lunes, 28 de diciembre de 2009

HISTORIA DE LA FRANCMASONERIA Y SU INFLUENCIA EN EL PENSAMIENTO OCCIDENTAL (PARTE I)

En los próximos artículos nos gustaría intentar dar respuesta a la pregunta siguiente: ¿Cómo es posible que de la cosmovisión del siglo XVII, todavía muy influenciada por el pensamiento mágico del Renacimiento, la humanidad pasara a la cosmovisión realista y materialista del siglo XIX? Sin duda, esta pregunta tiene muchas posibles respuestas. Pero nosotros queremos intentar introducir un elemento más al debate, que a menudo pasa desapercibido, dado que es un elemento extraño, no suficientemente estudiado, porque presenta evidentes dificultades. Este elemento no es otra cosa que la Francmasonería del Siglo de las Luces, y su influencia en la Ilustración.

Nos parece que una propuesta de dar respuesta a nuestra pregunta que no contemple este fenómeno histórico, sus motivos e intenciones, siempre será una respuesta incompleta. Dado que, el siglo XVIII es el siglo de la Francmasonería, es el siglo donde esta institución jugará un papel decisivo en la historia de la humanidad, y si bien, siguió teniendo una gran influencia en siglos posteriores, en nuestra opinión, la importancia que tuvo la Hermandad de Francmasones, como un canal de difusión de nuevas ideas, no es comparable, con el rol que jugó en los siglos siguientes. Pues en el siglo XVIII las grandes ideas que desplazaron el pensamiento de la humanidad, desde las doctrinas medievales escolásticas hacia una revolución científica y social, que determina el mundo moderno, todas ellas, circularon por las logias de la Hermandad.

El siglo XVII es el siglo de los grandes filósofos y científicos que trabajan de forma individual. Descartes, Leibniz, Hume, y sobre todo Spinoza en el campo de la ciencia: Kepler, Galileo, Newton. El paradigma cosmológico ha cambiado, el mundo ya no es como lo concebían los medievales, la revolución científica está en marcha. Muchos príncipes ilustrados alemanes invitan a sus cortes a los filósofos y científicos copernicanos. El sol está en el centro del Universo, aunque esta es una idea de los sabios y eruditos europeos, todavía no ha sido asumida por la mayoría. Esta será la tarea de la Ilustración.

A principios del siglo XVII, concretamente en el año 1614, se publica en Alemania, en la imprenta del Landgrave de Kassel-Hesse, un príncipe protestante, una obra singular: la Fama Fraternitatis de la Orden Rosacruz. En esta obra los sabios de una Orden legendaria hacen una llamada a todos los científicos y filósofos de Europa, para unirse, agrupándose en una sociedad universal y compartir sus conocimientos. Esta será una invitación que no dejará indiferente a ningún filósofo europeo. Cuatrocientas respuestas dieron los eruditos de toda Europa a la Fama de los Rosacruces, unas positivas y otras negativas. Europa estaba dividida.

Cuatro años más tarde, en 1618, comienza la Guerra de los Treinta Años, que enfrenta a la muy católica Casa Imperial de los Habsburgo contra los Estados alemanes reformados, que además habían sido más receptivos a la llamada de la Orden Rosacruz. El Palatinado del Rin, con su magnífica capital Heidelberg, Kassel-Hesse, Württemberg. Sin embargo, no encontramos realmente en todo el siglo XVII testimonio de ninguna Sociedad u Orden Rosacruz, que así se denominara. Lo que sí que se dieron fueron algunos círculos de filósofos y científicos, que se unieron bajo la forma de sociedades, bien místico-cristianas, como la Sociedad Macaria de Comenius y Hartlib, bien de científicos, como el Invissible College de Robert Boyle y otros, que pasaría a ser la Royal Society, todas ellas respondiendo a la llamada de los Rosacruces.

En Inglaterra y Escocia, donde la Guerra de los Treinta Años no había penetrado, los científicos inspirados por la Fama encontraron un lugar pacífico y adecuado para asociarse, y algunos de ellos entraron a formar parte de las antiguas cofradías de constructores de catedrales, en aquel momento poco “operativas”, pero que seguían conservando ciertos ritos de iniciación y símbolos corporativos, en lo que se llamaban las Logias. Existen pocos testimonios de ello, pero tal vez el más importante sea el caso de Elias Ashmole, político, anticuario y alquimista británico, que testimonia en su diario la pertenencia a una Logia de Warrington en el Condado de Lancashire. Ashmole también había publicado una respuesta a la noble Orden de la Rosacruz, en la que pedía su ingreso.

A grandes rasgos, las ideas que se propagaban en esta época, eran básicamente las siguientes: la negación cartesiana de la existencia de fuerzas invisibles en la Naturaleza, idea demoledora para el pensamiento mágico del Renacimiento, la cosmología heliocentrista de Copérnico, reelaborada por Kepler y Galileo, el paradigma matemático de una ley física universal formulada matemáticamente, las ideas infinitistas de Giordano Bruno recogidas por Spinoza, y su doctrina monista de una única sustancia: la Naturaleza con atributos divinos, y la necesidad de formar sociedades científicas, y comunidades reformistas de todos los ámbitos sociales, en el campo de la educación con Comenius, y también en lo social. En el campo de la religión la Reforma protestante ya se había producido.

Todas estas ideas son propagadas en el siglo XVII principalmente por individuos, y con el terrible problema de una guerra que está desolando Europa, mermando todo el capital humano. Tras la Guerra de los Treinta Años, a mediados de siglo, Europa renacerá de sus cenizas. Y será gracias a la Ilustración que estas ideas se propagarán, ya no de forma individual, sino por todo el pueblo, gracias a los ideales morales y pedagógicos de los ilustrados del siglo XVIII, educar a la masa será el principal objetivo de estos reformistas en el campo de lo social. Cien años llevará a los ilustrados desmantelar el feudalismo y sus supersticiones, que sumían en la miseria cultural a la gran masa.

En esta tarea de educación de la masa, juega un papel definitivo, tal como veremos, la Hermandad Universal de los Francmasones. Filósofos, científicos, artistas, mentes ilustradas, se darán cita en una Sociedad Universal, y propagarán por sus venas sus ideales de profunda reforma de la sociedad, la cultura y todos los campos del saber.

Juan Almirall

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