miércoles, 19 de noviembre de 2008

TEXTOS, PRISCILIANO: TRATADO VII O DEL PRIMER SALMO.

Ponemos a disposición de los lectores del blog, el texto completo del tratado VII de los tratados de Prisciliano, traducido de la edición de Ricardo Ventura, Casa da Moeda, Lisboa 2005.

El santo David, al instituir el magisterio de la enseñanza divina y establecer en los hombres el fundamento del verbo indisoluble, exultando en todo aquello para lo que había sido elegido, reveló la gloria de la naturaleza divina al exponer la obra del primer salmo, y dispuso la regla de vida para todos, diciendo: “Bienaventurado el varón que no anda en consejo de impíos ni camina por senda de pecadores, ni se sienta en compañía de malvados”. (Salmo 1,1)

Este salmo, como es el primero de todos, no tiene título en el encabezamiento, ya que, aquel que conoce lo que es primero (la naturaleza del pecado) y no lo practica, no se atribuye a sí mismo el título de ser posesión del pecado, tal como está escrito: “¿Pues quien se llamará a sí mismo? (Salmos 1, 1); y en otro pasaje: “la ley no fue hecha para el justo” (1 Timoteo 1, 9). Aunque la palabra profética reserve esto para Dios, lo único que podemos hacer, nos persuade aún, es servir a Dios Cristo, de forma que, “barrida la nube de los pecadores” (Isaías 44, 22) y retomado en nosotros el nacimiento de Cristo; si sabemos que Cristo es el principio de todo y reconocemos que el hombre es el habitáculo de Cristo, preparemos una morada digna de tal inquilino; que no se incline para el error de las ambiciones del siglo, o se deprave en la concupiscencia, o palidezca por la avaricia, sino que se vuelva morada enriquecida por el esplendor de la vida perenne, templo de Dios Cristo, testimonio de las leyes y digna morada del salvador, como dice Pablo: “sois templo de Dios y Dios habita en vosotros (1 Cor. 3,16); y en otro pasaje: “sabed que, si alguien destruyera el templo de Dios, que sois vosotros, Dios le destruirá” (1 Cor. 3, 17).

Porque si comprendemos, sabemos que somos el templo de Dios y que Dios habita en nosotros; mayor es entonces el temor a la culpa y más evidente el castigo del pecado, al tener por testigo, cada día, a Aquel Mismo a quien tenemos por juez, y a deber la muerte a aquel que sabemos que es el autor de la vida.

Como, en efecto, todos “somos cuerpo y miembros de Cristo (1 Cor. 6, 15). Si renacemos para la salvación es por misericordia y no por la naturaleza. Por eso, si aún no hemos evitado el camino de los pecadores ni los consejos de los impíos, estando prisioneros del nacimiento carnal y sometidos a los vicios del mal del mundo, sigamos al heredero de la vida eterna, “bautizados en Cristo y vestidos de Cristo” (Gálatas 3, 27), para no participar en aquello a lo que hemos renunciado, ni seamos infieles a aquel en quien creemos.

Por eso, comprendidas las palabras proféticas, sed tales cuales os hace vuestro Dios padre, sed tales cuales os configura la mano del Padre, porque la imagen y semejanza de Dios, que sois vosotros, no busca las trampas ni las seducciones de la corruptela, ni cualquier consejo de impíos, ni senda de pecadores, ni asiento de pestilencia, ni la astucia de la carne corruptible, ni la oficina del cuerpo manchado, tal como está escrito: “el cuerpo corruptible vuelve pesada al alma, y la morada terrestre oprime la mente pensativa (Sabiduría 9,15).
La morada terrena es, en verdad, la modulación del deseo, el golpe de la ira, la promesa incurable, las armas de la serpiente, la astucia del enemigo, la adulación del extraño, nuestra subyugación y su corruptela. A través de ésta insinúa sus artes el enemigo conquistador y, ocultamente, se insinúa el diablo con sus insidias, golpeando para atemorizar, halagando para engañar.

Al fin, el apóstol Pablo, para mostrarnos cuáles eran sus deseos y cuáles sus repugnancias, habló de la siguiente manera, dice: “pero siento otra ley en mis miembros que repugna a la ley de mi mente y me encadena a la ley del pecado, que está en mis miembros” (Rom. 7,23) y en otra parte: “Pues yo sé que no hay en mí, o sea, en mi carne, cosa buena, porque el querer el bien está en mí, pero el hacerlo, no. …Así, yo mismo, que con la mente sirvo a la ley de Dios, con la carne sirvo a la ley del pecado” (Rom. 7, 18 y 25). También el profeta dice sobre esto: “Sube a un alto monte, mensajera de buenas nuevas de Sión, alza con fuerza tu voz…no temas y di a este pueblo que toda carne es como el heno y toda gloria como la flor del heno: se ara el heno y la flor cae, pero la palabra del Señor permanece eternamente” (Isaías 40, 9, 6-8). Y en otro lugar: “escúchame pueblo mío: quienes os alegran os seducen y tuercen los pasos de vuestro camino” (Isaías 3, 12).

Si comprendemos la naturaleza de estas palabras y no tenemos consorcio con los vicios, alcanzaremos necesariamente “el reino que no puede poseer la carne y la sangre” (Cor. 15, 50)

Así pues, Rebeca, elegida para la fe del misterio actuante, viendo en su vientre las luchas de los dos pueblos, parió con dolor de parto a Esaú, que perdió el derecho de primogenitura y llevo a Jacob a la salvación, a quien Cristo hizo su heredero

Así también vosotros, queridos hermanos, obrando como esclavos fieles y, tal como está escrito, “hijos de Dios y co-herederos de Cristo” (Romanos 8, 17), en testimonio de la Revelación “purificad vuestras almas para la obediencia a la fe (1 Pedro 1, 22) no conformándoos con la ignorancia de la vida llena de deseos (1 Pedro 1, 14) de los cuales os avergonzabais (Romanos 6, 21), ni queráis recibir el salario del pecado (Rom. 6, 21 y 23), sino caminad en la ley del Señor” (Salmos 118, 1) entrando en el camino de las palabras de los Salmos, de forma que, Como un árbol plantado a la vera de un arroyo (Salmos 1, 3), regada por la verde fuente de la comprensión de las palabras divinas, “produzcáis racimos maduros (Apoc. 14) y frutos perdurables de vida honesta, que no producen el tiempo placentero del habitáculo corruptible, sino que son fecundados por la palabra divina. Y así, como hojas que no se marchitan (Salmos 1, 3), cubiertos por la luz perpetua de los mandamientos, podremos alejar (de nosotros) los suplicios de los pecadores y gozar del descanso de los justos por Jesús Cristo.

Saludos cordiales, Jesús Rodríguez

lunes, 17 de noviembre de 2008

Paracelso: Catecismo Alquímico


“P: ¿De dónde se derivan todas las cosas?
R: De la Naturaleza, una e indivisible.
P: ¿En cuántas regiones se separa la Naturaleza?
R: En cuatro regiones relevantes: lo seco, lo húmedo, lo cálido, lo frío, que son las cuatro cualidades elementales, de las que se originan todas las cosas.
P: ¿Cómo se diferencia la Naturaleza?
R: En macho y hembra.
P: ¿A qué podemos comparar a la Naturaleza?
R: A Mercurio.
P: Dad una definición concisa de la Naturaleza.
R: No es visible, aún cuando opera visiblemente; es simplemente un espíritu volátil, completando su trabajo en el cuerpo, y animado por el espíritu universal: el aliento divino, el fuego central y universal, que vivifica todas las cosas que existen.
P: ¿Cuáles serían las cualidades que deben poseer los estudiosos de la Naturaleza?
R: Deberían ser como es la Naturaleza. Es decir, sinceros, simples, pacientes y perseverantes.
...


P: ¿Dónde almacena sus semillas la naturaleza metálica?
R: En los cuatro elementos.
P: ¿Con qué materiales puede el filósofo solo realizar cualquier cosa?
R: Con el germen de una materia dada: este es el elixir o quintaesencia, más precioso y mucho más útil, al artista, que la Naturaleza misma. Antes que el filósofo haya extraído la semilla, o germen, la Naturaleza, en su propio interés, estará dispuesta a pagar su deuda.
P: ¿Cuál es el germen o semilla de cualquier sustancia?
R: Es la más sutil y perfecta decocción y digestión de la sustancia misma: o mejor, es el Bálsamo de Sulfuro, que es idéntico con la Humedad Radical de los Metales.
P: ¿Qué es lo que engendra esta semilla o germen?
R: Es engendrado por los cuatro elementos, sujetos a la voluntad del Ser Supremo y a través de la directa intervención de la imaginación de la Naturaleza.
P: ¿De qué modo operan los cuatro elementos?
R: Por medio de un movimiento incesante y uniforme, cada uno de acuerdo a su cualidad, depositando su semilla en el centro de la tierra, donde es sometida a acción y digerida, y subsecuentemente expelida hacia una dirección externa por las leyes de movimiento.
P: ¿Qué es lo que los filósofos entienden por el centro de la tierra?
R: Un cierto vacío ubicado donde nada puede reposar, y cuya existencia es supuesta.
P: ¿Dónde, entonces, los cuatro elementos expelen y depositan sus semillas?
R: En el ex-centro (área excéntrica) o en el margen de la circunferencia del centro, el que, luego que se ha apropiado de una porción, expulsa el remanente en la región de excremento, escoria, fuego y caos informe.
...
P: ¿De qué modo los elementos procrean esta semilla?
R: Para una completa elucidación de este punto, se debe observar que hay dos elementos densos y pesados y dos que son volátiles en carácter. Dos, del mismo modo, son secos y dos son húmedos, uno de los cuatro excesivamente húmedo. Son también masculino y femenino. Ahora, cada uno de ellos tiene una marcada tendencia a reproducir su propia especie en su propia esfera. Más aún, nunca están en reposo, sino que interactúan perpetuamente, y cada uno separa, fuera y por sí mismo, la parte más sutil. Su lugar general de encuentro es en el centro, aún en el centro de Archeus, ese sirviente de la Naturaleza, donde yendo a mezclar sus varias semillas, ellos se agitan y finalmente las expelen hacia el exterior.
P: ¿Cuál es la verdadera materia prima de todos los metales?
R: La materia prima, propiamente dicha, es dual en su esencia o es en sí misma de una naturaleza doble; una, de ningún modo, puede crear un metal sin el concurso de la otra. La primera y más destacada esencia es una humedad aérea, añejada con un aire cálido, en la forma de un agua espesa, que se adhiere a toda sustancia indiscriminadamente, sea pura o impura.
P: ¿Cómo ha sido llamada esta humedad por los Filósofos?
R: Mercurio.
P: ¿Por quién es gobernada?
R: Por los rayos del Sol y la Luna.
P: ¿Cuál es la segunda materia?
R: El calor de la tierra; dicho de otro modo, es el calor seco que es llamado Sulfuro por los Filósofos.
P: ¿Puede el entero cuerpo material ser convertido en semilla?
R: Solamente su 1/800 parte; esto es, la que es segregada en el centro del cuerpo en cuestión, y que puede ser visto, por ejemplo, en un grano de maíz.
P: ¿Qué utilidad tiene el bulto de la materia en relación a la semilla?
R: Es útil para salvaguardarla contra el excesivo calor, frío, humedad o aridez y, en general, de toda inclemencia dañina, contra lo que el bulto de la materia actúa como un recipiente.
P: ¿Podrían aquellos artistas que pretenden reducir la totalidad de a la materia de cualquier cuerpo en semilla, obtener cualquier ventaja del proceso, suponiendo que ello fuera posible de hacer?
R: No; por el contrario, su labor sería totalmente improductiva porque nada que es bueno puede ser llevado a cabo por medio de una desviación de los métodos naturales.
P: ¿Qué se debería hacer entonces?
R: La materia debe ser eficientemente separada de sus impurezas, pues no hay metal, sea cual fuera su grado de pureza, que este totalmente libre de imperfecciones, aunque éstas varíen en grado. Todo lo superfluo, cortezas y escorias deben ser extraídas y purgadas de la materia a los efectos de descubrir su semilla.
P: ¿Qué debería recibir la más delicada atención del Filósofo?
R: Seguramente, el extremo último de la Naturaleza, o su fin, y esto de ningún medio debe ser buscado en los metales vulgares, ya que, al estar ya trabajados o extraídos de la mano del forjador, no puede ser encontrado allí.
P: ¿Cuál es precisamente la razón?
R: Porque los metales vulgares, y principalmente el oro, están absolutamente muertos mientras que los nuestros, por el contrario, son absolutamente vivientes, y poseen alma.
P: ¿Cuál es la vida de los metales?
R: No es otra sustancia que Fuego, cuando están todavía alojados en la mina.
P: ¿Cuál es su muerte?
R: Su vida y muerte son en realidad un principio, pues ellos mueren, como viven, por el fuego, pero su muerte es de un fuego de fusión.
P: ¿Cómo son los metales concebidos en el vientre de la tierra?
R: Cuando los cuatro elementos han desarrollado su poder o virtud en el centro de la tierra, y han depositado sus semillas, el Archeus de la Naturaleza, en el curso de un proceso destilatorio, los sublima superficialmente por medio de una calidez y energía de movimiento perpetuo.
P: ¿En qué se resuelve el viento mismo cuando es destilado a través de los poros de la tierra?
R: Se transforma en agua, cuando todas las cosas florecen; en este estado es meramente un vapor húmedo, fuera del que es subsecuentemente evolucionado el principio original de todas las sustancias, y el que también sirve como materia prima de los Filósofos.
P: ¿Qué es el principio original, que es empleado como materia prima por los Niños del Conocimiento en su accionar filosófico?
R: Es esta materia idéntica la que, en el momento que es concebida, recibe una forma permanente e incambiable.
P: ¿Son Saturno, Júpiter, Marte, Venus, Sol, Luna, etc., fundados separadamente con semilla individual?
R: Una es común a todos; sus diferencias surgen por la localidad de la que derivan, sin hablar de que la Naturaleza completa su trabajo con mayor rapidez en la procreación de la plata que en la del oro, y así de los otros metales, cada uno en su propia proporción.
P: ¿Cómo se forma el oro en las entrañas de la tierra?
R: Cuando este vapor, del que hemos hablado, es sublimado en el centro de la tierra, y cuando ha pasado a través de lugares cálidos y puros, donde una viscosidad sulfúrea adhiere a los canales, entonces este vapor, al que los Filósofos han denominado su Mercurio, se adapta y une a esta viscosidad, la que es sublimada por él; de esta amalgama se produce una cierta untuosidad, la que abandonando la forma vaporosa asume la de viscosidad, siendo sublimada a otros lugares que han sido limpiados por este precedente vapor, y la tierra por tanto se ha hecho más sutil, pura, y húmeda; esto llena los poros de esta tierra, los une entre sí, y el oro es producido como resultado.
P: ¿Cómo se engendra Saturno?
R: Esto ocurre cuando la mencionada untuosidad o viscosidad, pasa a través de lugares totalmente impuros y fríos.
P: ¿Cómo es obtenida Venus?
R: Se produce en lugares donde la tierra misma es pura, pero manchada con un sulfuro impuro.

MAGIA Y ALQUIMIA EN LAS CORTES DE LOS PRÍNCIPES RENACENTISTAS

LA ALQUIMIA Y LOS PRINCIPES PROTESTANTES: LA CORTE DE ISABEL I DE INGLATERRA, LA CORTE DE HEIDELBERG, EL DUQUE DE WURTENBERG Y EL LANDGRAVE DE KASSEL-HESSE.

Razones no sólo culturales sino también aparentemente prácticas, llevaron a gran parte de los príncipes protestantes a dar protección a magos y alquimistas en sus cortes, hasta el punto de permitir especular con la posibilidad de que dichos personajes fueran embajadores de reyes y príncipes en las más diversas intrigas. Lo cierto es que estos personajes se encontraron en los lugares y momentos definitivos en el acontecer de la etapa histórica de la segunda mitad del siglo XVI y los años previos a la Guerra de los Treinta Años. Tal es el caso de John Dee, Giordano Bruno o Michael Maier.


a) EL MAGO EN LA CORTE DE ISABEL I DE INGLATERRA:

Isabel I es coronada Reina de Inglaterra en 1559, donde reina hasta su muerte en 1603. La llamada Reina Virgen consolidó la Reforma de la Iglesia Inglesa, iniciada por su padre Enrique VIII y difundió un ideal de Imperio Inglés, donde la Reina era igualmente la cabeza de la Iglesia, recuperando el mito anglosajón del Rey Arturo y la Tabla Redonda. En 1603, con la extinción de la Casa Tudor, sube al Trono de Inglaterra, Jaime I Estuardo, Rey de Escocia. Jaime I carece de la visión idealista e imperialista de su antecesora, y grava en el pueblo la desconfianza que terminará con la vida de su sucesor. Jaime I, monarca inseguro, había escrito un libro Daemonologie, publicado en Edimburgo en 1597, donde el Rey hace una declaración de principios con relación a las artes negras, entre las que puede contarse toda la magia cabalística del Renacimiento, cuyos exponentes eran, sin duda, el Abad Trithemius, Cornelio Agrippa y Giordano Bruno.

Las tendencias intelectuales de una y otro monarca son encarnadas por dos figuras fundamentales del pensamiento inglés: John Dee (1527-1608), que indudablemente encarna el ideal caballeresco y renacentista de la Corte de Isabel, plasmado en la obra General and rare memorials pertayning to the Perfect Arte of Navigation, 1577; y Francis Bacon (1560-1626) completamente antagónico a Dee, por lo que evita las matemáticas y la filosofía neoplatónica en el diseño de su método científico inductivo moderno, Bacon contó con el total apoyo del Rey Estuardo, que le nombró Lord Canciller, sus grandes obras fueron The Advancement of Learning, 1605, y Novum Organum, publicado en 1620.

La pacífica victoria de Bacon sobre Dee es la victoria del pensamiento racional frente al mundo imaginario de la magia renacentista, esta contienda en Europa continental adoptó formas mucho más violentas, como fue la Contrarreforma y la Guerra de los Treinta Años.

John Dee nace en el seno de una ilustre familia próxima a la Corte de Enrique VIII, su familia tuvo un contacto estrecho con la familia Dudley, aristócratas partidarios de la reforma radical. Dee fue preceptor de Robert Dudley, Conde de Leicester, favorito de la Reina Isabel, lo que le permitió gozar de gran aceptación por parte de la Reina, aunque siempre mereció cierta desconfianza entre los miembros de la Corte. Era una persona inquieta e ingeniosa, con una especial facilidad por las matemáticas. Tras la publicación en 1570 de los Elementos de Euclides en inglés, donde figuraba un prólogo suyo, se formó un círculo en torno a la persona de Dee, en el cual éste ejercía de maestro, con destacadas personalidades de la Corte, como fueron el propio favorito de la Reina, Lord Leicester, su sobrino Philip Sidney, Walter Raleigh y Edward Deyer, entre otros. En su mansión de Mortlake recopiló una de las más importantes bibliotecas europeas de su tiempo. La Reina le nombró astrólogo real y lo mantuvo junto a ella, hasta el año 1583, fecha en la que comienza un viaje por Europa, junto con su compañero Edward Kelley, que le llevarán a la Corte de Praga de Rodolfo II y a inmiscuirse en intrigas políticas con relación a la sucesión al Trono de Polonia.



El pensamiento de Dee bebe de distintas fuentes típicas del Renacimiento: la filosofía de Llull, la Cábala cristiana de Reuchlin, las matemáticas pitagóricas del Timeo, el pensamiento hermético y neoplatónico italiano, y sobretodo, la filosofía mágica de Cornelio Agrippa. Dee, como Giordano Bruno, lleva a un extremo la visión mágica del mundo fruto del pensamiento renacentista. Semejante visión le cerró definitivamente las puertas del temeroso monarca Estuardo, que prefirió con mucho a Bacon, pues este último había limpiado escrupulosamente su filosofía de cualquier rastro que le pudiera asociar a Dee, llegando a crear un método científico totalmente antagónico al pensamiento renacentista de Dee, y que finalmente es el que inspirará a todo el movimiento científico de los siglos venideros.

John Dee es autor de una importante obra en torno a un signo astrológico que aparecerá más tarde en diferentes tratados herméticos, como por ejemplo, en la invitación a las Bodas Alquímicas en Chymische Hochzeit Christiani Rosencreutz Anno 1459, y que es la Monas Hieroglyphica, publicado en Amberes en 1564. El estudio de la Mónada se divide en 24 teoremas, que al igual que los Elementos de Euclides, comienza con el punto, la línea y el círculo. Se trata de una serie de consideraciones matemáticas, astrológicas, cabalísticas y simbólicas, del jeroglífico más perfecto: la Mónada, dirigido principalmente a “gramáticos” y donde “el médico experto podrá fácilmente comprender, a través de éstas, la mística voluntad de Hipócrates, pues sabrá qué debe ser añadido y suprimido y de dónde, y reconocerá de buen grado, en lo sucesivo, que su arte y la medicina están contenidos en el gran compendio de nuestra Mónada. El Berelístico podrá aquí ver, excelentísimamente, en una lámina cristalina, todo lo que se agita en la tierra o en el agua, bajo el cielo de la Luna, y en un carbúnculo o piedra Adam explorará toda región aérea e ígnea. Y si la especulación vigésimo primera de nuestra Mónada jeroglífica satisface al Voarchedúmico y le proporciona Voarch Beth Adumoth para su especulación, éste confesará que no es preciso, para alcanzar la Filosofía, viajar a las Indias o a las Américas.”

En 1583 John Dee viaja a Cracovia y un año después Praga. En Praga, Dee mantiene un contacto estrecho con el embajador español, Guillén de San Clemente, que era un entusiasta de Llull, y que más tarde acogerá en Praga a Giordano Bruno. Bruno dedica a San Clemente su obra De specierum scrutinio et lampade combinatoria Raymundi Lullii. Igualmente, Dee mantuvo una estrecha relación con Guillermo de Rozmberk, señor de Trebona, gran mecena de alquimistas, al igual que su hermano Peter Wok de Rozmberk, gran amigo del Consejero de Heidelberg, Christian von Anhalt.

En 1587, fecha en Polonia rechaza la candidatura al trono del hermano del Emperador Rodolfo II, John Dee regresa discretamente a Polonia, y en 1589 a Inglaterra. Antes de su partida hacia el Continente Dee conoció al principe Albert Laski por medio del Conde de Leicester; en 1583, Giordano Bruno llega a Inglaterra, cuando Dee acaba de marcharse, y entra en contacto con el Círculo de Leicester, donde conoce igualmente al principe Laski, al que acompaña a Oxford. En Cracovia, Dee se relacionará con un destacado hermetista Annibale Rosseli autor del libro: Pymander Hermetis Mercurii Trismegistus.

La Inglaterra de 1589 no es la misma, Philip Sidney había muerto en Holanda en 1586, su tío el Conde de Leicester murió habiendo perdido el favor de la Reina, en 1588; y la Reina Isabel celebraba la gran victoria sobre la Armada Invencible en agosto de 1588. Dee no recuperó su lugar en la Corte, vivió con grandes dificultades, y tuvo que trasladarse a Manchester en 1596 para dirigir un colegio. En 1597 la Biblioteca de Mortlake es incendiada por un grupo de personas, y las acusaciones de brujería no cesarán. En 1603 sube al trono Jaime I Estuardo, que había escrito un libro sobre demonología y estaba bastante obsesionado con el tema de la brujería, por lo que la situación de Dee empeora a partir de dicho año, muriendo en Mortlake en 1608 en la más absoluta miseria.

b) LA CIUDADELA MAGICA DE HEIDELBERG:

c) EL DUQUE ANGLOFILO DE WÜRTENBERG:

En 1604 fue dedicada al duque de Würtenberg la obra Naometría de Simón Studion, una obra cabalística en la que, por medio de cálculos numerológicos basados en las medidas del Templo de Salomón, se efectúan una serie de profecías.

LA ALQUIMIA Y LOS HAUSBURGO: FELIPE II Y RODOLFO II

FELIPE II:

“En verdad que aunque yo soy incredulo destas cosas, que desta no lo estoy tanto, aunque no es malo serlo, porque si no saliese, no se sintiese tanto; pero de lo que hasta agora se ha visto y a vos os parece, asi de la obra como de las personas, no estoy tan incredulo como lo estuviera si esto no fuera asi; pero ya presto veremos el fin, conque todos nos acabaremos de asegurar, y muy bueno es acordarlo, como decis. Lo de ayer he hallado bueno y que se ha hecho obra: dinero anda al cabo.”

a.1) La desesperada búsqueda de oro:

a.2) Arias Montano y la Familia Charitatis: (p 34-35 y nota 126, relación de la familia con Phillip Sidney y John Dee)

a.3) Juan de Herrera y el lulismo: (la Real Academia de Matemáticas y Ciencias de Madrid)

RODOLFO II:

1) Notas biográficas:

Nace en Viena, el 18 de julio 1552, bajo el signo de Cancer, en una Hofburg completamente enlutada por la muerte del heredero Fernando, muerto al año de nacer. Hijo del Emperador Maximiliano II y María, hija de Carlos V y prima hermana de su marido. Es el segundo varón después de Fernando; Ana su hermana mayor se casará con Felipe II; Ernesto, un año menor, le acompañará a España; les siguen: Isabel, María, Matías, que en 1611 le arrancará el trono de Bohemia y le sucederá en el Trono Imperial, Maximiliano, Alberto, Wenzel-Ladislao, Federico, María, Carlos, Margarita y Leonor.

La primera gran contradicción en la vida de Rodolfo es la declarada confesión de su padre Maximiliano de las doctrinas protestantes de Lutero, de las que deberá abjurar para acceder al Trono Imperial, frente a la intolerante herencia católica de Carlos V, que encarna su madre, María de Habsburg.

En 1564, a los doce años, Rodolfo y Ernesto abandonan Viena para dirigirse a Madrid, a la corte de su tío Felipe II, puesto que el poderoso monarca español y el Papa Pío IV desconfían de la abjuración de la fe protestante de su padre Maximiliano, coronado aquel mismo año Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico.

El Archiduque Rodolfo y su hermano recibirán una esmerada educación en los principios de la Contrareforma, bajo la atenta y diaria supervisión de Felipe II, lo que llevará al Archiduque a adoptar la actitud de la rigurosa etiqueta española y los modales de un Infante de España. Es en esta época donde podría haber tenido los primeros contactos con la Alquimia.

En 28 de mayo de 1571, Rodolfo abandona Madrid para dirigirse a Hungría, donde en 26 de octubre de 1572 es coronado rey. El Emperador Maximiliano II tiene como principal objetivo asegurar la sucesión en el Trono imperial a su hijo Rodolfo, la clave es la Corona de Bohemia. En 22 de febrero de 1575 el Emperador convoca la Dieta Imperial en Praga, y en 22 de septiembre de 1575, Rodolfo es consagrado Rey de Bohemia, en la Catedral de San Guido. Este será el primer contacto de Rodolfo con la mágica ciudad de Praga. Y la Corona de San Venceslao es el primer estadio hacia la Dignidad Imperial, el Trono de los Divinos Césares y de Carlomagno.

Poco después Maximiliano II convoca la Dieta Imperial en Ratisbona para hacer elegir a Rodolfo Rey de Romanos, último paso previo al Imperio. Rodolfo permanece en Praga. En la Dieta el Emperador cae gravemente enfermo. El embajador de España, en nombre de Felipe II pide el voto de los Siete Príncipes Electores para Rodolfo. Rodolfo llega a Ratisbona justo para ver morir a su padre, envuelto en el escándalo: el Emperador rechaza los últimos sacramentos, y muere como un buen protestante, el 25 de junio de 1576.

Tras los funerales de su padre, que es enterrado en Praga, Rodolfo es elegido Emperador el 27 de octubre de 1576, y coronado el 1 de noviembre, día de todos los Santos Difuntos. De 1576 a hasta 1583 reina en el Imperio desde su capital, Viena. En la Hofburg, el Emperador comienza a amasar una importante colección de obras de arte y a ganarse fama de humanista. Su desmedido afán por evitar las guerras y cualquier operación costosa y que pueda minar la paz del Imperio se refleja claramente en la Dieta de Augsburgo de junio de 1582, donde el Emperador rechaza una importante campaña contra la constante amenaza turca.

Tras la epidemia de peste de 1583, el Emperador instala definitivamente su Corte en el Castillo de Hradcany, que se dedicará a engrandecer y embellecer, a fin de dar cabida a una incalculable corte de artistas y sabios consagrados a estudios alquímicos, astrológicos y mágico-científicos (tal como lo define F. A. Yates en El Iluminismo Rosacruz, que se salta el episodio de los charlatanes, tan destacado por los biógrafos de Rodolfo).

Desposeído en 1608 por su hermano Matias de la Corona de Hungría, dada la pasividad demostrada por el Emperador frente a turcos y sediciosos, es recluido en 1611 por su hermano en el Hradcany, mientras sufre mortalmente enfermo, como Matias le arrebata la Corona de Bohemia. El 20 de enero de 1612 muere en Praga Rodolfo II tras una terrible agonía.

Rodolfo II nunca se casó, mantuvo un gran harén de mujeres imperiales, de entre las que terminó por elegir a una, Katerina Stradova, con la que mantuvo una relación sentimental, de la que nacerían seis hijos bastardos, y que finalmente terminará por aburrir. En sus devaneos amorosos cogió la sífilis, terrible enfermedad cuyo tratamiento le produjo la hidropesía que terminará con su vida. El artista Archiboldo representó al Emperador con una inmensa nariz roja de hortaliza, poniendo de manifiesto la marca inclinación del Rodolfo II por el alcohol.

La escandalosa vida personal del Emperador le llevó a importantes conflictos con Roma. Por otra parte, la amenaza del partido católico encabezado por Matias, obligó a Rodolfo II a firmar en 1909, un Edicto con el que se reconocía oficialmente a la Iglesia de Bohemia.

Versión menos pesimistas es la de Frances A. Yates, que mantiene que “bajo el reinado de Rodolfo, Praga fue una ciudad del Renacimiento llena de influencias renacentistas tales como se habían desarrollado en la Europa occidental”. Lo cierto es que Rodolfo II se ganó la misma fama que otros personajes del Renacimiento tardío, como fueron Dee, Bruno o Agrippa.

2) Arte y ciencia rodolfina:

El castillo de Hradcany fue durante tres décadas aproximadamente (de 1583 hasta 1611), centro de un gran actividad artística y científica, tal como la describe de forma un tanto entusiástica Yates. Como toda Corte Renacentista parece que contó con una Academia, de inspiración platónica, pero principalmente consagrada a la Alquimia, una importante Biblioteca y hasta un Zoológico.

En el campo del Arte los gustos imperiales se decantan por la pintura manierista de finales del siglo XVI, pese a que en el Hradcany llegó a almacenarse una gran colección de pinturas de todos los grandes maestros del Renacimiento. El principal pintor de la Corte fue el satírico Giuseppe Arcimboldo, le sigue el especialista en temas mitológicos Hans von Aachen. Entre los escultores destaca Adriaen de Vries, autor de diferentes bustos del Emperador. Una corte de unos cuarenta pintores y escultores venidos de todos los países trabajaron en el Hradcany.



En cuestiones arquitectónicas Rodolfo II se contagió en la Corte de Madrid del afán constructor de su tío Felipe II. Los años que permaneció en España coinciden con el desarrollo de importantes proyectos arquitectónicos, de los que son un ejemplo el Alcázar de Madrid, bajo la dirección del arquitecto real Juan Bautista de Toledo y las reformas efectuadas en el Palacio del Pardo. Entre las disciplinas aprendidas en España, Rodolfo estudió matemáticas, según el programa que más tarde se desarrollaría en la Real Academia de Matemáticas, dirigida por Juan de Herrera, y que contaba con asignaturas inteligibles: aritmética y geometría, y asignaturas sensibles: mecánica, astrología, perspectiva, pesos y medidas, música y numerología. En Praga, Rodolfo se dedicó a engrandecer y embellecer el Castillo de Hradcany. En torno al año 1601, Rodolfo conoce en Praga la obra del jesuita Juan Bautista Villalpando y Jerónimo Prado, del Círculo de Herrera: In Ezechielem Explanationes et Aparatus Urbis ac Templi Hierosolymitani, donde Villalpando reconstruye el Templo de Salomón combinando las medidas bíblicas, las profecías de Ezequiel y las teorías de Vitruvio.

No se puede hablar ni de literatura ni de música en el mundo del arte rodolfino, el emperador tiene una clara inclinación hacia el concepto hermético de arte, donde goza de un especial protagonismo la imagen mitológica y alquímica.

En el terreno de la ciencia destaca la presencia del filósofo matemático inglés John Dee llegado a Praga en agosto de 1584, después de visitar Polonia, permanece junto con su compañero de viaje, el alquimista Edward Kelley, hasta que en 1587 razones políticas aconsejan alejarse del Emperador y volver a Polonia, puesto que Dee nunca queda desvinculado de la Reina Isabel de Inglaterra, nada querida por Rodolfo II.

Tras la marcha de Dee, llega a Praga en 1588, Giordano Bruno. Bruno permaneció en Inglaterra, principalmente en Oxford entre 1583 y 1585, después viaja a Francia y Alemania, para terminar en Praga, pocos meses después de la marcha de Dee. Giordano Bruno permanece en Praga hasta 1592, fecha en que aceptando una invitación regresa a Italia, donde será apresado por la Inquisición y quemado en Roma en 1600.

Tanto Dee como Bruno tienen una marcada influencia del ocultista alemán Cornelio Agrippa, cabalista hermético con una fuerte tendencia hacia la magia. En Praga existe una importante escuela de Cábala en torno al Rabino Yehuda Löw ben Betsalel, el Rabí Löw que en 16 de febrero de 1592 mantiene una secreta entrevista con el Emperador. Al respecto, Yates en su esmerado intento de eliminar todo rastro de desequilibrio en la figura de Rodolfo II, y presentarlo brevemente como una Príncipe Renacentista, llega a afirmar que Juan Pistorius, confesor del Emperador algunos años en torno al 1600, era cabalista, cuando el tal padre Pistorius era un teólogo, médico y jurista, designado por Roma, encargado de aliviar la conciencia del Emperador.

En el campo propiamente de las ciencias, destaca la figura de Tycho Brahe (1546-1601), astrólogo y matemático danés, que pese a rechazar la visión de Copérnico, ha descubierto infinidad de estrellas. Llegado a Praga en 1599 por invitación imperial, es sin duda la causa de la posterior llegada a Praga, en febrero de 1600, de Johannes Kepler (1571-1630), continuador del sistema de Copérnico. Kepler es indudablemente un neoplatónico tal como demuestran sus obras Astronomia Nova, Mysterium Cosmographicum y Harmonices Mundi. Kepler permanece en el Hradcany hasta la misma muerte del Emperador en 1612.

3) La Alquimia:

Sin embargo, y pese al interés variable del Emperador, la Corte de Rodolfo II es famosa por haber albergado de forma abierta y notoria a alquimistas de toda especie. Durante el reinado de Rodolfo en Praga, existían tres importantes centros alquímicos en el Reino de Bohemia: 1. En Praga: el Hradcany y el famoso barrio de Malá Strana, próximo al castillo. 2. Guillermo de Rozmberk (1535-1592) instaló laboratorios de alquimia sobre todo en el sur de Bohemia, en Krumlov, importante capital donde residió Edward Kelley cuando perdió el favor del Emperador, Trebon y Prachatice, y al norte en Roudnice, donde instalará importantes alquimistas de la época, en abierta competencia con el Emperador. 3. El tercer centro, al norte de Praga, en Budyne, donde el aristócrata y alquimista Jan Zbynek Zajíc de Hazmburk, autor de varios manuscritos, instala su laboratorio.

El Emperador había fundado en su corte una Academia Científica cuya principal disciplina era la Alquimia, presidida por el médico del Emperador Tadeás Hájek de Hájek, que fue igualmente matemático, astrónomo, botánico y conocedor de los Textos Herméticos. Hájek denunció varios intentos de fraude, en una Academia donde trabajaron más de 200 alquimistas.

Alquimista propiamente checo fue Bavor Rodovský de Hustisany (1526-1600), vivió en Praga y trabajó al servicio del Emperador, dejó cuatro extensos tratados de alquimia escritos en checo, fue finalmente encarcelado en la Torre Negra del Hradcany. Igualmente destaca Vaclav Lanvin, médico y autor del Tratado del Cielo Terrenal.

Venidos de otros países: John Dee y Edward Kelley que trabajaron en Praga, Michel Sendivoj, el propio Tycho Brahe, Denis Zachaire, Nicolás Bernaud y los seguidores de Paracelso: Oswald Croll y Martín Ruland.

Merece ser destacado que la obra de Heinrich Khunrath: Amphitheatrum Sapientiae Aeternae fue editada en 1602 con el Privilengio concedido por el Emperador Rodolfo II, en fecha 1 de junio de 1598, fecha en la que estuvo en Praga. Igualmente, Michael Maier estuvo en la corte de Rodolfo II desde 1597 hasta la muerte del Emperador en 1612, en 1608 el Emperador le nombra Conde Palatino, y solicita del Emperador incorporar a sus armas, el emblema hermético de un águila unida por una cadena a un sapo, en honor de Avicena. Tras la muerte de Rodolfo, Maier viaja a Amsterdam y Londres, donde contacta con destacados personajes del mundo hermético, como son Robert Fludd y William Paddy. En 1618 dedica su libro Viatorium a Christian von Anhalt, consejero del Elector Palatino, cuyo médico particular fue el seguidor de Paracelso Oswald Croll. Y en 1619 se convierte en el médico particular del Landgrave Mauricio de Hesse.

Saludos,

Juan Almirall

miércoles, 12 de noviembre de 2008

CICLO MÍTICO DEL MANIQUEISMO


El ciclo mitológico del autor persa Mani (216 – 277) tiene una gran importancia para comprender la problemática que plantea Agustín de Hipona, cuya teoría sobre el origen del mal viene totalmente condicionada por su convivencia y posterior rechazo de las tesis maniqueas. El maniqueísmo bebe de la fuente gnóstica, que combina con el dualismo de la religión persa, fundada por Zoroastro. Sus dos principios: Ohrmuz o Auramazda y Ahriman, Dios y el demonio, se transforman en Luz y Tiniebla. Se trata de una cosmología con elementos helenísticos, donde vemos una nueva interpretación de los dos primeros principios de Platón, el Uno y la Díada, como Luz y Tiniebla, dos realidades materiales, idea que coincide, al menos de planteamiento, con el estoicismo.

Fases del ciclo mítico:

1ª.- LOS DOS PRINCIPIOS: Se trata de dos principios coetáneos: “Bendito el que comprende que ellos no surgieron uno de otro, ni que vinieron uno de otro. ¡Ellos no vinieron de uno!” (Keph. Copto 2). Los dos principios originarios que determinan el dualismo maniqueo, en el texto citado, expresamente se niega la procedencia de un principio del otro, es decir, la díada de la mónada, o la procedencia de un tercero, origen de ambos, es decir, de un único principio todavía más antiguo del que hubieran salido los dos. De manera que se eleva a la Díada al principio de todo. Se trata de una cosmología materialista, pues ambos principios son sustancias, muy en la línea del estoicismo, pues como veremos no son principios incorporales, como los entes incorporales del Neoplatonismo, los inteligibles, que se identifican con las Ideas de Platón, o los Eones de los gnósticos.

Estos principios se corresponden e identifican con las divinidades mítico persas Ohrmuz y Ahriman. En los textos maniqueos se les llama unas veces principios, otras sustancias, otras naturalezas e incluso raíces, lo que nos recuerda a las dos raíces de la cosmología china: Yin y Yang, origen de sus cinco elementos, lo que tiene cierta concordancia con la cosmología maniquea, aunque no son del todo coincidentes, pues los cinco elementos chinos proceden de las relaciones mutuas entre las dos raíces, sin embargo, veremos que los elementos de la Luz son sólo de ésta, no son producto de la relación con Tiniebla. Y así, introducimos los nombres más comunes con los que se conoce a estos principios: Luz y Tiniebla. Tienen también un correlativo moral: bien y mal, o incluso una denominación personal, dios y demonio. Se trata de realidades corporales, y por tanto habitan en sus propias regiones, la Luz mora al norte, este y oeste, y Tiniebla en el sur. Por tanto, vemos que no hay simetría perfecta entre ambos principios, Tiniebla es considerablemente inferior en todo. Los autores Neoplatónicos, como Alejandro de Licópolis, vieron en estos dos principios un equivalente a Dios y materia.

2ª.- LOS TRES TIEMPOS: Se trata de las diferentes etapas de relación mutua entre los dos principios: un primer momento, llamado creación, de independencia de los principios; un segundo momento, llamado mezcla, caracterizado precisamente porque estos dos principios entran en contacto y se mezclan; y un tercer momento, llamado separación, en la que se disuelve la mezcla, y se produce la redención de los elementos de la Luz, y la desaparición de la tierra, que existe en tanto que receptáculo de la mezcla de los dos principios.

3ª.- LA LUZ: El principio Luz está, a su vez, compuesto por cinco elementos luminosos: el Aire o Noûs; la Luz o Énnoia (pensamiento); el Agua o Phrónêsis (discernimiento); Viento o Enthýmêsis (intención, procede de la raíz timo, es decir, se corresponde con la zona emocional, el alma irascible); y el Fuego o Logismós (el Fuego identificado con el Logos, es propio del estoicismo). La Luz también es denominada eón, y se trata de una hipóstasis, y también son eones las emanaciones de la Luz. Esta es una denominación gnóstica, como los Arcontes de los distintos planetas, que son demonios como en el gnosticismo.

4ª.- TINIEBLA: A menudo es designada con el término griego: hýlê (materia) lo que le aproxima a la concepción platónica de la khôra (receptáculo) del Timeo. Se trata de un fuego oscuro, expresado en términos más míticos que filosóficos, como el fuego de la pasión origen del mal. Sus elementos son el humo, el fuego, el viento, el agua y la tiniebla. Y así como el reino de la Luz tiene a su cabeza visible en el Padre de la Grandeza, el reino tenebroso está dominado por el Arconte supremo, el Diablo o Príncipe de las Tinieblas.

5ª.- LA MEZCLA: Pues sucedió que los habitantes del reino del sur llegaron hasta las fronteras de la gloriosa Tierra de la Luz, y pudieron contemplar la hermosa visión, y de ahí nació el deseo de Tiniebla de poseer el reino de la Luz. Y así, las hordas de las Tinieblas, dejaron de luchar entre ellas, para unirse con un único propósito común, invadir el reino de la Luz. Así comienza la primera guerra. El Rey de la Luz proyectó castigar a Tiniebla, “pero carecía de mal con el que poder castigar: en efecto, no hay mal en la morada de Dios” (según el testimonio de Alejandro de Licópolis, CDM, p. 5). De aquí surgirán las primeras emanaciones de la Luz, cuya misión era vencer al mal, y en esta lucha se produce el cosmos en el que vivimos, y en nosotros se reproduce la lucha entre la Luz y las Tinieblas.

6ª.- LAS PRIMERAS EMANACIONES DE LA LUZ: Los maniqueos hablan de emanación y no de generación como los cristianos. Del Padre de la Grandeza procede la primera emanación femenina: la Madre de la Vida, y de esta al Hombre Primordial, quien combatirá directamente las tinieblas, y por tanto, el Hombre Primordial se convertirá en el verdadero adversario de las Tinieblas, dispuesto a defender el Reino de la Luz. Para ello, el Hombre Primordial evoca nuevas emanaciones: el aire, el viento, la luz, el agua y el fuego. El Hombre Primordial y sus cinco hijos son engullidos por Tiniebla y olvidan su origen luminoso, con el fin de crear el cosmos de la mezcla, pues elementos luminosos son mezclados con las sombras, así, esta aparente derrota, es las estrategia de la Luz, para vencer a las tinieblas, precisamente mezclando los elementos. Este es el ciclo de la captura de la Luz.

7ª.- LAS SEGUNDAS EMANACIONES DE LA LUZ: Así nuevas emanaciones son llamadas para dirigirse al cosmos y despertar al Hombre Primordial y los elementos de la Luz. Por ello el Padre de la Grandeza llama al Amado de las Luces, éste al Gran Arquitecto, y éste al Espíritu Viviente y sus cinco hijos: el Ornamento del Esplendor (Intelecto), el Gran Rey de Honor (Pensamiento), Adamante de Luz (Discernimiento), el Rey de la Gloria (Intención) y el Portador (Razonamiento). El Espíritu Viviente que es el importante en este segundo grupo de emanaciones, contacta con el viento, el elemento menos contaminado de la mezcla, y de este contacto surgen Llamada, el propio Espíritu Viviente, y Respuesta, la Madre de los Vivientes, que serán dos momentos esenciales en el despertar del alma cautiva de las tinieblas. Es en esta fase en la que el cosmos es encerrado y algunos Arcontes son encadenados a la rueda del Zodíaco. El Espíritu Vivificante construye con las pieles de los Arcontes diez firmamentos y con sus huesos las montañas, así que aquí tenemos a un nuevo Demiurgo, el Espíritu Vivificante es el que ordena el cosmos de la mezcla, y colocará a sus cinco hijos como rectores de los distintos cielos. Este es el ciclo demiúrgico.

8ª.- EL TERCER CICLO DE EMANACIONES: Una vez dispuesto el cosmos como Alma viviente, las emanaciones de la Luz piden un guía, que dirija el proceso de salvación. Y de la Luz emana el Tercer Enviado, que pone en actividad los elementos luminosos del cosmos, y ordena al Sol y la Luna que se pongan en marcha, estos serán dos símbolos importantísimos de devoción para los maniqueos, pues son los mensajeros y portadores de los elementos de la Luz redimidos, serán llamados las “Naves de la Luz”. El Tercero Enviado evoca a Columna de Gloria, Jesús Esplendor y Virgen de Luz, que tendrán sus propias emanaciones, estos dos últimos, serán el Logos y la Sophia maniqueos, que tendrán un papel eminentemente soteriológico. Pero será el Arconte de la Tiniebla quien cree al ser humano, Adán y Eva, víctimas de la concupiscencia. Aunque este ser humano lleva, por su composición, elementos de Luz, por lo que el Espíritu Viviente envía a Jesús Esplendor para que despierte al hombre de su sueño de concupiscencia.

Toda esta compleja cosmología fruto de las emanaciones de la Luz, es perseguida y combatida con saña por Agustín de Hipona, que en su juventud había sido maniqueo. En distintas obras contra maniqueos, entre las que destacan distintos escritos refutatorios de textos pilares del maniqueísmo, así como en actas de disputas, levantadas ante notario público, Agustín niega la existencia de dos principios antagónicos que coexistan, uno origen del bien, y el otro del mal. Y se lanza a explorar cuál es la naturaleza del mal, cosa que no encuentra en el conocimiento, ni en la naturaleza, reflejo de Dios, sino que reside en el libre arbitrio del ser humano. De Dios proceden todos los bienes espirituales y corporales. La naturaleza corruptible es sólo bien relativo, pero es también obra de Dios, y ahí comenzará una nueva polémica, ¿cómo es posible que si Dios es perfecto, haya creado algo imperfecto y corruptible? Agustín se convirtió en un gran opositor de los maniqueos, porque era incapaz de superar el elemento judaico legalista, lo que le obliga a confrontar la fe con el conocimiento, del que desconfía, la ley es concebida por Agustín como ciega sumisión a la omnipotencia de Dios, su entrega incondicional a la fe (credo quia absurdum) es declarado en sus confesiones, donde se deshace en encomios excesivos a Dios, con el que mantiene una relación totalmente personal. Agustín construye su teoría sobre el origen del mal, basándose en la ley divina, el componente judaico al que no puede renunciar, y el libre arbitrio de la voluntad, es decir, a aquel comportamiento que no se ajuste a la ley eterna, pues el exceso de presencia de Dios por todas partes, muestra la bondad de dios en la naturaleza, y nos obliga a negar la mezcla maniquea, en aras al principio de belleza de la creación, que además está tutelada por la atenta mirada y presencia divina, que todo lo ve y controla, y a la que el alma humana debe plegarse y ajustar el libre arbitrio de su voluntad.

Saludos,

Juan Almirall

sábado, 1 de noviembre de 2008

Anotaciones y comentarios a los textos de Prisciliano IV

Tratado VI. Del Éxodo. Textos, frases y comentarios


"Cristo (…) origen de todas las cosas, que es todo en sí mismo… sin principio ni fin… hallarás que es uno en la totalidad (…) es eterno y no existe término final en Dios, ni tampoco principio".

"Mostró que Dios es testigo cotidiano de Sí Mismo en el hombre."

"(Cristo). Ajeno al nacimiento, nace; incomprensible, es comprendido; mientras muere como hombre, renace como Dios".

"Dios nos pide las ofrendas de nuestro nacimiento terrenal".

"Cuando volvamos a nuestro linaje se llamará Pascua del Señor, y no la obra del mundo".

"El hombre es devuelto a Dios"


"La naturaleza corporal, a la cual llama el apóstol “apariencia del mundo y hambre viejo” (Col. 3,9) aunque ha sido creada por la mano de Dios; por ser hermana del nacimiento terrenal y participar del barro, ha oscurecido “el linaje divino” (Hech. 17,28)… “El cuerpo corruptible vuelve más pesada el alma, y la morada terrestre oprime la mente pensativa” (Sabid. 9,15).

“Estoy crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, sino Cristo en mí” (Gal. 2,19,20). Pues, quien comprende esto, confirmado en la fe y “sepultado con Cristo en el bautismo mediante la muerte” (Col. 2,12) liberado de los días, de los tiempos y los meses merece ser número de Dios, no del siglo; despreciando las cosas terrenales, “viviendo en la carne, pero no militando según la carne” (II Cor. 10,3)”.

Dios uno, unidad Dios-hombre: … “Siendo Él, uno en la totalidad y queriendo que el hombre fuese uno en Él, no pudiese el investigador de la obra perfecta llegar al estado en que crea otra cosa sino que Él es el único Dios, cuya omnipotencia descubre en él mismo” (el hombre en sí mismo).

“Lo divino habita en nosotros” (Rom. 8,9). Entonces, perfectos de cuerpo, alma y espíritu en la obra triforme en Dios…”

“El creador del todo está en todas las cosas, “Cristo es las primicias de todas las cosas” (I Cor. 15,23)

“El número del hombre es número de la bestia” (Apoc. 13,18), venzamos en nosotros mismos la obra del mundo y el primer nacimiento, y debiendo nuestro nacimiento a Dios antes que al siglo, comprendamos que este es nuestro primer mes y día, y no aquel en que aparecimos al siglo, sino aquel en que vencido Egipto, es decir, repudiado el mundo, somos reparados con el divino nacimiento en Dios”

A pesar de negar la idea gnóstica en el tratado anterior, de un Dios malvado creador del mundo material, aparece como una constante que jalona la obra de Prisciliano la idea de “la milicia y principado del siglo” o la de “los rectores del mundo”. En este siglo o mundo, reinan la muerte y el mal. No habrá por tanto un Dios creador del mal, sino poderes que podemos llamar “de las tinieblas”, que son los rectores de este mundo.

El hombre cuando nace en este mundo es “número de la bestia”, esta es su naturaleza, su estado, a causa de su nacimiento, “al ser engañado el hombre, (Sab. 14,21) la naturaleza demoníaca de los ídolos había confundido la simple disposición de las obras divinas”. El hombre lleva el sello, el número de las potencias terrenales.

Es decir, como dice en otro lugar citando a Pablo; a causa de la desobediencia de Adán, engañado por la serpiente, sobrevino la muerte; la muerte de la dimensión espiritual para la percepción del hombre. El mundo y él mismo, su naturaleza corporal, oscurecieron la dimensión espiritual del hombre, se convirtieron en una naturaleza opresora de lo espiritual, Prisciliano establece una analogía entre los hechos que se narran en la Escritura y la realidad de la salvación o liberación del hombre. La "naturaleza corporal" y el mundo terrenal son representadas metafóricamente por el Egipto corrompido, que oprime y esclaviza al pueblo de Dios. (Éxodo 20, 1-18. El Decálogo: “…tu Dios, que te ha sacado de la casa de Egipto, de la casa de la servidumbre…”)

La victoria sobre el mundo, sobre la naturaleza corporal, significa un nuevo nacimiento, el nacimiento en Dios, el nacimiento en una nueva ley y naturaleza distintas; “cuando se vence la década del siglo se reparan los mandamientos de la década del Señor”. Dos naturalezas, dos leyes distintas. (Romanos 7, 22-24: “Porque me deleito en la Ley de Dios según el hombre interior, pero siento otra ley…”)

“Liberado de los días, de los tiempos y los meses merece ser número de Dios, no del siglo.”

“Mientras el hombre es devuelto a Dios, retengamos la naturaleza de Cristo (…) aceptando la purificación del cuerpo para un hombre nuevo (…) hallemos en el hombre la Pascua del Señor y en Cristo nuestra Pascua, es decir, al hombre en Cristo".


Re-unificación del hombre con Dios.
La Pascua es la ofrenda, el sacrificio, del cordero pascual en los tiempos del éxodo del pueblo de Israel.[1] Prisciliano toma esta historia en su sentido simbólico, como la salida del pueblo de Dios de la prisión de la naturaleza terrenal, simbolizado por Egipto; para ello, Cristo se ofrece en sacrificio, su “efusión de sangre divina” ha de cubrir el dintel y la puerta de entrada en el ser humano, “la vista, el oído y la boca, como si fueran los postes o el dintel del cuerpo…” para ser libres de la muerte con la que Yahvé castiga Egipto. Si los sentidos son las puertas de la casa, el cuerpo es toda la casa, el cuerpo es la casa y el templo de Dios.

La “efusión de sangre divina” conduce a un nuevo nacimiento en la realidad del espíritu, un nuevo nacimiento significa una casa nueva que ha de ser preparada, un cuerpo nuevo, un templo del espíritu.

El cuerpo físico o “naturaleza corporal” es obra de los elementos y de las influencias planetarias y zodiacales; procede de la naturaleza en donde reina el diablo y los rectores de este mundo y es llamado “obra del mundo” y vaso de barro en el canon XXXII:
“El hombre viejo es exterior, se corrompe y en él se destruye el cuerpo del pecado y el apóstol le llama casa terrenal y vaso de barro”.

El nuevo cuerpo, vehículo de la divinidad o “imagen del cuerpo de Cristo”, es reconstruido a partir de la actividad el espíritu en el hombre: “Sed tales cuales os configura la mano del Padre" dice en el Tratado VII.

“El hombre nuevo es interior e imagen del celestial por estar formado a imagen de Dios y reformado con la gracia de Dios y la luz de la ciencia, y es un tesoro en un vaso de barro…” Canon XXXI

“Viviendo en un espíritu nuevo y no en la letra vieja (I Cor. 6,13) el cuerpo que hemos recibido como victoria, no se llame ya tierra del siglo, sino casa del Señor, “imagen del cuerpo de Cristo” (I Cor. 6,13) (…) preparad el habitáculo de vuestra carne con dignidad propia de los mandamientos de Dios”.


Divinización del hombre, reconstrucción del templo del espíritu en el hombre en tres veces siete días, es decir, en un proceso que consta de siete fases según el espíritu, el alma y el cuerpo: “perfectos de cuerpo, alma y espíritu en la obra triforme en Dios…”

“Os hagáis Pascua y custodiéis en vosotros la naturaleza de Dios durante los siete días en el que el mundo se comenzó, se construyó y fue terminado.”

Esta es la culminación de un proceso, de un viaje a través del desierto, liberados ya de la opresión de los rectores de este mundo “numerable”

Como en el tratado anterior o del Génesis, el “nuevo cuerpo” es una nueva creación.

En este tratado hace empleo de símbolos numéricos, todos ellos extraídos del Apocalipsis. (Dejaremos este tema para otra ocasión)

“No seamos “número de la bestia” (Apoc. 13,18) ni medida del siglo, sino que seamos considerados el libro de la doctrina celestial por el cual sabéis que “Juan lloró por estar sellado con siete sellos” (Apoc. 5,4) y estemos entre “los doce mil patriarcas sellados” (Apoc. 7,4-8)) se nos dé el nombre de “medida de hombre y no número de la bestia” (Apoc. 13,18) que es ser ángel para que se cumpla lo que dice el Señor en el evangelio: “los hijos de este siglo toman mujeres y maridos, engendran y son engendrados; los hijos de Dios ni toman mujeres ni maridos, ni engendran ni son engendrados, sino que son semejantes a los ángeles de Dios” (Luc. 20,34-36).”[2]

El celibato para Prisciliano es la consecuencia de un estado existencial diferente al ordinario, por más que exista cierta resistencia a considerar que él, y que quienes como él eran, pudieran experimentar su divinización de una manera real y literal, y no simbólica. El celibato no es presentado como un ejercicio ascético ni una norma moral; se trata de una consecuencia necesaria, pues los “hijos de Dios son como los ángeles”, “libres del yugo de la esclavitud y la diversidad de los sexos” (canon LV).

[1] Éxodo 12, 5-14
[2] Texto de la Vulgata: “Filii saeculi huius nubunt et traduntur ad nuptias; illi autem, qui digni habentur saeculo illo et resurrectione ex mortuis, neque nubunt neque ducunt uxores. Neque enim ultra mori possunt: aequales enim angelis sunt et filii sunt Dei, cum sint filii resurrectionis”

Saludos cordiales de Jesús Rodríguez