viernes, 16 de agosto de 2013

LOS YOGUIS CRISTIANOS: EL YOGA EN LA TEOSOFÍA Y LA ROSACRUZ, POR JUAN ALMIRALL

 
                
 

Rosacruz utilizada por el Dr. Rudolf Steiner en sus Dramas de Misterios
Rosacruz de Max Heindel

Cualquier persona conocedora de los aforismos del Yoga de Patañjali verá muy claramente que las novedades que se introdujeron en el movimiento esotérico de finales del siglo XIX y principios del XX tenían que ver con dicha obra y las etapas del Yoga que allí se describen. Determinadas posturas, mudras, kriyas, bandhas, control de la energía vital o prânayama, absorción de la mente hacia el interior (pratyahara), concentración, meditación, son prácticas propias del Yoga. La transformación del cuerpo etérico o pránico, la transfiguración de un cuerpo de luz, era una práctica yógica, que se alcanzaba por medio de determinados ejercicios respiratorios y la meditación en los chakras. Algunos yogis indios entendieron que Jesús debió conocer esto de alguna manera, pues veían en los Evangelios y en algunas partes de la Biblia la descripción velada de estas técnicas. Por su parte teósofos y rosacruces modernos introdujeron muy conscientemente estas técnicas en sus trabajos espirituales. Podemos decir que el Yoga y sus prácticas se encuentra detrás del renacer espiritual que comenzó en Occidente de la mano de la Sra. Blavatsky y sus seguidores, así como de los grandes maestros rosacruces.
En 1861 Babaji, un Yogâvatar procedente de los Himalayas, tomó contacto con Lahiri Mahasaya, al que le reveló algunas técnicas o kriyas, consistentes en lo que se denomina pranayama y pratyahara, para acelerar el desarrollo del vehículo etérico o vital y dominar la mente. Se trata de distintas técnicas de respiración y meditación que permiten al practicante retener el carbono que se exhala en la respiración normal, y como una planta ir modificando el propio cuerpo etérico o vital. En los ejercicios de meditación el practicante de los mismos conseguía tener una imagen muy clara de los chakras y del ascenso de la serpiente Kundalini a través de la espina dorsal. Además, por el uso de una serie de mudras, el yogi podía ver determinados colores y luces, en la pantalla interior del tercer ojo, a la altura del entrecejo. Estas son algunos de los resultados de la práctica de los kriyas que enseñó Babaji a Lahiri Mahasaya y que le pidió que diera conocer al mundo.
Símbolo de la Self Realization Fellowship de Sw. Yogananda
Discípulo de Lahiri Mahasaya fue Sri Yukteswarananda Giri, un monje que conoció a Lahiri en Benarés en 1884. Yukteswarananda era monje hindú, miembro de la Orden de Swamis fundada por Adi Shankara, y pertenecía al linaje Giri o de las Montañas. Fundo dos ashram en Bengala. En 1894 Sri Yukteswarananda se encontró con su Param-guru, Babaji, quien le encargó que escribiera un libro sobre la Biblia, comparándolo con la filosofía védica. El mismo año Swami Yukteswarananda publicó la obra “La ciencia sagrada”, donde mostraba, básicamente, que la transfiguración de Jesucristo era fruto de un proceso espiritual que se podía alcanzar con la práctica de ciertos kriyas. Unos años después, Yukteswarananda pidió a su discípulo Swami Yogananda Paramahansa que fuera a Occidente a enseñar las técnicas del Kriya Yoga, que podrían ayudar a los cristianos a vivir exactamente el proceso que narran los Evangelios. Yogananda llegó a Estados Unidos en 1920, donde fundó la Self Realization Fellowship, desde donde impartió sus enseñanzas de Kriya Yoga e inició en las mismas a miles de personas de todo el mundo occidental, escribiendo un sinfín de libros sobre el tema, de entre los que destaca la voluminosa obra The Second Coming of Christ: The Resurrection of the Christ Within You (La Segunda Venida de Cristo: La resurrección del Cristo que mora en tu interior).
En el año 1879 los fundadores de la Sociedad Teosófica, Helena Petrovna Blavatsky y el Coronel Olcott se trasladaron a India y establecieron la sede central de la Sociedad en Bombay, y finalmente, en 1882 adquirieron una gran extensión de terreno en Adyar, un suburbio de la ciudad de Madrás (Chennai), donde todavía hoy se encuentran la sede central de la Sociedad Teosófica. Los contactos de muchos teósofos con India fueron fluidos y abundantes. La Dra. Annie Besant y C.W. Leadbeater conocieron, gracias a dichos contactos y sus prácticas esotéricas, algunas de las técnicas y kriyas para tomar conciencia de los centros vitales llamados chakras, que trataban, sobre todo, con los miembros de la Escuela Esotérica de la Sociedad Teosófica, cuyos grados eran el de Probacionista y el Discípulo en el Sendero. Desde el año 1895 hasta el año 1904 la Dra. Besant y C.W. Leadbeater escriben algunas obras que sin duda inspiraron a todos los teósofos de la época, incluido a los maestros rosacruces. De este período son las siguientes obritas: El sendero del discipulado (1895) y El cristianismo esotérico (1901) de la Dra. Besant, y Los auxiliares invisibles (1896) y Clarividencia (1899), en estas obras se explicaba las dos primeras etapas del sendero: el probacionismo y del discipulado, así como la manera de trabajar con los auxiliares invisibles en estados de trance y sueño. Desde finales del siglo XIX y hasta el año 1909, ya bajo la presidencia de la Dra. Besant, la Sociedad Teosófica fue un canal de difusión de doctrinas y prácticas yogicas, así como del Kundalini Yoga.
En el año 1902 el Dr. Rudolf Steiner se integra en la Sociedad Teosófica como Presidente de la Sección Alemana, dirige también la Escuela Esotérica de dicha Sociedad. En el año 1904 publica dos obras clave: Teosofía y Cómo se adquiere el conocimiento de los mundos superiores: un sendero moderno de iniciación. Durante estos años, por una parte, el Dr. Steiner daba sus conferencias sobre ciencia oculta a amplios grupos de oyentes e interesados, y además trabajaba con grupos reducidos de personas, que a veces no superaban las tres personas, en el ámbito de la Escuela Esotérica de la Sociedad Teosófica. A los probacionistas de este grupo les conminaba a meditar por la mañana y por la noche, a hacer un ejercicio de retrospección de los acontecimientos, sentimientos y pensamientos del día; además, tenían que estudiar determinados textos y lecciones ocultas, llevar un cuaderno de seguimiento de las prácticas y regularmente eran examinados sobre las mismas, y se les pedía que se abstuvieran de beber alcohol y alimentos animales.
Más tarde, el Dr. Steiner identificó estas prácticas de estudio y meditación con la Iniciación de los Rosacruces. En 1907, tras el primer Congreso Alemán de la Sociedad Teosófica, el Dr. Steiner dio un curso de catorce conferencias sobre la Teosofía del Rosacruz, en el que desarrollaba dos tipos de iniciación occidental. Por un lado la Iniciación propiamente cristiana, que tenía siete fases inspiradas en el Evangelio de San Juan, en las que el probacionista llegaba a estar tan identificado con sus vehículos internos, que en un momento dado, se producía la separación del vehículo astral del cuerpo físico. La segunda Iniciación era la del Rosacruz. En esta, tras el estudio y comprensión de la ciencia oculta, y de unos ejercicios de meditación, en los cuales podía ver e identificar sus chakras superiores, accedía a una práctica de ejercicios respiratorios, que le permitían hacer exactamente el mismo proceso del que hablaba el Kriya Yoga, esto es, que el probacionista rosacruz podía llegar a retener el carbono de la respiración, como el kriyaban, y construir así un nuevo cuerpo etérico, que gracias al carbono refinado llegaba a ser como el diamante, tal como lo describen los budistas, el cuerpo transfigurado del Cristo.
Gran parte de las ideas sobre la Rosacruz que siguieron al año 1907, año del Congreso alemán, estaban relacionadas con este proceso, que denominó la elaboración de la piedra filosofal. Cristian Rosacruz había sido proclamado Caballero de la Piedra Solar, y el Sol es la fuente principal de energía etérica y vitalidad, del prâna, por lo que la piedra filosofal tenía que ver con el cuerpo etérico o pránico, y su transformación. La respiración está íntimamente relacionada con este proceso de elaboración de la piedra filosofal, el control del prâna o prânayama de los yogis, es para el Rosacruz la clave del Camino de Transfiguración del Cristo. Steiner construye en Munich un pequeño Templo con dos estancias una azul y otra roja, la roja relacionada con la sangre arterial, que transporta el oxígeno, y la azul relacionada con la sangre venosa, que transporta el dióxido de carbono que se elimina en la exhalación. El Templo de Munich guarda una estrecha relación con el proceso de transfiguración del cuerpo etérico, por medio de ejercicios respiratorios, de prânayama y kriyas, tal como hacían los yogis y kriyabanes seguidores de las enseñanzas de Lahiri Mahasaya. El gran teatro de madera, el Goetheanum, también tenía dos cúpulas y dos grandes salas, al igual que el pequeño templo de Munich.
Los kriyas consisten en bandhas o cerramientos y mudras, posiciones de las manos, entre otras técnicas, uno de estos mudras permitía el desarrollo del tercer ojo, en la frente, por el cual, muy fácilmente, se pueden ver algunas formas luminosas y colores. Una de estas formas, de la que habla Swami Yogananda en sus libros y lecciones, es una brillante estrella de cinco puntas en el centro de un círculo de color azulado. El Dr. Steiner conocía esta imagen, pues utilizó el símbolo de un pentagrama en un círculo azul en un de sus obras de teatro. Sin duda, este mudra debía practicarse entre los probacionistas que seguían al Dr. Steiner, pues uno de sus alumnos, el Sr. Max Heindel, que siguió las lecciones del círculo de la Escuela Esotérica que daba el Dr. Steiner, utilizó este mismo símbolo, en el que inscribió una cruz blanca con siete rosas rojas, sobre el pentagrama blanco en un círculo azul, la visión del tercer ojo, para realizar un nuevo trabajo de concentración (dharana) de energía etérica en aquel símbolo, que se encontraba en el Templo de Mount Ecclesia en Oceanside (California). Desde allí comenzó un nuevo trabajo de curación, pues aquel tranquilo paraje californiano, a orillas del Océano Pacífico, pretendía ser una clínica, consagrada a la curación no solo del cuerpo físico, sino también del alma, a través de la transformación de las fuerzas etéricas del cuerpo. Max Heindel fundó la Fraternidad Rosacruz.
En su importante obra, “El concepto Rosacruz del Cosmos”, el Sr. Max Heindel nos cuenta como el misterio del mundo y el desarrollo futuro del hombre se encuentran, precisamente, en la sangre arterial, y en la obtención de la Piedra Filosofal, tal como lo había aprendido de su maestro, el Dr. Rudolf Steiner. La Iniciación Rosacruz tal como la propone Max Heindel, en la etapa de la Transfiguración, el Fuego de Neptuno asciende por el canal espinal, transformando y eliminando todos los residuos del cuerpo, que se vuelve progresivamente transparente o diamantino. En la última etapa de la Iniciación, Max Heindel explica como ese cuerpo diamantino rompe los nudos que le unen al cuerpo, simbolizado por los cuatro estigmas de las manos y de los pies, y la corona de espinas, y como un pentagrama blanco y puro, se emancipa totalmente de la materia y aparece como un resucitado.
Tanto el Dr. Steiner como el Sr. Max Heindel se apartaron de las concretas técnicas yógicas, kriyas y mudras, que les habían aportado la visión y comprensión de los procesos de desarrollo interno, y fueron decantándose por mostrar un camino más relacionado con la práctica y la actividad moral, que con las determinadas técnicas yogicas que ellos habían utilizado. De hecho el Dr. Steiner acusará a la Sociedad Teosófica de utilizar prácticas yógicas, que él había descartado en su experimentación espiritual. Sin embargo, tanto en los libros como en los elementos simbólicos utilizados quedaba el recuerdo de esas técnicas, se suprimieron los ejercicios respiratorios y los mudras que provocaban visiones del tercer ojo, por considerarlos peligrosos, y se centraron en una vía moral de desarrollo paulatino y lento de las facultades internas del alma.
Todos estos símbolos, procedentes del Kriya Yoga se integraron en la tradición rosacruz: el pentagrama se convierte en una rosa de oro en el centro de una cruz dorada, el ascenso del Fuego de Neptuno a través del canal espinal en un Caduceo Dorado, símbolo de la realización sublime del alma, gracias a la Fuerza de Kundalini. Los rosacruces modernos siguieron trabajando la meditación, la meditación matutina y la meditación vespertina de la Escuela Esotérica del Dr. Steiner, se convirtieron en los servicios de curación rosacruces. De hecho, actualmente, las prácticas espirituales de rosacruces y antropósofos consisten en el progreso espiritual a partir de un nuevo comportamiento moral y las meditaciones diarias. Pero a pesar del cambio de rumbo, los símbolos hacia los que se orientan teósofos, antropósofos y rosacruces, son antiguos símbolos del Raja Yoga, el verdadero camino hacia la perfecta unificación del Ser. 

martes, 13 de agosto de 2013

PEREGRINI IN PATRIA ERRORES, SOBRE LA VACUIDAD, POR JUAN ALMIRALL

La humanidad ha buscado la Sabiduría durante siglos. Las vías de investigación e incluso la idea de Sabiduría a menudo ha sido diferente. Occidente sufrió una intelectualización demasiado radical, por el desarrollo de las ciencias, y Oriente mantuvo una cierta libertad espiritual en su búsqueda. En los siglos de mayor desarrollo del pensamiento científico, Occidente echó una mirada a Oriente e intentó recuperar la dirección en la búsqueda de la Sabiduría, por lo que a finales del siglo XIX y a lo largo del siglo XX, se fue nutriendo de distintas doctrinas orientales. El problema es que la incorporación de dichas doctrinas ocasionaron una gran confusión, pues procedían de distintas corrientes de pensamiento oriental, muchas de ellas completamente antagónicas. Gracias al análisis científico e histórico es posible poner un poco de orden a las doctrinas orientales incorporadas por Occidente, tanto desde el punto de vista cronológico como desde el de su justificación.
La principal vía de introducción del pensamiento oriental en Occidente fue la Teosofía de la Sra. Blavatsky y del coronel Olcott. Ambos autores, fundadores a su vez de la Sociedad Teosófica, que se encuentra en el origen de gran cantidad de movimientos espirituales modernos, desarrollaron un cuerpo de enseñanzas compuesto de distintas doctrinas orientales, en el convencimiento de que, en el fondo, todas las enseñanzas místicas son en esencia idénticas, varían las formas pero el mensaje es el mismo. Esto es una verdad a medias. Sobre todo cuando se trata de distintas doctrinas que proceden de corrientes espirituales antagónicas. El principal error en que incurrieron es en que el "buddhismo esotérico", nombre que recibía lo que con posterioridad se denominó "doctrina secreta", y en autores cristianos: "ciencia espiritual" o "concepto rosacruz del cosmos", era una selección y mezcla de doctrinas budistas e hindúes, dos religiones que no son, formalmente, conciliables, pues parten de principios muy diferentes, si bien, tienen una base y un lenguaje común.
El budismo comparte con el hinduismo la creencia en la reencarnación y en la ley del karma, sin embargo, hay una doctrina esencial en el budismo que chocar radicalmente con el pensamiento hindú, por lo que desde la más estricta observancia del pensamiento védico se considera al budismo una filosofía heterodoxa, y esta es la doctrina del an-âtman. Además, la doctrina de la reencarnación no es idéntica en la filosofía védica y en el budismo, como tampoco lo es la doctrina sobre el karma. En los primeros sutras Buda establece sus "cuatro nobles verdades sobre el sufrimiento (duhkha)", de las que se deducen ciertas doctrinas, entre ellas la doctrina del karma y de la reencarnación como una consecuencia del sufrimiento. La enseñanza (dharma) de Buda tiene por objeto ser una guía para la liberación del sufrimiento, y una de las causas más importantes de éste es la creencia en la existencia de un principio de identidad último, al que los brahmanes denominaban âtman. Por eso, la tercera verdad es la liberación del sufrimiento, el nirvana, que es extinción de todo lo ilusorio, desde la realidad, que es fruto de "pratītya-samutpāda" o "surgimiento condicionado" de los fenómenos, así como de la creencia errónea de la existencia de un âtman.
La doctrina del an-âtman es muy difícil de aceptar por los occidentales, y por ello los fundadores del pensamiento teosófico la pasaron por alto, mezclando las doctrinas budistas con el concepto de âtman como realidad última. Y es que el occidental necesita ver el mundo de forma evolutiva, y el camino de realización como una "evolución de la conciencia", por lo que no contempla la mera "extinción", que es propiamente el nirvana. Para Occidente siempre hay un "yo", incluso divino en desarrollo, y en esto coincide plenamente con el hinduismo, donde el principio último inmanifestado, brahman, es igual a âtman, tal como rezan las Upanishad. Por tanto, no hay budismo, ni "esotérico" ni de ninguna clase, si se mantiene la creencia en un "yo evolucionante" o "yo divino", pues ello choca con una doctrina fundamental de todo el budismo. La esencia del budismo es la comprensión de la vacuidad, tanto de los fenómenos condicionados que contemplan los sentidos, como de la existencia de un observador con algún tipo de identidad, el budismo trasciende la dualidad que genera la sensación de sujeto-objeto porque niega la realidad inherente de ambos y afirma su completa vacuidad.