sábado, 16 de junio de 2012

LAS ESFERAS CELESTIALES EN LA VISIÓN MEDIEVAL DEL UNIVERSO, por Juan Almirall


Hay que pensar que la Teología Cristiana y su Cosmología fueron desarrolladas durante la Edad Media, donde dominaba una visión geocentrista del Universo. La Tierra se encontraba en el centro del Universo, y en su interior se encontraban los Infiernos, con todos sus distintos pozos y círculos. Al Infierno se accedía por la puerta que se encontraba debajo del Monte Calvario, de la Colina del Gólgota de Jerusalén, donde fue crucificado el Cristo, el Rey del Universo. Por ello, Jerusalén se encontraba en el mismo centro de la Tierra. Si trazamos una línea imaginaria, desde el eje de la esfera del Cielo, esta línea, el Axis Mundi, atraviesa el Monte Golgota, es decir, donde hoy se encuentra la Iglesia del Santo Sepulcro. Y según los teólogos medievales, en sus antípodas se encontraba la Montaña del Purgatorio. Otra colina que asciende hasta los Cielos, con siete niveles. Jerusalén también se encuentra a bastante altura por encima del nivel del mar, lo que la convierte en una ciudad sobre varias colinas, al igual que Roma y otras muchas ciudadelas antiguas. 


El Axis Mundi, eje del Universo, era por donde las Sagradas Escrituras explican que descendían los Ángeles y las cosas que vienen de los Cielos, como la Ciudad Santa que desciende de los Cielos, la Jerusalén Celeste, que es la Iglesia de Dios, una imagen espiritualizada de la ciudad santa de los judíos. Igualmente, con su Rey en el centro de la ciudad, el Cristo el Hijo de Dios, el héroe solar, símbolo del Sol y la Madre Celestial. Son dos símbolos muy antiguos del héroe y de la madre, (Símbolos de transformación, C.G. Jung). La Escalera de Jacob, por donde descienden los ángeles, mensajeros de Dios, es el símbolo es el mismo Axis Mundi. Un falo, elemento relacionado con el Sol, con el héroe Solar. Las ciudades son concebidas como mujeres y madres: la Jerusalén Celeste ataviada como una novia, del Cordero, el Rey Solar (o Babilonia, la ramera, poseída por muchos reyes distintos). La ciudad virgen es la ciudad invicta, que nadie ha podido violar, porque es el mismo Dios, el Rey Solar, quien la defiende y la ilumina.

En las antípodas de la Jerusalén terrestre se encontraba el Monte Purgatorio, montaña que tocaba los cielos y en cuya cumbre se encontraba el Paraíso Terrenal. Desde allí, las almas podían saltar desde la zona más baja del Universo, el Trópico de Capricornio. La constelación de Capricornio es la más baja de todo el Zodíaco, y en el Solsticio de Invierno el Cielo toca la Tierra, en la noche más larga, donde se enciende una luz, una luz que en seis meses alcanzará su cenit, la Constelación de Cáncer, la más alta. Las almas comenzaban su recorrido por los Cielos, y el primer Cielo que se encontraban era la Esfera de la Luna, donde se encontraban todos los Ángeles guardianes, mensajeros de Dios, y el primer nivel de los bienaventurados. Seguía la Esfera de Mercurio, donde se encontraban los Arcángeles y el segundo nivel de bienaventurados. Luego la Esfera de Venus, donde moraban los Principados. Luego la Esfera del Sol, donde moraban las Dominaciones; luego la Esfera de Marte, donde se encuentran la Virtudes; la Esfera de Júpiter, con las Potestades; la Esfera de Saturno con sus Tronos; la Esfera de las Estrellas Fijas, el límite de los Cielos, donde se encuentran los Querubines, y por último, la Esfera del Cielo Cristalino, donde estaban los Serafines. Luego todavía se encontraba, más allá, el Empíreo, donde moraba el propio Dios. 

Todos estos rangos jerárquicos de seres celestiales, constituían la MENTE ANGÉLICA, los Serafines y Querubines escuchaban directamente la Palabra de Dios, que era transmitida hasta los rangos inferiores, y los ángeles, cuyo nombre significa "mensajeros", se la transmitían a los hombres. Esta era la Gloria de Dios en los Cielos, que descendía a la Tierra, la esfera inferior, más densa y caída, donde moraban los hombres esperando su redención y elevación de sus almas, tras abandonar el cuerpo denso que les aprisionaba, al Reino de los Cielos. Jesús dice en los Evangelios: "Mi Reino no es de este mundo", el mundo denso y el cuerpo (la carne de las Epístolas de Pablo), aprisionan al alma humana, redimida por el Rey de los Cielos, que desciende y muere en Jerusalén, la ciudad que debe ser redimida con los bienaventurados, una tradición que existía entre los judíos, que se enterraban frente a la Puerta de Oro del Templo de Jerusalén, pues algún día tenía que venir el Rey del Mundo, y abrir las tumbas y llevarse a todos los hijos de Israel hacia su Reino Solar. 

Juan Almirall

jueves, 14 de junio de 2012

INMORTALES DIVINOS Y MALDITOS, por Juan Almirall

La literatura occidental de todos los tiempos ha conocido extraños personajes con el don de la inmortalidad, unas veces personas de gran santidad que habrían conseguido hacerse merecedores de este don, y otras veces, personas que habrían sido condenadas a vagar eternamente, o hasta el final de los tiempos. Es pues la inmortalidad un don o un castigo. Y en qué condiciones se alcanza tal don, muchos de estos personajes en realidad son iniciados solares, como Mitra o Hércules, que dominan el Carro Solar y al dios Helios que lo dirige. Sin duda siempre han existido los relatos de inmortalidad, de personas que recorren los lugares del más allá sin daño, sin perder la memoria, como atestiguan las tablillas órficas; personas que alcanza la beatitud, lo que les posibilita ascender en cuerpo y alma al Reino de los Cielos, como el Profeta Elías, Jesucristo, o el propio Mahoma, que ascendió a los Cielos en la ciudad santa de Jerusalén. 


El Santo Grial también cuentan que otorgaba la inmortalidad, la copa que desciende de los cielos y aporta la inmortalidad del alma, es un relato órfico-pitagórico, que se recoge en el Corpus Hermeticum, en el discurso llamado la Crátera. De los Cielos descienden Cráteras llenas de Aguas de Vida, las Ciudades Cristalinas, donde tienen que morar en la Tierra los bienaventurados, la Escalera de Jacob, con todos los rangos de los ángeles, descrita maravillosamente por Dante en su Divina Comedia. Muchos son los que han alcanzado la inmortalidad. Algunos de los cuales se convirtieron en referentes espirituales de los distintos movimientos místicos, como los Rosacruces y los Francmasones. En Oriente, sin embargo, no siendo tan exclusivistas como los occidentales, hay infinidad de relatos sobre estos inmortales, en India santos y saddhus no mueren jamás, sino que alcanzan el Gran Samadhi, o la Contemplación definitiva, el Taoísmo relata las historias de misteriosos personajes que cabalgan nubes y dragones, detentadores del secreto de la larga vida o de la inmortalidad, los budistas narran las aventuras de los Boddhisattvas, etc. Pero en Occidente este preciado y buscado don, no siempre ha sido entendido como una bendición, sino incluso como un castigo. Algunos de nuestros más insignes Inmortales:

El Preste Juan: origen de la leyenda de los reyes magos, que supuestamente eran tres magistrados del Reino del Preste Juan, que se encontraba en la India. Entronca así con el relato de los Hechos Apócrifos de Tomás, el gemelo de Jesús, que sería el apóstol evangelizador de aquellas tierras, donde el Preste Juan, Patriarca de la India, tenía su reino. Se trata de un relato difundido en la Edad Media.

El Judío Errante: es otro personaje inmortal, cuya leyenda circuló en el siglo XVI y XVII, algunos aseguraban haberle visto, un judío que se negó a ayudar a Jesús en su subida al Monte Calvario, por lo que Jesús le condenó a vagar hasta su regreso en la Perusía. También es conocido como el hombre de rostro verde, y a veces se le identificó con José de Arimatea, enlazando esta historia con la Leyenda del Santo Grial, una copa que concedía la vida. El Castillo del Grial aparecía y desaparecía, como el Holandés errante. El hombre verde también alimentó la leyenda de Santa Claus, el Papá Noel que en realidad vestía un traje verde. Y el Caballero del Dragón, originario de una leyenda árabe, alimentó la leyenda de San Jorge, que tiene muchas analogías con los relatos míticos de Teseo y el Minotauro y Perseo y Andrómeda. Sin duda la enciclopedia de héroes mitológicos de las Metamorfosis de Ovídeo, alimentó la imaginación de los autores cristianos medievales, que crearon nuevas leyendas para engrandecer el imaginario colectivo del Cristianismo, donde dominaban los santos que se habían lanzado a la vida filosófica, pero donde no habían guerreros heroicos como las de los antiguos, de donde encontraron abundante material. 

Christian Rosacruz: protagonista de una saga literaria difundida a principios del siglo XVII, habría alcanzado la beatitud gracias a los secretos de la Alquimia, construyó un Templo Tumba, al estilo egipcio, donde resumía los secretos del Universo, y en cuyo centro colocó su sepulcro, donde muchos años más tarde fue encontrado su cuerpo incorrupto, que resplandecía más que el Sol. Se trata sin duda de un iniciado solar, en la misma línea que Mitra y Hércules paganos.

Hiram Abiff: El Maestro constructor del Templo de Salomón no corrió la misma suerte que su predecesor cristiano, C. Rosacruz. Aunque la leyenda del constructor del Templo es muy antigua, los francmasones la recrearon, y todos los hermanos de esta fraternidad yacen unos instantes en su sarcófago para ser exaltados al grado de Maestro, reproduciendo la muerte mística del Maestro, tras la cual viene la resurrección en sabiduría. 

El conde de Saint Germain: por las cortes europeas del muy aristocrático e indolente siglo de las luces circularon caballeros de fortuna, de entre los que destacaron Saint Germain y Cagliostro, ambos personajes mantuvieron que se encontraban en posesión del secreto de la inmortalidad, el primero a través de una misteriosa tintura alquímica. Los aburridos aristócratas prisioneros en las grandes cortes europeas, estaban dispuestos a creérselo todo, a fin de pasar un buen rato. Saint Germain aseguraba que había vivido en la noche de los tiempos.

El conde Alessandro de Cagliostro: destacado personaje del siglo XVIII, muy dado a las intrigas, que perdió la vida de la mano de la Inquisición Romana, se le relacionó con un cuentista llamado Josepe Balsamo, pero sin embargo, dejó una leyenda llena de misterios, relacionados con Egipto, tema de moda a finales del siglo XVIII. Parece que estaba trabajando en el proceso de la inmortalidad, en un pequeño templete estilo egipcio, en algún lugar de Estrasburgo, bajo la protección del Primado Cardenal de Rohan, Gran Limosnero de la Corte de Versalles, que ocasionó la desgracia de la Reina María Antonieta, por un extraño affaire relacionado con un collar de perlas.

El Holandés Errante: historia de corsarios, una sociedad iniciática terrible amparada bajo la Corona Británica, el Holandés Errante es un barco fantasma, cuyo capitán habría hecho un pacto con el diablo, condenado por ello a vagar eternamente por los mares, sin poder llegar a puerto. Bajel corsario fantasma, que aparecía por los mares orientales.

Zanoni: de la novela de de Edward Bulwer-Lytton, narra la historia de un solitario personaje, Zanoni, que habría descubierto el secreto de la inmortalidad, desesperadamente busca a un discípulo que le permita transmitirle sus secretos, pero no es capaz de encontrarlo, no encuentra a nadie que está preparado para tan grande don.

Juan Almirall