miércoles, 24 de noviembre de 2010

"Las etapas de introducción del Noûs", Juan Almirall

Los latinos tradujeron la palabra griega "noûs" con la palabra "intelectum". Los "noeta" griegos se convirtieron en los "inteligibles" latinos, otra forma de llamar a las ideas platónicas o los universales medievales, y el "noeros logos" la razón intelectiva. De manera que con el título "etapas de introducción del Noûs", queremos hablar de las etapas de introducción del "intelecto", pues no siempre se habló de intelecto, y cuando se habló del tema no se habló siempre de la misma manera.
De entrada hay que apuntar que el Noûs de Anaxágoras, que es el primer gran teórico del intelecto, es una suerte de demiurgo ordenador de la materia del cosmos, un demiurgo al que Platón personaliza y transforma en un Dios creador a imagen de los "noeta", es decir, de los inteligibles. Inteligibles que Platón ordena según una jerarquía, en cuya cúspide se encuentra el trascendental de los trascendentales, la idea de Bien de la "República" o el "Uno" de la doctrina no escrita, y descrita hasta la saciedad por los Neoplatónicos. El Noûs para los filósofos de la antigüedad estaba relacionado con el Cielo: el orden cósmico está ordenado y regido por el Intelecto. Dios, el Creador, es un Intelecto, y el Cosmos es la plasmación de su actividad intelectual. De manera que para un filósofo antiguo, pensar era la misma actividad que mover las esferas celestes, era conectar con la actividad intelectiva de Dios. Precisamente, Aristóteles coloca un motor intelectual en cada una de las esferas planetarias. Y se suponía que la mente divina era más y más refinada a medida que se alejaba de la Tierra, lo que nos mostraría un camino intelectivo por el universo, de esfera en esfera, cada vez más refinado, pues cada una de las esferas representaba un rango superior en la jerarquía de los inteligibles, tal y como lo había expuesto Platón. Estas ideas se perpetúan a lo largo de la Edad Media, hasta aproximadamente el siglo XIII, por lo que podemos decir que, en esencia, el pensamiento medieval es pensamiento antiguo hasta el siglo XIII. Lo que sucede es que los rangos del intelecto celeste se convierten en los rangos de la jerarquía angélica, en una adaptación más o menos forzada de la filosofía del Noûs a partir de las Escrituras, de donde salen nueve rangos de seres angelicales: ángeles, arcángeles, principados, etc. hasta los Querubines y Serafines. Pensar para un medieval, incluso para los filósofos árabes, como Avicena y Averroes, será conectar con los distintos rangos de intelectos angélicos, que son los que aproximan el pensamiento divino a los seres humanos.
Si queremos hablar de etapas de introducción del intelecto, es porque nos resulta evidente que los seres humanos nunca han percibido de la misma manera esa realidad que es el intelecto. En el transcurso del período histórico vemos con mucha claridad que en los primeros rastros de cultura no existe una idea clara de intelecto, como se nos muestra a partir del siglo V - IV a.C., entre los filósofos atenienses. Si bien la literatura litúrgica y mítica de la antiguedad da una cierta importancia a la inteligencia, Ulises, por ejemplo, es un héroe, no porque sea fuerte y poderoso, sino porque es listo; la diosa Atenea, nacida de la cabeza de Zeus, es una diosa inteligente y muy apreciada, patrona de Atenas, una ciudad donde encontramos los principales desarrollos de la filosofía del Noûs. Filosofía que irrumpe de forma un poco brusca en nuestro panorama cultural, por lo que a menudo se habla del paso del mito al logos, un misterio todavía no aclarado en profundidad.
Pero si observamos nuestra forma de pensar, nos daremos cuenta de que pensamos de dos maneras diferentes: con imágenes y con discurso, es decir con mitos y con logos. El llamado período histórico de la humanidad, se mueve entre la forma de pensar imaginativa o fantástica de los antiguos, más próxima a los sueños, y el discurso o logos de los modernos, es decir, el pensamiento con palabras. La filosofía aparece cuando el ser humano comienza a pensar con palabras, cuando comienza a utiliza el noeros logos, la razón intelectiva, al menos cuando empieaza a dejar rastros culturales de que la está usando...
Otro fenómeno que no puede pasar inadvertido al observador del desarrollo cultural, es que el ser humano se mueve entre la expresión de formas de conciencia grupal primitivas a las formas de expresión de un conciencia individual más moderna.
Si observamos estos dos fenómenos en paralelo, a saber, la evolución de una forma de pensar imaginativa mítica a una forma de pensar discursiva racional, y el desarrollo de la conciencia grupal hacia una conciencia individual, no podemos dejar de concluir que las formas de pensar han tenido que influir en el desarrollo de la conciencia individual o viceversa.

"Regularidad o tradición en la Francmasonería", Juan Almirall

PRIMER ENCUENTRO INTERNACIONAL DE LOGIAS DE INVESTIGACIÓN
Historia y tradición iniciática en Europa

22, 23 y 24 de noviembre
Barcelona 2010
Biblioteca Pública Arús

Hoy se clausura este primer encuentro internacional de Logias de Investigación, que ha contado con la participación de historiadores vinculados a la Gran Logia de España, la Logia de investigación británica Quator Coronati de la United Grand Lodge of England, la Logia de Investigación Villard de Honnecourt de la Gran Loge Nationale Française o del Grupo de Investigación Alpina de la Grande Loge Suisse Alpina, entre otros.

Para un profano, destaca del encuentro la preocupación por la "regularidad" de la Francmasonería. Parece que intenta implantarse una nueva denominación menos agresiva para las logias contientales de filiación británica: "Logias de tradición", término que parece preocupar más a los hermanos continentales, que a los británicos, que siempre han tenido claras sus raíces, dado que no ha habido interrupciones o cambios bruscos en sus actividades masónicas. Con el vocablo "tradicional" se introduce un término acuñado por René Guénon, que viene a significar un poco lo mismo: regular o tradicional, en definitiva, es casi peor la segunda solución, pues desarraiga la Francmasonería ilustrada y progresista de la tradición masónica.
Sin duda la espiritualidad es el gran tema que separa a los hermanos francmasones, como parecía insistir Patrick Bouché de la Logia Villard de Honnecourt. Y es que la supresión del "concepto Dios" de las reuniones masónicas impide la reconciliación. También se escapó la afirmación de que la Francmasonería es la única y verdadera vía iniciática de Occidente y que lo demás son copias (proferida por primera vez por René Guénon), expresión que lamentablemente se puede escuchar en prácticamente todas las agrupaciones iniciáticas occidentales.
El gran problema de Occidente es que ha perdido su tradición espiritual e iniciática, y en el punto en el que nos encontramos domina la inseguridad. La iniaciación es una herramienta en el camino de la realización humana, la meta es la unión con el Todo.
Dios, el Uno, no es ningún concepto, es una necesidad para el que transforma su conciencia individual y separada. René Guénon comenzó su carrera literaria con una introducción a las doctrinas del Vedanta (advaita), filosofía que realza la idea de Unidad sin segundo de la Divinidad, de dichas doctrinas deberíamos aprender que la autenticidad, la regularidad, no la da la afiliación de una logia, ni siquiera la recepción de una determinada iniciación, sino el nivel de realización humana hacia la Unidad. El ser humano realizado no necesita afirmar su regularidad o tradicionalidad, ¡simplemente la irradia!, y ve la unidad en todas las cosas, no la separación.
Cuando uno viaja a la India, tierra del Vedanta, comprende un poco mejor que la Unidad se expresa en la diversidad, que la diversidad es la mayor riqueza de la Unidad. En India cada día nace un nuevo linaje una nueva tradición. Los linajes y tradiciones los crean los seres humanos realizados, que han alcanzado la perfecta unidad con lo Divino. Un Guru reune a sus discípulos y les trasmite su imagen de Dios. ¡Claro que hay charlatanes! pero son los que precisamente se empeñan en demostrar que ellos son los auténticos. Los grandes y santos Gurus no necesitan ser presentados, ellos no tienen ninguna necesidad de afirmar su autenticidad, pues ellos tienen su mente controlada, y todo su ser volcado en la contemplación de la perfecta Unidad de lo Divino.

martes, 9 de noviembre de 2010

"ENTORNO CULTURAL DEL CRISTIANISMO ANTIGUO", Juan Almirall

Hemos dado un vistazo a las fuentes judías, antecendente incuestionable del Cristianismo. Sin embargo, el judaísmo farisáico que determinó la primera fase del Cristianismo, además se caracterizó por una marcada influencia helenística. Por eso, vamos a intentar aproximarnos a las fuentes helenísticas y sus sucesivas incorporaciones al conjunto dogmático Cristiano. Sin duda, la principal incorporación es la de Pablo, que era un judío fuertemente helenizado, y su fariseísmo estaba teñido de importantes influencias helenísticas, sobre todo de la Escuela Estoica. Por ello, algunas mentes eruditas han intentado encontrar puntos de contactos con el Neoestoicismo romano, en particular de Séneca, que además fue contemporáneo de Pablo. Sin duda, el Estoicismo es la escuela filosófica más extendida en el Imperio y en la época. Pero el estoicismo medio y el neoestoicismo está fuertemente afectados por el sincretismo filosófico y religioso de lo que se ha llamado eclecticismo académico, de Antíoco de Ascalón, seguido por Cicerón, que combina, principalmente, las doctrinas estóicas del gran Posidonio de Apamea, con un cierto platonismo y peripatetismo. Antíoco de Ascalón viajó a Alejandría con su maestro Filón de Larisa, el último de los grandes autores escépticos y que cierra la etapa del escepticismo académico. En Alejandría dejó escuela, y unos años más tarde veremos aparecer una figura ecléctica fundamental en toda la filosofía platónica y neoplatónica, que finalmente se llegará a imponer, entre los últimos reductos del helenismo, y que fue el judío Filón de Alejandría, con sus doctrinas sobre el Lógos y el Noûs, y su interpretación filosófica de la Escritura. Sin duda, la segunda gran incursión del Cristianismo en el Helenismo fue la de Orígenes de Alejandría, que en realidad era un simple continuador y seguidor de Filón en su labor exegética, siguiéndo la interpretación alegórica de la escuela judía de Filón, en la misma Alejandría. Orígenes encuentra en los comentarios filonianos una fácil justificación de la doctrina cristiana del Padre y del Hijo, en particular, en la doctrina sobre el Noûs y el Lógos de Filón. Pero, ni Filón fue un gran filósofo, ni tampoco lo fue Orígenes. A pesar de que a ellos se debe un nuevo producto cultural, que absorverá todo el debate religioso a partir del siglo III: la Teología Cristiana. Los judíos pronto abandonarán las cuestiones teológicas y cosmológicas, heredadas del debate filosófico y metafísico, quedando de forma residual algunas cuestiones en su tradición mística, y se centraron en la interpretación de la Ley y la ética del pueblo judío. Sin embargo, los teólogos cristianos encontraron una nueva distracción en la construcción del dogma, que a la vez, permitía vehiculizar importantes cuestiones políticas, entre las principales sedes patriarcales del Imperio. La Teología Cristiana no era otra cosa que la herencia de Orígenes, sin duda el más grande teólogo de la Cristiandad, que, en realidad, fue un mal filósofo, pues dejó gran cantidad de temas por resolver y no presentó un sistema coherente y sólido, como sí lo hicieron los grandes filósofos de la Escuela Neoplatónica, despreciados abiertamente, pero admirados en secreto, por una gran cantidad de teólogos cristianos, que vieron muy limitadas sus posibilidades de especulación y experiencia, por culpa del dogma y el poder, que condicionaba y limitaba su pensamiento. Plotino, el más grande de la Escuela Neoplatónica, Porfírio el padre de los Universales, Jámblico el teurgo y matemático, y Proclo de Licia, el más grande de todos los dialécticos e interpretes de Platón. Antes de todo ello, el Cristianismo tuvo que batallar con algunas religiones que ganaban adeptos en el Imperio, como eran la Religión Egipcia de Isis y el Hermetismo, la religión de los Oráculos Caldeos, los Misterios de Mitra, tal vez demasiado sangrientos, para una sensibilidad que estaba cambiando, y una Religión Helénica, que incorporaba el Orfismo, y que poco a poco intentaba organizarse. La Religión griega encontraba una más fácil adaptación a la teología filosófica, muy en boga entre las clases cultas del Imperio. Intentaremos presentar algunas de estas doctrinas, muchas de las cuales fueron literalmente plagiadas, otras forzadas y violentadas, para construir la Teología dogmática del Cristianismo, que adolecía de una importante falta de originalidad. La construcción del pensamiento cristiano tiene dos fases: a) la fase inicial, caracterizada por la particular visión universalista del fariseísmo helenizado de Pablo; b) la incorporación de la filosofía helenística en el debate sobre el dogma cristiano, a partir del siglo III, de la mano de Orígenes de Alejandría. La aportación de los Padres Apologistas, como Justino y compañía, es bastante pobre, y sus tediosas obras, son de poca enjundia filosófica.