viernes, 6 de febrero de 2009

ANTECEDENTES DEL CATARISMO: PAULICIANOS Y BOGOMILOS

Dos fueron las herejías dualistas antecedentes del Cátarismo: los paulicianos y los bogomilos, dos Iglesias heréticas, fundadas en los territorios del Imperio Oriental de Bizancio, bien organizadas, que ayudaron y consagraron las Iglesias Cátaras de Occitania, como prueban las actas del Concilio Cátaro de San Félix de Caraman, celebrado bajo la dirección del Patriarca Bogomilo Nicetas.


Los Paulicianos era una herejía con fuertes influencias maniqueas, cuyos orígenes son poco claros, habrían sido fundados en el siglo VI o VII, en Armenia, pero pronto se extendieron hacia las Balcanes. Lo cierto es que en el siglo IX formaban una comunidad muy organizada en Bizancio, y fueron perseguidos por la emperatriz Teodora II, de donde huyeron a Bulgaria. Los paulicianos formaron tropas que durante la monarquía de los emperadores iconoclastas sirvieron a Bizancio, pero que tras la declaración de heterodoxos y su huída a Bulgaria, constituyeron una importante amenaza para el Imperio. A finales del siglo IX fueron derrotados y ya en el siglo XII el emperador Alexio I emprendió su conversión al catolicismo por la fuerza, lo que terminó por hacer desaparecer el paulicianismo. Los paulicianos fueron principalmente iconoclastas, no aceptaban el culto a las imágenes pues negaban radicalmente la bondad de la carne y el mundo, el cual lo consideraban creado por Satán, un demiurgo malvado. En el campo de su cristología consideraban que la encarnación era sólo aparente, y que el Logos no pudo haber entrado en un cuerpo de carne, de manera que el cuerpo de Cristo era sólo aparente, por ello los paulicianos eran docetistas. Lo que les hacía negar el dogma de María theotokos, negando todo culto mariano. Igualmente negaban los sacramentos del bautismo y la eucaristía, al ser actos demasiado ligados a la forma carnal, que rechazaban plenamente. Y, al igual que los marconitas, los paulicianos consideraban el Antiguo Testamento obra de Satanás. Se trataba por tanto, de un grupo de orientación ascética, con fuertes influencias maniqueas, de tendencia hacia una espiritualidad helenística radical, que se distancia del judaísmo. Su influencia en la zona balcánica y en Bulgaria fue grande, por lo que algunos de los planteamientos básicos del paulicianismo lo encontraremos después, en otra herejía posterior, originaria de la zona: el movimiento bogomilo.

La así llamada Iglesia Griega, centro del bogomilismo que tiene su origen en Bulgaria, pero que se extendió por Bizancio y sobre todo, la actual Bosnia, recoge algunas de las creencias paulicianas, según H.C. Puech: “ el dualismo general; la atribución al Dios Bueno, al Padre invisible, de las cosas espirituales e inteligibles, a Satán de las realidades materiales, corporales y visibles, entre ellas el firmamento; la concepción de la Trinidad como una persona única con tres caras o tres rostros y del Cristo como criatura, como ángel o emanación desligada de la Mónada divina en un momento determinado, con vistas a la salvación del ser humano y reintegrándose a ella enseguida; la oposición al Creador del Génesis equiparado al Diablo; el desprecio de Moises y de la Ley; el descrédito, más o menos general, de Juan Bautista y de la Virgen María, las cristología docetista y el rechazo, o la interpretación puramente simbólica, de los milagros de Jesús; la crítica de la Iglesia ortodoxa o romana y de su clero, el desprecio o el uso sacrílego de sus sacramentos, la condena del culto a la Virgen, a los Santos, a las reliquias, a las imágenes y a la Cruz; la reprobación del casamiento y la procreación, de la alimentación animal y todo cuanto proviene del coito (huevos, leche, queso, así como carne); la creencia en el carácter diabólico de la concepción; el ascetismo llevado a un grado extremo; la pretensión de ser, en contraste con la Iglesia del Demonio, “buenos cristianos” (khristianoï kaloï, boni christiani), verdaderos discípulos del puro ideal evangélico y ofreciendo la apariencia de monjes humildes, condescendientes…"

Saludos,

Juan Almirall


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