lunes, 13 de diciembre de 2010

Relaciones entre filosofía griega y cristianismo antiguo

Queremos publicar en este post una pequeña muestra, una pequeña aportación de las muchas posibles, que consideramos, no obstante, de interés para el estudio comparativo de la filosofía neoplatónica y el cristianismo. Se trata de un fragmento del tratado de Porfirio “Sobre el precepto: conócete a ti mismo”, extractos I y IV conservado por Estobeo en su Florilegium y otro de una homilía de Basilio el Grande del mismo título.

“Como descendiendo aquí abajo somos revestidos con el hombre exterior y que caemos en el error de creer que lo que vemos de nosotros somos nosotros mismos, el precepto conócete a ti mismo viene a propósito para dar a conocer qué facultades constituyen nuestra esencia… Platón tiene razón al recomendarnos en el Filebo que nos separemos de lo que nos rodea y nos es ajeno, a fin de conocernos a nosotros mismos a fondo, para saberlo que es el hombre inmortal y lo que es el hombre exterior, imagen del primero, y aquello que pertenece a cada uno de ellos. Al hombre interior pertenece la inteligencia perfecta, la cual constituye el hombre mismo, del cual somos la imagen. Al hombre exterior pertenece el cuerpo con los bienes que le conciernen. Es necesario conocer cuáles son las facultades propias de cada uno de estos dos hombres y qué cuidados conviene dedicar a cada uno de ellos, para no preferir la parte mortal y terrestre a la parte inmortal y volverse así objeto de risa y piedad en la tragedia y la comedia de esta vida sin sentido; enfin, para no conceder a la parte inmortal la bajeza de la parte mortal y venir a ser miserables e injustos por ignorancia de aquello que debemos a cada una de estas dos partes”

A continuación el texto de Basilio de Cesarea:

“Examina quién eres y conoce tu naturaleza. Sabe que tu cuerpo es mortal y tu alma inmortal; sabe también que hay en nosotros dos vidas, la una propia al cuerpo y pasajera, la otra esencial al alma y sin límite. Obsérvate tú mismo, es decir, no te unas a las cosas mortales como si fuesen inmortales, y no desprecies las cosas eternas como si fuesen perecederas. Desdeña la carne: pues es perecedera. Ayuda a tu alma: pues es inmortal. Obsérvate con la mayor atención con el fin de conceder a la carne y al alma lo que conviene a cada una de ellas: a la carne el alimento y el vestido, al alma los principios de piedad, de dulces costumbres, la práctica de la virtud y la represión de las pasiones.”

Saludos cordiales de Jesús Rodríguez

2 comentarios:

Juan Almirall dijo...

Hombre Jesús, que alegría y que sorpresa, un texto de Porfirio!!!

Juan Almirall Arnal dijo...

Je,je... a ver si empezamos otra vez con cosas frescas