman, y Nietzsche se erigió en su profeta. Su evangelio, el evangelio para el alma individual que niega la dialéctica y ensalza el instinto, lo puso en boca de Zaratustra, el profeta de la Luz. Pero Ahriman destruye a los suyos, y volvió loco a su profeta, y como una mancha de aceite se extendió por las conciencias. Como nadie cree en él, nadie advierte su presencia. Ahriman dirige la historia de la humanidad en el siglo XXI. Su sello es el instinto que oprime a la razón profunda, y aísla al individuo en la superficie.

Y en medio del caos, comenzó a surgir la luz de una estrella danzarina. Una voz que una vez conmovió a toda Persia. Una voz que explicó la victoria de la Luz sobre las tinieblas. Solo Mani, el mensajero de la Luz, tiene la llave para atar a la bestia conjurada por los filósofos. Y la Luz se dejó devorar por las Tinieblas, para que, así, en el núcleo de las Tinieblas volviera a brillar la Luz.

(Para conocer mejor el mito maniqueo ver: Fernando Bermejo Rubio, El maniqueísmo estudio introductorio)

Juan Almirall

domingo, 2 de octubre de 2011

ALEJANDRIA Y LA SABIDURIA DE LAS FUERZAS INTERMEDIAS, POR JUAN ALMIRALL

Él fue quien me dio conocimiento (gnosis) auténtico de los seres para saber la trabazón del cosmos y la actividad de los elementos; el comienzo, el final y el medio de los tiempos, las alteraciones de los solsticios y los cambios de estación, los ciclos del año y las posiciones de los astros, la naturaleza de los animales y la bravura de las fieras, la violencia de los espíritus y los razonamientos de los hombres, las variedades de plantas y las virtualidades de las raíces, todo lo que existe, oculto o manifiesto conocí; ya que la Sabiduría, artífice de todo, me lo enseñó” (Sab. 7, 17-22).

El libro de la Sabiduría tiene sus orígenes en el pensamiento alejandrino de época helenistica (siglo III a. C. hasta aproximadamente el siglo IV de nuestra era). El antiguo pensamiento faraónico sobre las fuerzas de la naturaleza y el cosmos, sobre los dioses o Neter, fuerzas vivas que animan toda la creación, la signatura rerum, el sello del Creador en las cosas, se transforma en Alejandría en la Sabiduría de Isis, del Alma del Mundo. El Universo es un ser animado, un animal, una criatura dotada de Alma. Y su conocimiento, su gnosis, es la Sabiduría. En esta Sabiduría alejandrina se encuentran neoplatónicos paganos, judíos sapiencialistas y gnósticos cristianos. Pues la Sabiduría es la ciencia de las ciencias, es el conocimiento del Alma velada del Mundo, de la diosa Isis que esconde su rostro tras un velo.
En la Alejandría helenista se vivió una de las más importantes manifestaciones del Idealismo humano. Cuando uno mira la Naturaleza a partir de un idealismo tal, no solo ve su hermosura, sino que observa las fuerzas que la animan, es imposible para la mirada idealista no ver a la Naturaleza como un único ser vivo, como el Todo viviente de los alquimistas. Son estas fuerzas vivas las que el mago trata de domeñar. Primero las fuerzas elementales, las fuerzas de los cuatro elementos: tierra, agua, aire y fuego. Luego las fuerzas anímicas de los planetas, la influencia acuática de la Luna, la inteligencia de Mercurio, la belleza de Venus, la alegría y luminosidad del Sol, la violencia y fuerza de Marte, la plenitud y realeza de Júpiter y la noche saturnal, la oscuridad y tristeza de Saturno. En todos estos dominios del cosmos los paganos pusieron a sus dioses, los gnósticos a sus arcontes y los sapiencialistas judíos a sus potencias. Todo está animado por las potencias, las fuerzas vivas que separan al mundo de la Inteligencia Pura, del Uno silencioso e inmutable. El mundo es un hormiguero lleno de actividad, efímeras personitas vamos de un lado para otro como hormigas, sin saber muy bien qué nos mueve a desplazarnos. Por encima y muy alejado de este hormiguero se encuentra el Uno, el Inefable, en su Trono transcendental. El da unidad, lo unifica todo, Plotino dirá: "todo proviene de El y todo aspira a regresar hacia El". Los alquimistas dirán "El es el Todo" (Hén tó pán). Y entre El y el mundo, como en todo ser vivo, entre la consciencia única e individual, y las infinitas células, hay grandes y pequeñas fuerzas rectoras, que mueven el organismo.
La Sabiduría, el Alma del Mundo, es una, y en su vientre existimos, en el lamento de Goethe vemos resurgir una nueva mirada idealista a la Sabiduría Alma del Mundo: "¡Naturaleza! Por ella estamos rodeados y envueltos, incapaces de salir de ella e incapaces de penetrar más profundamente en ella. Sin ser requerida y sin avisar nos arrastra en el torbellino de su danza y se mueve con nosotros hasta que, cansados, caemos rendidos en sus brazos. Crea eternamente nuevas formas; lo que aquí es, antes aún no había sido jamás; lo que fue no vuelve a ser de nuevo. Todo es nuevo y, sin embargo, siempre antiguo. Vivimos en su seno y le somos extraños. Habla continuamente con nosotros y no nos revela su secreto. Actuamos constantemente sobre ella y, sin embargo, no tenemos sobre ella ningún poder. Parece haberlo orientado todo sobre la individualidad y nada le importan los individuos. Construye siempre y siempre destruye, y su taller es inaccesible. Vive toda en sus hijos, pero la madre ¿dónde está?"
Dionisio Areopagita dio nombres a las fuerzas intermedias del Universo, las llamó Ángeles, Arcángeles y Principados, fuerzas mentales, Potestades, Virtudes y Dominaciones, fuerzas demiúrgicas, Tronos, Querubines y Serafines, fuerzas inflamadas por el contacto divino. Dante las repartió por el cosmos en su Divina Comedia, en el círculo lunar los Ángeles, en el círculo de Mercurio los Arcángeles, en el círculo de Venus los Principados, las Potestades en el Sol, las Virtudes en Marte, las Dominaciones en Júpiter, los Tronos en Saturno, en el Cielo Cristalino los Querubines y en el Empíreo los Serafines... La mente angélica movía las esferas del Alma del Mundo, al igual que el estómago mueve los alimentos, el corazón la sangre, los pulmones el oxígeno, los riñones la orina, etc. Fuerzas vivas que solo la mente idealista es capaz de observar en la Naturaleza. La Sinfonía de las Esferas. El canto de las Ondinas. La exhalación de las Salamandras...

LOS LENGUAJES DE LA ALQUIMIA, por Juan Almirall

En anteriores post veíamos los fundamentos filosóficos de la Alquimia, como una verdadera ciencia. Si bien, siempre fue de la mano de la magia, y por ello algunas mentes ilustradas, sobre todo, a partir del Renacimiento, la miraron con cierta desconfianza. Sin embargo, la Alquimia se trataba de una verdadera ciencia basada en principios filosóficos, lo que, por otra parte, justificaba la convertibilidad de sus elementos. Ciencia de metamorfosis y transmutaciones; así como la física se ocupaba del cambio local, la Alquimia exploró las alteraciones de la materia, el cambio en un mismo objeto. Esto solo fue posible sobre la base de una filosofía diferente, que permitía la alteración sustancial, hoy en día, no hay posibilidad de transformación y convertibilidad de los elementos, que han quedado inamovibles y fijados en la moderna tabla periódica, y por tanto, la Alquimia ha perdido su carácter científico.
Pero el que la Alquimia no tenga fundamento según la moderna ciencia no quiere decir que no pueda tener su utilidad desde otros puntos de vista. La Alquimia nació en el entorno cultural del helenismo alejandrino del siglo III de nuestra era. La cultura alejandrina es una cultura de sincretismos e intercambios. El cristianismo gnóstico, el gnosticismo judío, fueron tremendamente influenciados por la cultura pagana greco-egipcia de Alejandría. La Sabiduría de los sabios de Israel se convirtió en una diosa personificada, muy próxima a la diosa Isis de los misterios egipcios, la religión popular alejandrina influyó en la teología cristiana y judía de Egipto. La Alquimia había rescatado e impedido la total extinción de ciertos elementos simbólicos del antiguo paganismo, y conservó el lenguaje egipcio de los jeroglíficos, la escritura sagrada, que sirvió a los alquimistas para transmitir sus misterios.
Las religiones paganas y el gnosticismo, conservaban ciertos mitos sobre las transformaciones del Alma, entendiendo por tal, no solo el Alma del Mundo, sino también el alma particular. Al igual que los mitos paganos, la Alquimia conserva un lenguaje simbólico muy relacionado con la vida anímica. Es por ello, que psicólogos como C.G. Jung y sus seguidores, vieron en la Alquimia un lenguaje muy adecuado para explicar ciertas expresiones profundas del alma. E, igualmente, los Rosacruces crearon una leyenda alquímica, con la que pretendían sentar las bases de los nuevos misterios del Cristianismo más espiritual y místico. Las Bodas Alquímicas de Cristián Rosacruz es un relato iniciático, es el mito fundacional de unos nuevos misterios, los Misterios de la Alquimia Rosacruz, que ya poco tiene que ver con la ciencia alejandrina, y sí mucho que ver con una nueva forma de entender las transformaciones del ser humano, en camino hacia una verdadera vida evangélica.
La Alquimia como una verdadera ciencia que fue, tenía su fundamento en sólidos principios filosóficos, la filosofía natural de los antiguos y medievales, y utilizaba el símbolo como expresión, un lenguaje que asegura la relatividad de los fenómenos observados, aunque eso sí, un lenguaje solamente apto para adeptos y entendedores del mismo, es decir, personas que son capaces de trascender el concepto mental y la conceptualización del mundo, que no rechazan la razón, pero tampoco las intuiciones del alma, y que por tanto, no pone límites al pensamiento. Esta es la razón por la que la Alquimia siempre despertará animadversión en aquellas personas incapaces de pensar más allá de límites bien definidos, pero podrá encontrar su utilidad en aquellos capaces de traspasarlos. Procul hinc, procul ite prophani!

Juan Almirall

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Las dificultades del monoteísmo, por Juan Almirall

El monoteísmo, como un mono-personalismo, es la fuente de irracionalismo en política, religión y sociedad. Fuente de irracionalidad sublime, pues se funda en una trascendencia sin inmanencia. Dios en el cielo y el hombre en la tierra. Un Dios aislado, que solo se puede escuchar y contemplar a él mismo. El Cristianismo lo resuelve enviando a un representante de la Causa Primera al mundo.
El politeísmo es como una democracia liberal, donde hay muchas palabras, muchos discursos. Donde el vivir consiste en el desgaste del mutuo derribarse: orgía olímpica, aristocracia divina, teomaquias... Pero cuando el hombre se pone a imitar a los dioses olímpicos, se entera tarde de que no hay ambrosía, de que no hay néctar para las heridas humanas. (De El Logos alejandrino, de Agustí Andreu, Ed. Siruela, 2009). En algún momento el autor identifica las formas religiosas con formas de gobierno: paganismo = democracia liberal y monoteísmo = dictadura con vocación imperialista.

Esta cita, sumamente interesante, nos muestra el efecto psicológico que provocan la distintas formas de pensamiento religioso. Pero sin embargo, no tiene en cuenta un factor importante: la religión como misterio, como camino de realización. Donde el politeísmo ofrece una gran cantidad de referentes psicológicos, de patrones psíquicos, para abordar el tema del alma humana, en proceso de profundo auto-conocimiento. Vista la religión como religión social o como ideología de un determinado colectivo, como fenómeno antropológico, o mejor, sociológico, seguramente las ideas religiosas tienen el efecto que A. Andreu comenta en su libro.

Sin embargo, la religión monoteísta/mono-personalista, sin relato, sin héroe semi-divino o divino del todo, sin mitos, es decir, solo como norma, solo como pauta moral, deja totalmente huérfana a la persona que busca su auto-conocimiento. Los mitos mostraban al ser humano el camino hacia uno mismo y sus dificultades, y el misterio era mito en acción, mito litúrgico. Sobre esto hablaremos próximamente cuando tratemos la Alquimia como una necesidad, como relato y símbolo, adherido por necesidad al Cristianimo, tras la desaparición de la Sabiduría del Paganismo.

domingo, 25 de septiembre de 2011

LOS ORIGENES DE LA ALQUIMIA, JUAN ALMIRALL ARNAL

La ALQUIMIA es un fenómeno muy complejo. La principal dificultad que entraña es que se trata del fruto de una manera de pensar el mundo muy diferente a como lo pensamos hoy. Otra dificultad añadida, es que la historia ha ido ocultando el sentido y el objeto buscado por los primeros alquimistas, de hecho los filósofos latinos de la Edad Media, complicaron muchísimo las cosas, trabajaban a partir de traducciones de traducciones de los textos filosóficos griegos, y por tanto, complicaron mucho el discurso alquímico. Por tanto, para comprender este curioso fenómeno, hemos de remontarnos a las fuentes más antiguas de la Alquimia, los primeros textos y papiros griegos, donde las cosas, no es que estén más claras, pero sí se puede reconstruir mejor el tipo de pensamiento que inspiró a la Alquimia.

Lo que hoy conocemos por Alquimia aparece como tal en el Egipto helenizado, bajo la dominación del Imperio Romano, en los primero siglos de la era cristiana, (siglo III d. C.).

En aquella época la cultura egipcia se había mezclado profundamente con la griega. Y los griegos pudieron conocer algo de lo que se producía tras los muros de los misteriosos templos egipcios. Los griegos pudieron curiosear dentro de los recintos sagrados, y contemplar los restos de las prácticas mágicas de la sabiduría sacerdotal de los Egipcios, que tanto habían admirado sus antepasados.

De hecho, en esta época, en Egipto existía una religión popular sincrética, que mezclaba los restos de las prácticas religiosas del legado faraónico, con los cultos renovados de Serapis, Isis y Harpócrates (el joven Horus), y elementos recopilados de la religión greco-romana, el gnosticismo judío y cristiano.

Esta religión contaba con una parte más culta, que estaba formada por una cosmología y una metafísica igualmente sincrética, que mezclaba aristotelismo, platonismo y estoicismo, lo que se llamó filosofía ecléctica. Un ejemplo de esta filosofía es la Religión Hermética Egipcia, que contaba con sus propios libros sagrados, el Corpus Hermeticum o los Libros de Hermes Trismegisto, y sus propios cultos sacados de la religión egipcia de Thot.

Los textos alquímicos más antiguos proceden de colecciones bizantinas del siglo X, donde se reproducían obras más antiguas. Sin embargo, estos textos alquímicos están datados en el siglo III de nuestra era. Los textos alquímicos son en su mayoría recetas que se publicaban con otras recetas mágicas, de hecho los textos alquímicos formaban parte de las colecciones de papiros mágicos, escritos en lengua griega.

Magia y alquimia iban de la mano. Y eran textos típicos de esta religión popular sincrética del siglo III. Estos textos consisten en invocaciones de dioses egipcios, greco-egipcios, griegos, así como a personajes de la mitología gnóstica, tanto judía como cristiana, que en aquellos años no se distinguían demasiado.

Tenemos invocaciones mágicas para provocar sueños, recetas para filtros mágicos, formulas para fabricar talismanes, invocaciones a espíritus protectores, y fórmulas para realizar oro, plata y metales nobles, lo que se llamaba crisopeya, de kriso poiesis, es decir, fabricación de oro. También tenemos algunos textos que describen hornos y alambiques especiales, así como textos gnósticos, con algunos emblemas y símbolos propios de este movimiento judeo-cristiano. De entre estos símbolos destaca el Uroboros, o serpiente que se muerde la cola, una representación gnóstica del universo.

Zósimo de Panópolis, uno de los primeros alquimistas, que se denomina a sí mismo filósofo, de tradición gnóstico-neoplatónica, nos explica en sus textos, los aparatos y experimentos que vio en el Templo de Memfis, Templo consagrado al dios momiforme Ptah, que era el fuego caído y retenido en la tierra, que se convertirá en el Hefestos griego, el divino forjador y que enseña las artes a los hombres.

Ciertamente, está testimoniado que esta época de convivencia de religiones, en Egipto existían varios laboratorios vinculados a los Templos Egipcios que todavía permanecían activos, antes de su cierre y destrucción a partir del siglo IV. Entre los más importantes laboratorios egipcios donde se practicaba la poiesis estaban los de Menfis, Tebas, Heracleópolis, Licópolis, Apolinópolis y Elefantina, en general, en todas las grandes ciudades, junto a los importantes santurios egipcios, solía haber un laboratorio alquímico. Los Templos egipcios se habían transformado en importantes centros de saber, el más importante de estos centros culturales era el Serapeo de Alejandría, que contaba con la gran biblioteca de los Ptolomeos, así como una gran escuela de filosofía natural, el llamado Pórtico de Aristóteles,donde ensañaron los más grandes filósofos y científicos de la antigüedad, hasta su destrucción de la mano del obispo cristiano Teófilo.

Los papiros alquímicos atribuidos a Zósimo o pseudo Demócrito, otro importante alquimista greco-egipcio, tratan por una parte, de cómo tintar objetos para platearlos o dorarlos, de forma más pura y hermosa que en la Naturaleza, de cómo fabricar los aparatos para poder realizar las tinturas, así como de temas filosóficos relativos a interpretaciones gnósticas del mundo, y de sueños, muy en la línea de los sueños de Hermes Trismegistos, en los que aparecen personajes misteriosos de la mitología gnóstica, que cambian de color por la acción del fuego, etc.

Sin duda, los papiros mágicos y alquímicos formaban parte del conocimiento que los sacerdotes egipcios conservaban en sus Templos y se enseñaban por tradición desde un remoto pasado.

Pero con los griegos aparece una nueva forma de pensar determinada por el logos, y que se desarrolló en lo que hoy llamamos filosofía. Los antiguos sacerdotes no hacían filosofía, toda su actividad estaba determinada por el fenómeno religioso, su conocimiento era Ciencia Sagrada, su expresión Arte Sagrado, sus textos oración, letanía, partes y formulas rituales, gravadas cuidadosamente en los santos muros del Templo. Los sacerdotes, sus escribas y artistas no hacían nada de forma gratuita o por pura especulación, todo estaba marcado por un espacio y un tiempo sacralizados por el misterio, el misterio de la encarnación del Espíritu en la Tierra.

Los filósofos se desprendieron de la sacralidad, de la forma mistérica, pero no pudieron impedir la influencia de la misma en la manifestación de su pensamiento, pues no estaba tan lejos la época en la que los sacerdotes determinaban el lugar y el momento para pensar y hacer las cosas.

La Alquimia es por tanto una parte de la Filosofía Natural, es decir, una práctica que tenía su origen en otra forma de pensar, y que se incorporó al acervo de los saberes filosóficos. Lo que implicaba, una práctica de origen sagrado, pasada por el discurso de los dos grandes maestros del pensamiento griego: Platón y Aristóteles.

Por tanto, la Alquimia, las prácticas de los sacerdotes de Hefestos relacionadas con la sacralización de los metales viles y purificación de los nobles, encontrará desde ahora su fundamento y explicación racional, a partir del corpus filosófico de Platón y Aristóteles. Que se entremezclará igualmente con los mitos gnósticos, que dotan de todo un simbolismo a este nuevo saber.

Aristóteles tiene una especial influencia en las tierra egipcias, su afición por el estudio de la Naturaleza coincidía con las prácticas sacerdotales de los templos, además sus discípulos y seguidores, Demetrio de Falero, filósofo peripatético fue el fundador de la Biblioteca de los Ptolomeos.

Según Aristóteles la Filosofía tenía dos partes, la Filosofía Primera o Metafísica, también llamada Teología, que trataba sobre el ser, la causa primera y última, el todo o absoluto; y una Filosofía Segunda o Física, que trataba sobre el conocimiento de la Naturaleza. De hecho esta división muestra la gran dicotomía que los filósofos intentaron explicar. La dicotomía entre el mundo inteligible, es decir, el mundo que se nos presenta al pensamiento, cuyo protagonista es el Ser que siempre es igual a si mismo, el Uno o el todo, y el mundo sensible, que está en constante cambio o transformación, y que nunca es igual a si mismo.

Los filósofos dieron diversas explicaciones a la relación entre este mundo metafísico y el mundo físico, a nosotros nos interesa hoy, la versión que dieron un tipo de filósofos, los alquimistas.

En realidad la Alquimia, lo que conocemos como tal, es fruto del pensamiento de su época, el pensamiento filosófico, no del pensamiento mítico y sacerdotal de las teocracias orientales, donde el conocimiento no recibe nombre, y que los griegos llamaron Sofia o Sabiduría, y nosotros podríamos llamar Ciencia Sagrada.

La Alquimia propiamente, forma parte de la Filosofía Natural, la Filosofía Segunda, y tiene por objeto la explicación de los cambios sustanciales, las metamorfosis de la Naturaleza. Todo ello mezclado con componentes místicos o mistéricos, pues el auténtico objetivo del filósofo era convertirse en sofos, un ser humano divino. Por supuesto la actividad filosófica no tenía el mismo sentido de especulación que tiene hoy, sino que buscaba comprender al Ser, origen de todas las cosas, por tanto, tenía un carácter religioso.

1.- PRINCIPIOS METAFISICOS DE LA ALQUIMIA

LA UNIDAD FUNDAMENTAL DE LA NATURALEZA: El principio básico de la Alquimia es sin duda la unidad fundamental de la Naturaleza, que la tradición tradujo con las siguientes palabras: “La Naturaleza se regocija en la Naturaleza, la Naturaleza supera la Naturaleza y la Naturaleza contiene la Naturaleza” (La Turba de los Filósofos), y que los alquimistas egipcios expresaban así: “Uno es el Todo [hen tó pân], y por él, el Todo, y en él, el Todo, y si no lo contiene todo, el Todo no es nada” (Crisopeya de Cleopatra).

LA PRIMA MATERIA: La Prima Materia es la materia virginal y metafísica del Todo, concretada y definida en su forma por los cuatro elementos. Los alquimistas de todos los tiempos buscaban desentrañar este principio metafísico de la naturaleza sensible.

UROBOROS Y LA DUALIDAD: La Unidad del Todo envuelve como en un segundo círculo a la serpiente que se muerde la cola: el Uroboros. Los alquimistas egipcios lo expresaban así: “La serpiente es una, y posee el veneno, después de haber sometido a la Naturaleza a los dos tratamientos” (Crisopeya de Cleopatra). Esto nos indica un segundo momento, de lo metafísico a lo concreto: el Todo (principio metafísico) rodea y envuelve al Cosmos (naturaleza sensible), representado por la Serpiente que se muerde la cola, el Uroboros. Para los gnósticos esta serpiente era el círculo zodiacal que aprisiona a la Naturaleza y la somete con el veneno de la dualidad, que es el Mercurio, definido por Plinio como “liquor aeternus, venenum rerum omnium” (licor eterno, veneno de todas las cosas).

LOS CUATRO PRINCIPIOS: “Puesto que se distinguen cuatro causas (o principios) de los elementos, por combinación de éstos han venido a resultar también cuatro elementos; dos de dichas causas son activas (masculinas): lo caliente y lo frío, y dos pasivas (femeninas): lo seco y lo húmedo.” (Aristóteles: Libro IV del Meteorológicos). Por tanto, son cuatro los principios o causas de la Naturaleza, que se agrupan en dos femeninos y dos masculinos, equivalentes a lo que la tradición china denomina el Yin y el Yang. El principio Yang procede del Cielo y el principio Yin de la Tierra. En el hombre estos dos principios se entrelazan y anudan, formando un árbol de meridianos o corrientes de la energía vital, el Quí.

2.- PRINCIPIOS FISICOS DE LA ALQUIMIA

EL ETER O LA QUINTA ESENCIA: En el Cosmos geocéntrico de las esferas, los antiguos distinguían dos partes, el mundo supralunar y el mundo sublunar, es decir, el Cielo por encima de la esfera de la Luna, y el espacio comprendido entre la Tierra y la esfera lunar. Este segundo espacio estaba lleno de materia elemental, tierra y agua, la atmósfera o aire, que finalmente estaba rodeada por una esfera de fuego. El Cielo supralunar, por su parte, estaba formado por las esferas planetarias de una sustancia desconocida en el mundo inferior o sublunar, la quinta esencia, el éter divino. A lo largo de toda la Antigüedad se especuló sobre la naturaleza de este quinto elemento, y muchos pensaban que se trataba de una substancia cristalina, dura como el diamante.

LOS SIETE METALES Y LOS SIETE PLANETAS: Ocho eran las esferas celestes del Eter: la esfera de la Luna, la esfera de Mercurio, la esfera de Venus, la esfera del Sol, la esfera de Marte, la esfera de Júpiter, la esfera de Saturno y la última esfera de las Estrellas. La esfera de las Estrellas contenía a las demás, luego la de Saturno contenía a sus inferiores, luego la esfera de Júpiter, Marte y así hasta la esfera de la Luna, que rodeaba a la Tierra. Este sistema de esferas era denominado el Anima Mundi, por que era un ser animado, un animal dotado de inteligencia. Según Hermes Trismegisto cada esfera proporcionaba al Alma un aspecto psíquico: “el llanto es Saturno, la generación Júpiter, la palabra Mercurio, la ira Marte, el sueño la Luna, el deseo Venus y la risa el Sol” (De Hermes sobre el Destino, CH XXIX). Igualmente, cada esfera estaba relacionada por afinidad o simpatía con un metal: el plomo con Saturno, el estaño con Júpiter, el hierro con Marte, el oro con el Sol, el cobre con Venus, el mercurio con Mercurio y la plata con la Luna.

LOS CUATRO ELEMENTOS: En el mundo sublunar se encontraban los cuatro elementos o principios informadores de toda materia, surgidos a partir de los cuatro principios o causas: del calor y de lo seco surge el elemento fuego, que en el hombre es el espíritu o aliento; del calor y de lo húmedo se forma el aire, el alma; estos dos elementos tienen su lugar natural en el Cielo, del mundo sublunar. Del frío y de lo húmedo surge el agua, los fluidos corporales en el hombre; y la tierra se forma por el frío y lo seco, que en el hombre son los huesos y los tejidos; el lugar natural de estos dos es la Tierra.

3.- ALQUIMIA LA CIENCIA DE LAS TRANSMUTACIONES

LA TABLA ESMERALDA:

“¡Es verdad! ¡Es cierto! ¡Es la verdad plena!
Lo que está abajo es igual a lo que está arriba,
y lo que está arriba es igual a lo que está abajo,
para que se cumplan los milagros del Uno.
De la misma manera que todo fue engendrado del Uno por un solo intermediario, de igual manera todo ha nacido del Uno por transmisión.
Su padre es el Sol, su madre la Luna, el aire lo ha llevado en su seno, la Tierra es su nodriza. El padre de todos los talismanes del mundo es omnipresente. Su fuerza, cuando es utilizada en la Tierra, permanece inmaculada.
Separa, lleno de amor, con gran comprensión y sabiduría, la tierra del fuego, lo sutil de lo que es duro, denso y sólido. De la Tierra sube al Cielo, después desciende de nuevo a la Tierra, tomando en ti mismo la fuerza de lo alto y de lo bajo. Así poseerás la gloria del mundo entero, de manera que todas las tinieblas se separarán de ti. Ella es la fortaleza más poderosa de todas las fortalezas, pues triunfará sobre toda cosas sutil y penetrará toda cosa densa.
Así fue creado el mundo. De él, y de la misma manera, nacerán creaciones maravillosas. Por eso se me ha dado el nombre de Hermes, el tres veces grande, por que poseo los tres aspectos de toda la sabiduría del mundo. Lo que he dicho de la preparación del oro, la actividad del Sol espiritual, se ha cumplido.”

EL CAMBIO Y ALTERACION DE LA MATERIA: La clave de la alquimia se encuentra en los distintos procesos de alteración y cambio de las sustancias, resumidos en la Tabla Esmeralda, como un proceso inicial de sublimación, de la Tierra sube al Cielo, y, un segundo momento, de coagulación de las fuerzas celestes en la materia terrestre. El espíritu debe ser encontrado entre la materia en putrefacción, y una vez descubierto, sublimado por la acción del fuego. Así aparece el Mercurio Filosófico. Pero este espíritu debe ser calcinado completamente, para que el Espíritu Celeste pueda encarnarse, por medio de una destilación, apareciendo así el Agua Divina y tras una coagulación el Espíritu Solar transfigura la materia.

LAS TINTURAS: En su origen la alquimia era una práctica sacerdotal destinada a tintar los metales y el vidrio, objetos destinados al culto sagrado y a adornar el entorno del templo. El arte de tintar se realizaba en los templos y luego en los laboratorios, espacios ambos destinados a la oración y al trabajo sacerdotal, el arte sagrado. Los sacerdotes realizaban prácticas iniciáticas de purificación, y también eran capaces de purificar las sustancias impuras que entraban en el laboratorio. Así los sacerdotes herméticos conocían cuatro tinturas: la melanosis o tintura en negro, que la tradición llamó “nigredo”; la leucosis o tintura en blanco o plata, llamada “albedo”; la xantosis o tintura en oro, llamada “rubedo”; y una cuarta, la iosis o tintura en violeta.

LA PIEDRA DE LOS FILOSOFOS: La piedra filosofal es la medicina universal para todos los metales imperfectos, que fija lo que éstos tienen de volátil, purifica lo que poseen de impuro, y les da una tintura y un resplandor más brillantes que en la naturaleza.

4.- PRAXIS ALQUIMICA

LA MATRIZ Y EL ATHANOR: La Matriz es el recipiente en el que tendrá lugar la Gran Obra, el alquimista sometía al fuego los metales más burdos, el plomo, que se colocaba en distintos recipientes, cuyas formas describe Zósimo en sus obras: el bicos o el tribicos, son alambiques de vidrio, con uno o tres tubos. El Athanor es el horno donde se enciende el fuego Son los vasos donde tiene lugar la obra. El Athanor es el horno que permitirá las transmutaciones. Para los Alquimistas Rosacruces este horno era la Morada Invisible, el Templo del Espíritu Santo, allí son encendidos los fuegos que permitirán al adepto efectuar todas las transformaciones.

TRIA PRINCIPIA: Cristián Rosacruz, cuando inicia su viaje hacia el triple Templo de las Bodas Alquímicas, va provisto de un triple viático: sal, agua y pan. Este misterioso alimento triple aparece en los tratados alquímicos como Sal, Mercurio y Azufre. Con ello se quiere indicar que la Gran Obra afecta tanto al cuerpo, como al alma y al espíritu de la Naturaleza. Por la acción de la Flama, el azufre filosófico la materia, la sal, es purificada de las sustancias inferiores o pasiones. De allí se eleva, por sublimación hacia la región de la Luna, por la acción del Mercurio filosófico. Ahora de lo que se trata es, por medio de la sal, de retener en la materia al Mercurio volátil. Si el adepto consigue retenerlo, el Mercurio permitirá el milagro de la Metamorfosis o Transfiguración.

EL HUEVO FILOSOFICO: De este huevo tiene que surgir Fanes (el luminoso), también llamado Eros (el Amor), es decir, el Hombre Original. El adepto que ha conseguido retener el Mercurio volátil, debe empujarlo ahora hasta lo más profundo e inferior de la materia. El huevo filosófico es un mito órfico, igualmente asimilado por los gnósticos. Se le representa como una serpiente que se muerde la cola, el Uroboros, que, tal como hemos dicho, se trata de una representación del Universo, del Anima Mundi. Este mito se encuentra también en el Timeo de Platón.

5.- ALQUIMISTAS FAMOSOS

HERMES TRISMEGISTO, los sacerdotes egipcios escribían los textos sobre la ciencia sagrada de forma impersonal. Estos textos eran atribuidos de manera genérica al dios de la ciencia y de las palabras, Thot-Hermes. Por tanto, tras el nombre de Hermes Trismegisto se ocultan los sacerdotes que participaron en los Misterios egipcios y consagraron sus vidas a la Ciencia Sagrada y a la purificación del Alma.

DEMOCRITO, lo mismo sucedió con la nueva clase de sabios que vinieron de Grecia, pero ahora, se trataba de miembros de determinadas escuelas filosóficas, como pudo ser la Escuela de Atomistas de Alejandría, que firmaban sus obras con el nombre del maestro y fundador de la Escuela, Demócrito, sin duda esta escuela ya poco tenía que ver con la original del siglo V a.C.

ZOSIMO DE PANOPOLIS, seguramente se trate de un gnóstico egipcio, que escribió diversos tratados de alquimia, en los que contaba lo que había visto en el Templo de Menfis y en el Serapeum de Alejandría.

MARIA LA JUDIA, los judíos helenizados que vivían en Egipto jugaron un papel muy importante en el desarrollo del pensamiento neoplatónico y gnóstico durante la época imperial, algunos papiros alquímicos son atribuidos a Moisés o a su hermana, la filósofa María la Judía, que fue una importante adepta, inventora del “baño María”.

GEBER, tras la persecución del paganismo en el Imperio Romano por los emperadores cristianos, algunos filósofos huyeron a Persia, donde se desarrollaron importantes escuelas filosóficas. En el Imperio Arabe, los Califas de Bagdad dieron un gran impulso a la cultura con la traducción a lengua árabe de textos filosóficos griegos. En las escuelas árabes se cultivó la filosofía y las ciencias, entre ellas la alquimia, que tuvo como máximo exponente al alquimista árabe Geber.

NICOLAS FLAMEL, la Europa medieval recibió la tradición filosófica de los árabes y de los judíos, gran cantidad de libros sobre metafísica y filosofía natural fueron traducidos al latín. Nicolás Flamel consiguió un misterioso libro sobre las Figuras Jeroglíficas, atribuido a Abraham el Judío, príncipe, levita, astrólogo y filósofo. La Alquimia nunca perdió el lenguaje simbólico de su origen: el jeroglífico egipcio.

BASILIO VALENTIN, legendario monje benedictino autor de importantes tratados alquímicos sobre el Azoth, las doce claves y el antimonio. Sus obras fueron muy divulgadas entre los alquimistas de los siglos XV y XVI.

PARACELSO, importantísimo médico y alquimista suizo, cuyas teorías revolucionaron la Europa de la Reforma. Paracelso será un referente para gran parte de los humanistas de la época. En la Fama Fraternitatis de los Rosacruces se dice de él que era un profundo conocedor del Liber Mundi, el libro de los secretos de la Naturaleza.

CRISTIAN ROSACRUZ, será el prototipo de los Misterios Cristianos que recogen la Tradición Hermética. Su profunda aspiración era unir de nuevo a todos los sabios y científicos de Europa, para el desarrollo del Mundo y de la Humanidad, según las leyes del Espíritu. Pero al ser rechazado por el orgulloso de los eruditos, formó la Fraternidad de la Rosacruz, y construyó la Morada del Espíritu Santo, donde todos los Hermanos y Hermanas de la Rosacruz pudieron llevar a cabo las Bodas Alquímicas, del Alma Nueva con el Espíritu Divino.


LA CRISOPEYA DE CLEOPATRA

Fotograbado según el manuscrito de San Marcos, folio 188v.

Arriba: kleopatrês jrysopoia

Los tres círculos concéntricos encierran los axiomas místicos. En el primer anillo: Hén tò pán kaì di’autou tò pán kaì eis auto tò pán kaì ei mê ejoi to pán ouden estin to pàn. “Uno es el todo, y por él el todo y en él el todo y si no lo contiene todo el todo no es nada.”
En el anillo interior: Eis estin ho ofis ho ejôn tòn ion meta duo synthemata. “La serpiente es una, y posee el veneno, que somete a la Naturaleza a los dos tratamientos.”
En el centro los signos del mercurio, de la plata y del oro.

Abajo a la izquierda: la serpiente uroboros con el axioma central: Hén tò pán.

A la derecha un alambique de dos puntas, sobre su horno llevando fôta (llamas).

El recipiente inferior: nuestra caldera, se llama lôpas (matraz). La montera fialê.

El tubo izquierdo: antijeiros solên (tubo pulgar).

Algunos de los símbolos de la parte superior derecha aparecen igualmente en el Codex Brucianus, un manuscrito gnóstico conocido como “Los dos Libros de Ieu”, en el que aparecen sellos y talismanes gnósticos. También el símbolo del Uroboros, la serpiente que se muerde la cola, es el dragón del que hablan los gnósticos en textos como “La Pistis Sofía”, donde el Zodíaco es identificado como un dragón o serpiente celeste, que forma un anillo donde las almas caídas son encerradas, y separa el cosmos del pleroma.

Para los gnósticos esta serpiente era el círculo zodiacal que aprisiona a la Naturaleza y la somete con el veneno de la dualidad, que es el Mercurio, definido por Plinio como “liquor aeternus, venenum rerum omnium” (licor eterno, veneno de todas las cosas).



sábado, 18 de junio de 2011

LA TRADICIÓN GNÓSTICA EN LA PENÍNSULA IBÉRICA

Con estos últimos vídeos, completamos las dos grabaciones de las dos conferencias de Juan Almirall sobre la Tradición Sapiencial, dadas en el Ciclo "LA TRADICIÓN GNÓSTICA EN LA PENÍNSULA IBÉRICA", la primera sobre el Priscilianismo como un verdadero Cristianismo Carismático y la segunda sobre uno de los primeros Círculos Cabalísticos, el de la ciudad de Girona, donde se advierten claras influencias de aquella Tradición Sapiencial aparecida en el entorno del Judaísmo de la época del Segundo Templo, y que inspiró a la Escuela Farisea, a Pablo de Tarso, fundador del Cristianismo Universal y a los primeros Cabalistas provenzales y catalanes. Lamentamos haber tenido que publicar por razones técnicas, dichas conferencias de forma tan fragmentada, las cuatro primeras conferencias sobre el Círculo de Girona, luego ocho conferencias sobre Priscilianismo, un Cristianismo Carismático y por último los seis restantes vídeos sobre el Círculo Cabalístico de Girona. También hemos publicado el texto de la conferencia sobre el Círculo Cabalístico de Girona para que puedan acceder a los textos, que en su mayoría proceden de la obra de Scholem y de Idel.



El circulo cabalistico de Girona, 9 Juan Almirall

El circulo cabalistico de Girona, 8 Juan Almirall

El circulo cabalistico de Girona 7, Juan Almirall

El circulo cabalístico de Girona 6, Juan Almirall

El circulo cabalistico de Girona, 5bis Juan Almirall

El circulo cabalistico de Girona, 5 Juan Almirall

EL CÍRCULO CABALÍSTICO DE GIRONA, JUAN ALMIRALL

Hablar de la Cábala judía es algo complicado, porque el pueblo judío ha sido muy celoso de su cultura, pretendidamente muy genuina, e incontaminada de los desarrollos de la cultura de su entorno. Ha habido un fuerte rechazo de las fuentes judías no escritas en hebreo o arameo, lenguas de Palestina, del que es un ejemplo claro la exclusión de Filón de Alejandría, autor egipcio judío que escribió su obra en griego. Igualmente, hay algunos textos del Antiguo Testamento rechazados del canon judío, que sin embargo, formaban parte de las fuentes griegas que se incorporaron al canon cristiano, como es el Libro de la Sabiduría, cuya versión hebrea se ha encontrado tardíamente, y por ello no pudo formar parte del canon judío, pero sí del canon cristiano.

El origen de la Cábala hay que buscarlo en la sopa cultural de la época helenística, donde se escribieron los textos más antiguos, como son la literatura de la Merkabah y el Sefer Yetzirah, obras claves para el inicio de la literatura cabalística medieval, y en los que se advierten dos clases de influencias propias de la época helenística. Estas dos tendencias son, en primer lugar, el llamado Platonismo medio, en el cual se enmarca la literatura hermética del filósofo egipcio Hermes Trismegisto, y la literatura gnóstica judía y cristiana. Veremos como uno de los rasgos esenciales y característicos de esta literatura medio platónica, el viaje del alma por el cosmos y algunas de las visiones de los filósofos herméticos y los místicos gnósticos, se trasladan a la literatura de la Merkabah. La segunda influencia en la Cábala de una corriente helenística, más tardía, es la llamada Neoplatonismo, que se caracteriza por el protagonismo de los aspectos más pitagorizantes de la filosofía de Platón, estos elementos pitagóricos aparecen en la teoría de las Sefirot del Sefer Yetzirah.

El Platonismo Medio, más antiguo que el Neoplatonismo, se caracterizaba porque los filósofos herméticos y los gnósticos habían descrito el viaje del alma a través de los distintos cielos, los siete cielos, donde el alma iba dejando atrás sus distintas pasiones inferiores, tal como lo describe Hermes en el famoso Diálogo llamado Poimandres. Este viaje del alma a través de las esferas es uno de los elementos más característicos de la literatura filosófica del Platonismo Medio. Si se entiende esto, se verá muy claro que la Literatura de la Merkabah y de los Hekhalot o los Palacios, que el alma tenía que atravesar hasta llegar al Trono de Dios, definido por Ezequiel como un Carro (Merkabah), comparte la misma preocupación con los filósofos del Platonismo Medio. Los Hekhalot coinciden con las siete esferas celestes correspondientes a los siete planetas, más allá de los cuales se encontraba el Kabot, la gloria de Dios, y se podía admirar el Carro o Merkabah, de Dios. De hecho la crítica histórica de la Cábala coloca la Merkabah y la Literatura de los Hakhalot contemporánea al gnosticismo cristiano y al hermetismo.

En nuestra tradición greco-latina se han conservado pocos testimonios de filósofos que además fueran místicos. Sin duda el más importante de ellos fue el Neoplatónico Plotino. Este autor, filósofo platónico y místico, de origen egipcio, construyó un elegante sistema filosófico apoyado en su experiencia espiritual. Su obra no tiene nada, absolutamente nada, de especulativa, las Eneadas de Plotino son una explicación racional, inspirada en el Platón más pitagórico, de una experiencia espiritual muy profunda. Plotino habló de un Dios perfecto y trascendente, al que llamó el Uno, que se encontraba más allá del Pensamiento, el Noûs, y del Alma-Naturalez, y del que él había tenido una experiencia clara y explicable. Sus seguidores, Porfirio, el mago pitagórico Jámblico de Calcis y Proclo, filósofos neoplatónicos paganos, del siglo III al V, desarrollaron las doctrinas sobre el movimiento de salida y de retorno al Uno de todas las cosas, ya fueran pensamientos, deseos y cualquier objeto creado, todo surge del Uno por emanación, y todo anhela desesperadamente regresar al Uno por conversión, el llamado movimiento de retorno al Uno.

Proclo, el más genial de los seguidores de Plotino, describió una jerarquía de nueve grados, por los que el alma intelectual tenía que pasar para regresar al Uno. Esta jerarquía pasó al cristianismo de la mano de Dionisio Areopagita, y su jerarquía angélica, los rangos del intelecto divino del filósofo pagano, se convirtieron en distintos rangos de ángeles, que gobernaban las esferas celestes.

Las Nueve Jerarquías del Intelecto, intermedias entre el Uno y el Alma, que surgen por emanación del Uno, y que son las Ideas de Platón, sobre todo los rangos superiores de estas famosas Ideas, las llamadas Ideas Número, de la Teología pitagórica de la Aritmética, se transformarán en el Sefer Yetzirah en los Diez Sefirot Belimah, es decir el Intelecto o Espíritu Divino, el Espíritu de Sabiduría (Hokhmah), emanado del Uno, el Ein-sof. En esta obra antigua se ve muy claramente la influencia del Pitagorismo Neoplatónico, pues las restantes Sefirot son límites de la Creación: Arriba, Abajo, Levante, Poniente, Norte y Sur, las delimitaciones del Cosmos.

Con estos dos ingredientes filosóficos, más una tradición exegética, de la interpretación alegórica de la Biblia, que los sabios de Israel y después los rabinos venían utilizando para ir explicando y aplicando la Ley Divina, tenemos la primera Cábala, que aparece en Provenza, y del que la figura más destacada fue un rabino de gran prestigio, llamado Isaac el Ciego, maestro de dos autores del Círculo de Girona: Ezra y Azriel. La diferencia de los dos catalanes respecto de su maestro francés, fue que el primero siempre consideró la interpretación cabalística como algo que debía enseñarse y transmitirse de forma esotérica, es decir, a una élite de personas capaces de entender y de guardar los profundos secretos divinos, mientras que Ezra y Azriel de Girona se lanzaron a publicar abiertamente los conocimientos recibidos, exponiendo los grandes secretos y verdades cabalísticas a un público, a menudo incapaz de entender esa misteriosa tradición, que hay que decir, que además de una interpretación filosófica, era un camino de realización espiritual, que dirigía el alma hacia la contemplación directa de Dios.

Hay quien ha definido la moderna religión judía como una vía de estudio de la Ley (Halajah) y sus aplicaciones. Sin duda, se trata de una forma de evolución del judaísmo rabínico o sapiencial, que comenzó sobre todo con la secta de los fariseos, en la época de la dinastía Asmonéa, esto es en los tiempos del Imperio Romano. Los maestros de sabiduría fariseos se convirtieron, más tarde, en los modernos rabinos, cabezas de las sinagogas, tras la destrucción del segundo Templo. Los fariseos eran maestros de sabiduría, o al menos este era su ideal, en la época del segundo Templo, por su lado los modernos rabinos son igualmente sabios intérpretes de la Ley. Tras la destrucción del Templo los rabinos se especializaron primero en la Mishnah y más tarde en el Talmud. Las comunidades judías se agrupaban en torno al rabino o la corte rabínica, junto a la que se encontraban los hasidim (puros o cátaros) y los pherushim (separados o fariseos, ya con otra connotación), y en Francia, Alemania y España, aparecieron Escuelas Talmúdicas, de entre las que destacaron la de Narbona y Barcelona. La actividad cultural de las comunidades judías era muy grande, y el centro de esta actividad cultural era el estudio de la Ley, Halajah, escrita y oral, la Torah y el Talmud. Los hasidim y pherushim se encerraban en lugares de estudio, los Beit Midrash, donde se consagraban a la lectura y la práctica de los preceptos de la Ley, siguiendo unas reglas de pureza extrema.

Así comenzó a implantarse la idea del exilio de la Shekhinah, la presencia divina que se encontraba en el Templo de Jerusalén, ahora parecía manifestarse en los beit midrash, gracias a la consagración y la pureza de los hasidim y pherushim, que vivían prácticamente encerrados leyendo y estudiando la Palabra de Dios. Allí se volvió a manifestar la Shekhinah, y comenzaron las revelaciones misteriosas. Los libros que leían los estudiantes no eran solamente la Torah y sus comentarios talmúdicos y rabínicos, también circulaban por el beit midrash obras antiguas sobre la visión de Ezequiel, la literatura relativa a la Merkabah y los Hakhalot, así como una obrita igualmente antigua, el Sefer Yetzirá, en la que se aprecian algunas influencias del Neoplatonismo pitagórico de los siglos IV y V, de la escuela de Jámblico de Calcis, sobre todo en lo relativo a su Teología Aritmética, donde se desvelan los significados de los diez números que forman la divina Tetratkis.

La Tetratkis neoplatónica se transforma en las diez sefirot belimah, que en el arcaico Sefer Yetzitrá son: Ruah de Dios vivo, Ruah del Ruah del que surgen las 22 letras del alfabeto hebreo: tres madres, siete dobles y doce simples, el Espíritu del Agua, el Fuego del Agua, y los 6 límites: Arriba, Abajo, Este, Oeste, Norte y Sur. Una vez marcados los límites y con los elementos de la Creación, por medio de las combinaciones de letras, Dios creó todo el Universo de la Nada primordial, que Él era. Este es el argumento de esta simple obrita que tantos comentarios generó. Y los primeros que comenzaron a comentar e interpretar la Merkabah, la Literatura de los Hakhalot y el Sefer Yetzirah fueron importantes rabinos de las familias que gobernaban las Escuelas Talmúdicas, así los estudiantes de la Halajah, también comenzaron a estudiar y comentar estas obras teosóficas y teúrgicas, que fueron compuestas en época helenística.

Y el más famoso rabino y príncipe de rabinos que enseñó los misterios divinos encerrados en esta tradición o cábala teosófica y teúrgica, fue Isaac el Ciego de Provenza. Maestro cabalista, que se cuidó mucho de no desvelar sus enseñanzas más que al grupo de personas probadas y discípulos, que recibían el mandato de enseñar discretamente sus enseñanzas. Las enseñanzas divulgadas por los miembros del Círculo de Girona, son principalmente las doctrinas místicas de Isaac el Ciego, quien en un momento dado se quejó a rabí Nahmánides, por la imprudente divulgación de las doctrinas teosóficas y teúrgicas que él enseñaba, por parte de dos discípulos suyos: Ezra y Azriel, así como por parte de algunas personas en Castilla, y cita especialmente Burgos.

Las doctrinas más importantes de Isaac el Ciego tienen relación no solo con enseñanzas teosóficas sobre las letras y los números, sino sobre todo con la experiencia extática, fruto de un proceso de ascensión hasta la contemplación de lo divino, lo que se llamaba Kabanah o contemplación mística, y el Devakut o unificación con Dios, el Uno, en una línea muy similar a como lo describe Plotino en sus Eneadas.

Una religión consagrada al estudio debe tener por fuerza una gran producción literaria, pero una producción literaria que no puede ser ajena a las influencias culturales del entorno, y que necesariamente se vio afectada por las circunstancias históricas y culturales, que fueron contribuyendo al enriquecimiento de esta tradición religiosa, tan marcada por el estudio y el libro. Sin embargo, los guardianes de esta tradición siempre han sido muy reacios a aceptar e incorporar en la misma, literatura escrita en una lengua distinta del hebreo o el arameo, por lo que a menudo se hace difícil seguir la pista a los desarrollos literarios del judaísmo, primero por la dificultad de la lengua, y segundo por la exclusión de algunos textos fundamentales y claves de entre las fuentes esenciales.

El texto esencial del Judaísmo es sin duda la Torah, los cinco libros que los griegos llamaron Pentateuco: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. Se trata de los cinco libros atribuidos a Moisés, el libertador del Pueblo de Israel de la exilio egipcio. Después del Pentateuco tenemos los libros históricos, que relatan el reparto de la Tierra Prometida entre las 12 tribus de Israel y la formación de un único reino, con su primer rey: Saul, después el rey David y su hijo Salomón, que construyeron un palacio y el Templo en la ciudad de Jerusalén. Pero el reino de Israel se encontraba en una zona estratégica, y sin duda se trataba de un pueblo muy guerrillero pero pequeño, por lo que no pudo contener las invasiones de los Imperios vecinos: asirio-babilónico, persa, griego y romano. Así que el pueblo de Israel y la ciudad de Jerusalén fueron en primer lugar conquistados, y deportados a Babilonia en el siglo VI a.C. En el exilio de Babilonia comienza una literatura mística muy importante, la literatura profética, que intentaba explicar porqué Yahveh había abandonado a su pueblo, y la razón se encontraba en sus muchos pecados. Los profetas que tenían visiones de Dios y que transmitían sus revelaciones, crearon la idea del Mesías, es decir, el Ungido, un Rey que devolvería al pueblo de Israel su gloria, y que volvería a ocupar el Trono de Israel, bajo el patrocinio y protección de Dios. Estos son los famosos profetas, de entre los que destacan las profecías de Isaías, Jeremías o Ezequiel.

Pero el género literario que más nos interesa, es un tipo de literatura tardía, que recoge tradiciones orales de sabiduría, proverbios y sentencias de los Sabios de Israel, muchos de ellos atribuidos al hombre más sabio de la tradición: el rey Salomón. Cuatro son los libros de sabiduría o sapienciales que nos parecen más importantes: Proverbios, Qohélet (Eclesiastés), el Libro de la Sabiduría de Jesús, ben Sirá (Eclesiástico) y el Libro de la Sabiduría, este último, compuesto en torno a los siglos II y I a.C., conocido principalmente en su versión griega, por lo que no accedió al canon judío.

Esta literatura es esencial, pues se trata de una literatura que recoge la Sabiduría de Dios, Hokhmah, una Sefira esencial. Por supuesto estos no son los únicos libros sapienciales que se escribieron, pero sí son los que se popularizaron tanto entre judíos como entre cristianos. Sin duda esta es una literatura que tenía mucho que ver con un tipo de vivencia espiritual del pueblo judío, no solo en Palestina, sino por toda la Diáspora. Y tiene una figura esencial que es el Sabio de Israel, con su modelo en el Rey Salomón, pero que luego encontraron sus más claros exponentes en los Maestros de Sabiduría, inicialmente agrupados en distintas escuelas, de las que los Fariseos o Pherushim fue la más importante, y que luego evolucionó hacia el Rabinato actual. Los Maestros Fariseos, a diferencia de los Esenios, se mezclaban con la gente únicamente para enseñar, pues su nombre Pherushim significaba literalmente “separados” del mundo, por razones de pureza y más tarde para consagrarse al estudio. Unos nuevos fariseos, los persushim medievales se encerraban en los bei midrash durante años, y fueron los creadores, en Provenza y España de la tradición cabalística.

Continuando con las fuentes literarias del Judaísmo, la literatura canónica no acaba aquí, el pueblo judío palestino sufrió importantes persecuciones en su tierra, y sobre todo en la ciudad de Jerusalén, que fue arrasada y su Templo destruido en el año 70 por los romanos. En torno al año 200 se publica una obra muy importante que recoge la interpretación de los maestros, los rabinos de Israel, dando pautas de vida y normas derivadas de la interpretación de la Torah, la Ley escrita, esta obra se conoce con el nombre de Mishnah, y que más tarde se incorporaría a otras dos obras de hermenéutica legal, llamadas el Talmud de Jerusalén y el Talmud de Babilonia, publicadas en el siglo IV y siglo V de nuestra era.

Estas obras fundamentales de la literatura rabínica, fueron el centro de estudio junto con la Torah. La Torah o Ley escrita y el Talmud o Ley oral, forman juntas parte de la Halajah, y su interpretación se denominó midrash. Los rabinos y estudiantes de la Halajah se reunieron formando centros de estudio y escuelas talmúdicas, donde se encontraba el bei midrash. La Halajah poco se ocupaba de filosofía, si bien recogía algunas sentencias sapienciales, continuando con la tradición sapiencial del pueblo judío. Sin embargo, los estudiantes medievales de la Halajah encontraron cierta distracción del texto legal, en la historia de la Creación: Maseh Bereshit, así como en la literatura profética, sobre todo la visión extática de Ezequiel del Trono de Dios en forma de Carro o Merkabah. Sobre el primero de estos temas, circuló entre los estudiantes de Provenza y Girona el Sefer Yetzirah, el Libro de la Creación, que los primeros cabalistas comentaron en su práctica totalidad, y sobre el segundo tema, la Merkabah, circulaban algunos tratados titulados los Palacios (Hakhalot) mayores y los Hakhalot menores, a menudo se cuenta el ciclo de Enoch entre los textos de la Merkabah, pues se trata de visiones de las distintas esferas celestiales. Todos estos textos, como hemos visto, procedentes de época helenística, que se habían conservado en algunas comunidades judías, sobre todo, en Provenza y España.

De la interpretación de estas obras por algunos sabios rabinos, en Provenza y España, surge la primera literatura teosófica de la Cábala, que describe la experiencia mística inspirada en el Sefer Yetzirah y en la literatura de la Merkabah y los Hakhalot. El maestro más importante fue el francés Isaac el Ciego, y un grupo de discípulos suyos, que formaron el Círculo de Girona, en torno a la década de los años treinta del siglo XIII, que se denominaban a sí mismos la sociedad sagrada. Esta grupo estaba formado por el famoso rabino Nahmanides, Azriel y Ezra de Girona, discípulos de Isaac el Ciego, y contaba con un cantor litúrgico, Abraham ben Isaac Hazan.

Isaac el Ciego y su discípulo Azriel consideraban que Dios, el Primer Principio, era una Nada, al que llamaban Ein-sof, infinito o ilimitado. Esta idea procede de Escoto Eriúgena, autor neoplatónico cristiano, que tradujo el Corpus Dionsiacum de Dionisio Areopagita, y que en su obra Periphision habla de que Dios es una Nada incognoscible de la que procede toda la creación. Pero esa Nada no es un concepto especulativo o filosófico, sino fruto de una experiencia, lo que cambia las cosas en muchos sentidos. Se trata del resultado de una meditación, de una elevación más allá de todo pensamiento, allí está el Ein-sof, la Nada física y mental, como muestra este texto de Azriel de Girona: “Si alguien te pregunta: ¿Qué es Dios? Responde: Quien no es en modo alguno deficiente. Si te pregunta: ¿Existe alguna cosa fuera de él? Responde: Nada existe fuera de Él. Si te pregunta: ¿Cómo es que Él produjo el Ser a partir de la Nada, pues existe una gran diferencia entre el Ser y la Nada? El que produjo el Ser a partir de la Nada no carece por lo tanto de nada, pues el Ser está en la Nada a la manera de la Nada y la Nada está en el Ser a la manera del Ser. Y de esto dijo el autor del Sefer Yetzirá: Él hizo su Nada en su Ser, y no dijo: Hizo al Ser de la Nada. Esto nos enseña que la Nada es el Ser y el Ser es la Nada. No obstante, a la Nada se le llama portadora. Pero el lugar en el que el Ser se vincula al punto donde, desde la Nada, comienza a existir, se llama fe. Pues la fe no se relaciona con un ser visible y aprehensible, tampoco con la Nada invisible y desconocida, sino precisamente con el lugar en el que la Nada está unida al Ser. Pues el Ser no procede de la Nada sola; el Ser y la Nada juntos representan lo que se quiere decir cuando se emplea la frase: “Ser de la Nada”. El ser no es, por lo tanto, otra cosa que una Nada, y cada cosa es una en la simplicidad de la absoluta indistinción y a esto se refiere la advertencia: No especules demasiado, pues nuestro intelecto finito no puede asimilar la perfección de lo impenetrable que es uno con Ein-sof.

Esta doctrina que procede de Isaac el Ciego, no tiene mucho sentido desde el punto de vista filosófico, pues equipara el Ser y la Nada o el no-ser, un imposible lógico y ontológico, por tanto, debe interpretarse como una experiencia extática, como el fruto de una teúrgia mística, y no como un discurso de orden racional. Pues es en este plano, no teológico, sino místico extático, donde aparece y tiene sentido la Creación ex nihilo. Dios, el Creador, del que todo procede y al que todo regresa (siguiendo la fórmula Neoplatónica) es el Ser, lo es Todo, es Experiencia absoluta, que solo se alcanza con el trance místico, y este trance solo se alcanza cuando el pensamiento es nada, así Ser (en el sentido de experiencia) y Nada (en el sentido de supra-mental), son lo mismo. Esta experiencia mística, además se encuentra en el origen de todo fenómeno tanto mental como físico, pues la experiencia de Ser, el Ser-Nada, es quien lo crea todo desde esa Esencia Ilimitada, del que todo brota por emanación.

Isaac el Ciego y Azriel de Girona, con esta doctrina de la Nada Infinita, Ein-sof, nos dan a entender que ellos tampoco eran simples filósofos especulativos o interpretes de otros, sino que tuvieron una experiencia de lo Divino, como algo más allá de la mente, que trataron de plasmar de alguna manera en sus escritos y oraciones, como antaño lo hicieron los filósofos místicos paganos, Plotino, Jámblico, Proclo o los autores cristianos Dioniso Areopagita y Escoto Eriugena.

Otra doctrina esencial entre los primeros cabalistas de Provenza y Girona es la relativa a las diez Sefirot. La primera vez que se citan las diez Sefirot es en el Sefer Yetzirah, donde aparecen como diez sefirot belimah, diez números: el Ruah de Dios vivo, Ruah del Ruah del que surgen las 22 letras, el Espíritu del Agua, el Fuego del Agua, y los 6 límites: Arriba, Abajo, Este, Oeste, Norte y Sur. Es Isaac el Ciego quien utiliza por primera vez el versículo 11, del capítulo 29 del primer libro de las Crónicas, la bendición del rey David cuando dice: “Tuya es, oh Yahveh, la Magnificiencia (Gedulah) y el Poder (Geburah), la Gloria (Tiferet), la Victoria (Netsah) y el Honor (Hod), pues tuyo es cuanto hay en los cielos y en la tierra. Tuyo es, oh Yahveh, el Reino (Malkut) y Tú eres excelso por encima de todo.” Las tres primeras Sefirot, Keter, Hokhmah y Binah (Corona, Sabiduría e Intelecto) ya se citan en el Sefer ha-Bahir, un oscuro libro de origen provenzal, publicado en tiempos de Isaac el Ciego, y que éste conocía. De hecho las tras primeras Sefirot son las tres hipóstasis clásicas de la literatura sapiencial y filosófica. A veces incluso aparece Hokhmah, Sabiduría como la primera Sefira, y es el Espíritu Ruah de Dios, por medio del cual todo fue creado y cuyo contacto revela la Gnosis, según el Libro de la Sabiduría. Binah o Intelecto, es el Noûs de los griegos.

Pero más allá de ser una simple especulación ontológica, estas diez emanaciones de la Nada mística, se citan sobre todo en el ámbito del misticismo de la oración y de la interpretación de algunos mandamientos rituales, y tienen su importancia en los estado de ascenso contemplativo o de el elevación escatológica del alma. De hecho, lo que aquí nos encontramos es con una sustitución de la mística de los Hakhalot por la mística de los Sefirot. Donde el alma tenía que recorrer esferas cósmicas, ahora asciende por distíntas hipóstasis o emanaciones del Ein-sof. De hecho este fenómeno no es nuevo, lo encontramos en los siglos II y III de nuestra era, con el paso del Platonismo Medio al Neoplatonismo, donde vemos como se desplaza lo que cada una de estas corrientes considera que es el primer principio: para el Platonismo Medio el primer principio es Intelecto, de manera que el viaje del alma era a través de la purificación en su ascenso por las distintas Esferas del Alma del Mundo; pero para el Neoplatonismo, existe un primer principio más allá del Intelecto, por tanto el viaje es a través de los distintos rangos del Intelecto, no a través de las Esferas Celestes, en total nueve Jerarquías Intelectuales que separaban el Intelecto Pasivo de los Inteligibles, o el Intelecto Agente. Para el Neoplatónico el final del viaje no será un Intelecto cósmico como en las doctrinas del Platonismo Medio, sino el Uno, una divinidad supra-intelectual.

Isaac el Ciego es, en este sentido afín al Neoplatonismo, sin embargo, su primer principio, supra-intelectual, será la Nada, Ein-sof, y las Sefirot, las emanaciones inteligibles de esta Nada. La primera Sefira es Mahshabah, o Pensamiento, el Noûs de los griegos, hasta aquí seguiríamos el modelo de Plotino, y su segunda Sefira es Hokhmah, la Sabiduría, que también podría equipararse al Alma hipostática de Plotino. Así, en Isaac el Ciego y sus discípulos de Girona, tendríamos a Dios, el Uno o la Nada, Ein-sof, el Intelecto Mahshabah y el Alma-Sabiduría, Hokhmah, a partir de la cual surge todo lo demás. “La energía de la Causa de las Causas es el Infinito, del que surge la primera sefirah que es Corona Suprema, llamada también Altura Superior. La sefirah Sabiduría esculpe y hace surgir la fuerza de la causa llamada Yod-Hé, que está en la energía de las esencias. De la fuerza de la sefirah Entendimiento (Binah) se extrae todo el edificio llamado Conocimiento (Da'at).” Se trata de un idea que ya encontramos en la Literatura Sapiencial, donde el Espíritu de Sabiduría transmite la gnosis, el conocimiento sobre toda la Creación.

Rabí Ezra de Girona nos cuenta en el siguiente fragmento cómo hay que meditar sobre las diez Sefirot: “Puesto que sabes que las Sefirot son llamadas middot (es decir, atributos) y que no están limitadas en tanto que atributos por su naturaleza sino solamente desde nuestra perspectiva, debes unificarlas todas dos veces al día. Como el aleph en la palabra Ehad (Uno) representa la Sefirah Keter y el het representa la Sefirah Hokhmah, con las otras siete Sefirot, y el dalet representa la Sefirah Malkut, y las diez Sefirot están aludidas en la palabra Ehad, que dirija, pues, su pensamiento como si quisiera hacer que las diez Sefirot entrasen en la Sefirah Keter de donde han emanado.

La idea de Kavanah y Devakut proceden de Isaac el Ciego de Provenza, maestro de Azriel de Girona, al que siguió prácticamente en todo, salvo en la discreción con la que el maestro mantenía sus conocimientos y doctrinas esotéricas y místicas. Azriel de Girona fue un gran divulgador de las doctrinas cabalísticas, lo que irritó al maestro, que dijo tanto de él como de su compañero Ezra de Girona que: “Mientras yo estuve con ellos, en esta vida, les previne frecuentemente contra esta tendencia, pero desde que me he separado de ellos, han sido los causantes de un gran daño.” Isaac el Ciego se queja a Nahmánides de como en Girona se divulga en libros y discursos ideas secretas de la Cábala, de la Sabiduría divina, e incluso: “He escuchado también de las regiones en ustedes viven y respecto de los hombres de Burgos que ellos peroran sobre estos temas abiertamente en los mercados y en las calles, con discursos confusos y precipitados, y en sus palabras se percibe con claridad que sus corazones se han separado del Altísimo.” Por aquellas tierras castellanas, unos años después se publicaría la gran obra de teosofía cabalística, el Libro del Zohar. Probablemente Isaac el Ciego no hubiera aprobado la divulgación de tantos secretos, que según dice, sus padres y ancestros, respetados y reputados rabinos y maestros de la Torah y del Talmud, líderes de la comunidad judía de Provenza, jamás se les escapó una palabra sobre la experiencia mística, por lo que esto fue la nota característica del círculo de seguidores de Isaac el Ciego.

Probablemente, las comunidades judías del sur de Francia vivían una realidad muy diferente a las comunidades judías españolas, respetadas y envidiadas, amenazadas y obligadas a justificarse frente a algunas persecuciones locales, que terminaron con la expulsión de los judíos de Sefard. Algo que ya vivió Nahmánides en su momento, pues tras participar en la Disputa de Barcelona, en 1263, sobre cuestiones teológicas, tuvo que retractarse y poco después inició su exilio a Palestina, una tierra que en aquel momento se encontraba bajo el dominio musulmán, y en la que habitaban muy pocos judíos.

Los secretos mejor guardados por los cabalistas fueron los relativos a la Kavanah, es decir, la contemplación meditativa de Dios y de sus emanaciones superiores, así como el secreto de la Devakut o la unión mística, a partir de la cual el místico era capaz de hablar palabras de sabiduría e incluso profetizar, pues alcanzaba los lugares celestiales donde residía Dios y sus Potencias. Un importante texto de Azriel nos aporta luz sobre esta experiencia de la Kavanah. Se trata de una meditación mística sobre las Sefirot y su agrupación en dos columnas de Luz, tal como aparecen en el Árbol de la Vida: “Quien decide algo en su mente con rectitud perfecta, hace de ello lo esencial. Por lo tanto, si oras y pronuncias las bendiciones, o de otro modo deseas verdaderamente dirigir la kavanah hacia algo, imagina que eres luz y que todo alrededor tuyo es luz, luz desde todas las direcciones y todos los lados; y en la luz un trono de luz, y sobre él, una luz resplandeciente, y frente a él un trono, y sobre él, una luz buena. Y si tú estás entre ellas dos y deseas venganza, vuélvete hacia el resplandor; y si deseas amor, vuélvete hacia la luz buena, y lo que proceda de tus labios se debe dirigir hacia su rostro. Y vuélvete hacia la derecha y encontrarás una luz brillante, hacia la izquierda y encontrarás un aura, que es la luz radiante. Y entre ellas y por encima de ellas, la luz del Kabod, y alrededor de ella, la luz de la vida. Y por encima de ella, la corona de luz que corona los deseos de los pensamientos, que ilumina el camino de las representaciones e ilumina el resplandor de las visiones. Y esta iluminación es insondable e infinita y de su gloria perfecta proceden la gracia y la bendición, la paz y la vida para aquellos que observan el camino de su unificación. Pero para aquellos que se desvían de su camino viene la luz que está oculta y se transforma de una cosa en su contrario, y a veces se aparece como castigo y a veces como consejo verdadero, todo de acuerdo con la kavanah de quien sabe cómo realizarla de la manera correcta: mediante la adhesión, devakut, al pensamiento y la voluntad que emana en toda su fuerza desde lo insondable. Pues según la intensidad de la kavanah, con la que extrae fuerza para sí mismo mediante su voluntad, y voluntad mediante su conocimiento, y representación mediante su pensamiento, y poder mediante su alcance hasta la fuente primordial de la voluntad y firmeza mediante su contemplación, si ninguna otra reflexión o deseo se mezcla con ella, y si crece en intensidad mediante el poder que la guía, para tomar para sí la corriente que procede del Ein-sof – según la medida de intensidad de la kavanah cada cosa y cada acto se realiza según su espíritu y su voluntad, aunque sólo sepa cómo abarcar los límites de las cosas finitas y de la voluntad que habita en su pensamiento a partir del principio del cual proceden.

El Kabod es la Gloria de Dios, y guarda, en la Cábala antigua, una cierta relación con el Pleroma de los gnósticos alejandrinos, es el espacio luminoso donde se manifiestan las Sefirot, como diez eones primordiales, o como las diez Ideas-Número platónico-pitagóricas. En terminología platónica hablaríamos del Kabod como el Hiperurano, o el Cielo Noético, es decir el Noûs o Intelecto, en el que se encontrarían los Inteligibles o las Ideas. Esta idea del Kabod sería la manifestación de lo creado por la Nada supra-intelectual, el Ein-sof.

El Ein-sof sería la Nada de la que todo procede y que lo crea todo. Una Nada Primordial contemplada en la kavanah, es decir, en una experiencia de Unidad, de unificación, en el Silencio primordial, del que procede el Kabod. El Intelecto, comienza su movimiento de división primordial en el Número Divino, que son las Sefirot, y del que la primera Sefirah es Hokhmah, la Sabiduría divina que se encuentra junto a Dios y en Dios, y el último, la Shekhinah, la Presencia Divina que se encontraba en el Templo, y que los hasidim medievales experimentaban en el beit midrash.

Los cabalistas dieron mucha importancia a la “voluntad”, la experiencia de los distintos grados y manifestaciones de la luz del Kabod, conducen rápidamente a la unidad con la Voluntad Suprema, a la unificación con Dios a través de la voluntad y la acción. El texto tiene fuertes analogías con los textos neoplatónicos de Plotino sobre el Uno y la Belleza Inteligible, sin embargo, se separa de la tradición neoplatónica en cuanto a que los griegos lo supeditaban todo al conocimiento, a la gnosis, mientras que los místicos judíos la unificación con el Principio más allá del intelecto, es en el plano de la voluntad y la acción. Es algo normal, pues la tradición judía está más vinculada al aspecto ético y legal de las Escritura que al conocimiento de la Naturaleza y su Causa que preocupaba a los filósofos griegos. La luz de la experiencia mística y contemplativa en el griego será conocimiento, o gnosis, mientras que para el místico judío, es unificación con la Voluntad Suprema, la acción perfecta y la oración, la Torah en su estado más puro.

Estas son algunas de las principales doctrinas de Isaac el Ciego y del círculo de cabalistas de Girona, movimiento espiritual que se encuentra en los orígenes de esta tradición mística que se ha llamado Cábala, y que en realidad tuvo diferentes desarrollos en función de las distintas experiencias de los místicos judíos en los distintos momentos y lugares. Otros movimientos considerados cabalísticos fueron el inspirado por la obra de Abraham Abulafia en Zaragoza, y los místicos de Safed, en Palestina, donde muchos judíos se refugiaron tras la expulsión de España, pero estos movimientos tienen rasgos característicos y diferenciados de los del grupo de Girona.

lunes, 16 de mayo de 2011

EL TESTIMONIO JUDÍO Y FARISEO DE PABLO

1º.- Ante el Tribuno de Jerusalén: "39 Pablo dijo: «Yo soy un judío, de Tarso, ciudadano de una ciudad no oscura de Cilicia. Te ruego que me permitas hablar al pueblo.» 40 Se lo permitió. Pablo, de pie sobre las escaleras, pidió con la mano silencio al pueblo. Y haciéndose un gran silencio, les dirigió la palabra en lengua hebrea. 1 «Hermanos y padres, escuchad la defensa que ahora hago ante vosotros.» 2 Al oír que les hablaba en lengua hebrea guardaron más profundo silencio. Y dijo: 3 «Yo soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero educado en esta ciudad, instruido a los pies de Gamaliel en la exacta observancia de la Ley de nuestros padres; estaba lleno de celo por Dios, como lo estáis todos vosotros el día de hoy." Hechos 21-22. (Gamaliel, gran Rabino fariseo, nieto del Rabino Hillel, doctor de la Ley y miembro destacado del Sanedrín, Jewish Encyclopedia).

2º.- Ante el Sanedrín de Jerusalén: "1 Pablo miró fijamente al Sanedrín y dijo: «Hermanos, yo me he portado con entera buena conciencia ante Dios, hasta este día.» 2 Pero el Sumo Sacerdote Ananías mandó a los que le asistían que le golpeasen en la boca. 3 Entonces Pablo le dijo: «¡Dios te golpeará a ti, pared blanqueada! ¿Tú te sientas para juzgarme conforme la Ley y mandas, violando la Ley, que me golpeen?» 4 Pero los que estaban a su lado le dijeron: «¿Insultas al Sumo Sacerdote de Dios?» 5 Pablo contestó: «No sabía, hermanos, que fuera el Sumo Sacerdote; pues está escrito: No injuriarás al jefe de tu pueblo.» 6 Pablo, dándose cuenta de que una parte eran saduceos y la otra fariseos, gritó en medio del Sanedrín: «Hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseos; por esperar la resurrección de los muertos se me juzga.» 7 Al decir él esto, se produjo un altercado entre fariseos y saduceos y la asamblea se dividió. 8 Porque los saduceos dicen que no hay resurrección, ni ángel, ni espíritu; mientras que los fariseos profesan todo eso. 9 Se levantó, pues, un gran griterío. Se pusieron en pie algunos escribas del partido de los fariseos y se oponían diciendo: «Nosotros no hallamos nada malo en este hombre. ¿Y si acaso le habló algún espíritu o un ángel?» " Hechos 23.

3º.- Ante el Procurador Félix de Cesarea: "10 Entonces el procurador concedió la palabra a Pablo y éste respondió: «Yo sé que desde hace muchos años vienes juzgando a esta nación; por eso con toda confianza voy a exponer mi defensa. 11 Tú mismo lo puedes comprobar: No hace más de doce días que yo subí a Jerusalén en peregrinación. 12 Y ni en el Templo, ni en las sinagogas ni por la ciudad me han encontrado discutiendo con nadie ni alborotando a la gente. 13 Ni pueden tampoco probarte las cosas de que ahora me acusan. 14 «En cambio te confieso que según el Camino, que ellos llaman secta, doy culto al Dios de mis padres, creo en todo lo que se encuentra en la Ley y está escrito en los Profetas 15 y tengo en Dios la misma esperanza que éstos tienen, de que habrá una resurrección, tanto de los justos como de los pecadores. 16 Por eso yo también me esfuerzo por tener constantemente una conciencia limpia ante Dios y ante los hombres. 17 «Al cabo de muchos años he venido a traer limosnas a los de mi nación y a presentar ofrendas. 18 Y me encontraron realizando estas ofrendas en el Templo después de haberme purificado, y no entre tumulto de gente." Hechos 24.

4º.- Ante los Reyes Agripa y Berenice: "2 «Me considero feliz, rey Agripa, al tener que defenderme hoy ante ti de todas las cosas de que me acusan los judíos, 3 principalmente porque tú conoces todas las costumbres y cuestiones de los judíos. Por eso te pido que me escuches pacientemente. 4 «Todos los judíos conocen mi vida desde mi juventud, desde cuando estuve en el seno de mi nación, en Jerusalén. 5 Ellos me conocen de mucho tiempo atrás y si quieren pueden testificar que yo he vivido como fariseo conforme a la secta más estricta de nuestra religión. 6 Y si ahora estoy aquí procesado es por la esperanza que tengo en la Promesa hecha por Dios a nuestros padres, 7 cuyo cumplimiento están esperando nuestras doce tribus en el culto que asiduamente, noche y día, rinden a Dios. Por esta esperanza, oh rey, soy acusado por los judíos. 8 ¿Por qué tenéis vosotros por increíble que Dios resucite a los muertos?" Hechos 26.