La Teurgia es el
arte hierático, el arte sacerdotal, se trata sin duda de las prácticas mágicas
que los sacerdotes orientales utilizaban para conocer la naturaleza, deseos y
voluntad de los dioses. Sabiduría, arte y ciencia en la antigüedad se
concentraba en un único lugar, el Templo, allí los sacerdotes estudiaban la
naturaleza, el cosmos, y el mundo divino, y allí realizaban sus prácticas
sagradas, purificaciones, iniciaciones, etc. En la época imperial el griego
domina todos los ámbitos de la cultura del Imperio, es la lengua franca de la
cultura, y los sacerdotes orientales lo hablan y lo utilizan para sus prácticas
sagradas, de ahí surge este nuevo concepto: Teurgia.
En la obra Sobre los Misterios egipcios un
sacerdote profeta de un Templo egipcio, llamado Abamón, seudónimo de Jámblico,
contesta a una carta de Porfírio donde se plantean varias cuestiones relativas
al arte hierático, podemos clasificar las cuestiones siguiendo el orden de los
capítulos de esta obra: 1º sobre los dioses y lo divino en general; 2º sobre
los démones y los héroes y sus manifestaciones; 3º la mántica, oráculos y
predicciones, interpretación de los sueños; 4º la influencia de los dioses; 5º
sacrificios y plegarias, sobre el culto a los dioses; 6º prescripciones
religiosas y actos rituales; 7º la teología egipcia simbólica; 8º sobre la
astrología y el libre albedrío; 9º el demon protector; y 10º la felicidad.
La más alta
filosofía para los autores de esta época, es la teología, Heródoto nos cuenta
como los egipcios eran conocidos en la Antigüedad como el pueblo más piadoso
del mundo, por lo que no es de extrañar que fuera en Egipto donde se
desarrollara la Teología helenística más elaborada, también habrán importantes
escuelas en Siria, especialmente en Antioquia, tradición que heredará el
Cristianismo, con los dos grandes centros productores de Teología cristiana: la
Escuela de Alejandría y la Escuela de Antioquia, la primera más puramente
filosófica y científica y la segunda más inclinada hacia la retórica y la
lógica. Las grandes cuestiones teológicas, como explica Jámblico, “nos inducen a detenernos en lo que los
sabios caldeos nos han legado, otras plantean objeciones a partir de lo que
enseñan os profetas egipcios”.
La teurgia parte de
la premisa de que “estamos nosotros
inmersos en la presencia divina y alcanzamos nuestra plenitud por ella y
tenemos conocimiento de lo que somos en el conocimiento de los dioses”, que
son de naturaleza inteligible, pero también de “los géneros superiores que forman el cortejo de los dioses, me refiero
a los démones, héroes y almas puras” (De
Myst. I.3), todos ellos tienen sus cualidades especiales en el orden de la
procesión, y forman una escalera en el orden ascendente de la conversión, por
ello es de capital importancia comprender cuál sea la naturaleza de todos los
seres espirituales que integran los mundos sensible e inteligible: “En cuanto a los seres superiores y los que,
en tanto universales, contienen el principio, en los superiores son producidos
los inferiores, en los incorpóreos los cuerpos, en los poderes creadores las
cosas creadas, y por ellos que los contienen circularmente son dirigidos, y,
por tanto, las revoluciones celestiales del alma etérea, ante todo no dejan
nunca de existir en ellas, y las almas de los mundos, llegadas a su intelecto,
son perfectamente abrazadas por él y en él primariamente engendradas; y el
intelecto, tanto el particular como el universal, es abarcado por los géneros
superiores”, pues el Noûs es el “jefe y rey de los seres”.
La mistagogia
sagrada es una disciplina propia de la Teurgia, “entre los actos que ordinariamente se ejecutan en la teúrgia, unos
tienen una causa inefable y superior a la razón; otros, como símbolos, están
consagrados eternamente a los seres superiores; otros conservan alguna otra
imagen, como también precisamente la naturaleza generadora modela imitativamente
unas formas visibles de conceptos invisibles; otros se hacen en honor a la
divinidad o bien tienen como objetivo una asimilación cualquiera o incluso una
relación de parentesco; algunos, en cambio, nos procuran lo ventajoso para
nosotros o purifican de algún modo y liberan nuestras pasiones humanas o
apartan cualquier otro de los peligros que nos amenazan”, la purificación y
la elevación del alma hacia las realidades divinas sería el objetivo de la epoptías, las iniciaciones divinas que
producen ciertas visiones, de las que se habla en el capítulo siguiente.
Varios son los
rangos de los seres divinos, según sus cualidades y actividades, los primeros
son los dioses inteligibles, rectores de los órdenes superiores y del cosmos,
luego tenemos a los démones, que ejecutan y llevan a término las naturalezas
cósmicas y la providencia, los héroes aportan vida y razón, siendo referentes
espirituales para las almas, superior a los héroes tenemos a los ángeles que
tienen una vida inmaculada, y por encima de estos los arcángeles, aquí vemos la
influencia de las doctrinas cristianas y gnósticas en el arte sagrado pagano,
que mostró siempre un carácter multiplicador, frente al Cristianismo más
excluyente y dogmatizante; con los arcontes gnósticos y las almas divinas se
cierra la clasificación de los órdenes espirituales que muestra Jámblico en
esta obra. Pero el autor no se limita a enumerar los órdenes espirituales, sino
que nos da un verdadero manual de las prácticas epópticas: “Las imágenes de
los dioses irradian más luz, las de los arcángeles están llenas de una luz
sobrenatural y luminosas son las de los ángeles. Los démones dejan traslucir un
fuego turbio, los héroes una mezcla de más elementos, mientras que en el caso
de los arcontes los cósmicos difunden un fuego también más puro y los
materiales una mezcla de elementos distintos y opuestos; las almas difunden una
luz parcialmente visible, contaminada con numerosas mezclas de la generación”
(De Myst. II.4).
En definitiva,
tenemos en esta obra un auténtico manual de las visiones espirituales de las
que hablaba Plotino, así como de todas las demás prácticas místicas de las que
hablan los tratados de Hermes Trismegistos, volveremos a ver el sentido de las
estatuas de los dioses, el misterio de los nombres divinos, las distintas
mánticas, la astrología, lo que hoy se calificaría de manual sobre esoterismo,
es en esta época un texto fundamental que nos ilustra sobre las prácticas de
los sacerdotes helenistas, que recogieron las antiguas tradiciones sacerdotales
de los Templos de Egipto y Siria.
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