viernes, 12 de julio de 2013

LOS SYMBOLA DE JAMBLICO, POR JUAN ALMIRALL




Los symbola que recibían los acusmáticos: La filosofía de los acusmáticos consiste en sentencias indemostrables y sin argumentación: “así deben practicarse”. Y las demás, que fueron pronunciadas por él, intentan conservarlas como enseñanzas divinas. Y no pretenden hablar por sí mismos ni que se deba hablar, sino que asumen que, entre ellos, los que posean mayor número de sentencias están mejor dotados para la sabiduría. Todas las sentencias así llamadas se dividen en tres clases: la primera, en efecto, corresponde a la pregunta “¿Qué es?” (tí esti), la segunda “¿Qué es en más alto grado?” (tà dè tí málista), la tercera “¿Qué se debe hacer o no hacer?” (tà dè tí deî práttein ê mê práttein). Tales eran, pues, las sentencias, como, por ejemplo, de la primera clase, “¿Qué son las islas de los bienaventurados?, el sol y la Luna”, “¿Qué es el oráculo de Delfos? La tetratkýs”; “¿Qué es exactamente la armonía de las Sirenas?”. En cuanto a las de “¿Qué es en más alto grado?”, por ejemplo, “¿Qué es lo más justo? Hacer sacrificios”; “¿Qué es lo más sabio? El número y, en segundo lugar, lo que pone denominaciones a las cosas”. Así: “¿Qué es lo más sabio entre nosotros? La medicina.”; “¿Qué es lo más bello? La armonía”; “¿Qué es lo más poderoso? El pensamiento (gnômê)”. “¿Qué es lo más valioso? La felicidad”. “¿Cuál es el dicho más verdadero? Que los hombres son malvados” (…) Éstas y otras de este tipo son las sentencias de esta segunda categoría. En efecto, cada una de ellas responde especialmente al modelo “¿Qué es en más alto grado?”. Y esta sabiduría es la misma que la llamada de los siete sabios. Pues tampoco aquéllos investigaban qué es el bien, sino qué lo es especialmente (…) En cuanto a las sentencias del tercer tipo que plantean “qué se debe hacer o no se debe hacer” son de esta clase. Por ejemplo, “Es necesario procrear” (pues hay que dejar en nuestro lugar cuidadores de la divinidad) o “Es necesario, en primer lugar, calzarse el pie derecho” o bien “No hay que caminar por los caminos que transita la gente”, “Ni meter la mano en un recipiente de agua lustral”,  “Ni bañarse en un baño público”. En todos estos casos, en efecto, no se sabe si los usuarios comunes son puros.” (V.P. 82 – 83).
Más adelante Jámblico comentará que el sistema de enseñanza más frecuente de los pitagóricos era el de los símbolos, haciendo una clara alusión a las prácticas sagradas de los egipcios. Estos sýmbola son también parte de la enseñanza egipcia. Además de los jeroglíficos sagrados, los sýmbola son sentencias que determinan, sin mucho razonamiento, forma de actuar con respecto a lo divino, y esto es un rasgo importante y destacable de este tipo de enseñanzas. Se tratan todas ellas de prescripciones religiosas, sobre pureza, y sobre los misterios de la religión, en un sentido amplio. Piénsese que Jámblico vive la época final del paganismo, caracterizada por un gran sincretismo religioso, y por tanto, rescata distintas prescripciones de diferentes tradiciones y costumbres religiosas.
En el Protréptico, a partir del capítulo 21 y hasta el final, se dedica a comentar y explicar treinta y nueve símbolos, como los que ha ido citando en los capítulos 82 a 86 de la V.P., por lo que debían tener una gran importancia en la propuesta sobre el modo de vida de los pitagóricos, y su admirada piedad. Sin embargo, más parecen una serie de reglas y votos propios de la religiosidad egipcia, que como reconoce Jámblico estaba basada en estos símbolos. Como todas las sociedades secretas, los pitagóricos guardaban un riguroso silencio sobre los misterios divinos que aprendían en la escuela, y “emplearon modos secretos para los no iniciados y encubrieron con símbolos sus conversaciones y escritos.” (V.P. 104, in fine), los símbolos son también signos de reconocimiento entre los miembros de la secta.
Y si, al seleccionar los símbolos en sí, no se descubrieran y se explicaran con una exposición irreprochable, su lectura, a los que la abordan, parecería ridícula y cuanto de viejas, llena de vaciedad y garrulería. Sin embargo, cada vez que se aclaran estos símbolos, a tenor de sus características, y se hacen visibles y accesibles a la mayoría en lugar de oscuros, se asemejan a los presagios y oráculos de Apolo Pitio, puesto que descubren un pensamiento admirable e infunden un espíritu divino a los estudiosos que los han comprendido.[1], la relación con los oráculos nos demuestra la verdadera naturaleza de estos símbolos pitagóricos, se trata de sentencias para meditarlas, imágenes simbólicas de gran profundidad, que permiten una relación con lo espiritual por el hecho de romper el esquema mental cotidiano, es una puerta a otra manera de pensar, un pensamiento imaginativo e intuitivo, en el que el discurso no tiene ningún valor, son las imágenes e intuiciones que provoca el símbolo lo que verdaderamente importa. Esto introduce a estos symbola pitagóricos en la tradición mágica de los jeroglíficos, o las imágenes alquímicas.
De hecho el segundo libro de la Synagogé tiene por objeto introducirnos en el universo simbólico de los symbola, el capítulo 21 es el más largo, y en él se hace un detallado y amplio comentario de algunos símbolos.



[1] Cf. Prot. 21, 4: “Y si no se seleccionaran los símbolos, se desplegaran y se les aplicara una exégesis rigurosa, parecerían, a los que leyeran su contenido, ridículos y propios de viejas, llenos de palabrería y verborrea. Así, pues, para que las palabras queden al descubierto y resulte evidente su utilidad para la exhortación, aportaremos las soluciones, tanto para los de fuera como para los de la secta, de cada uno de los símbolos, sin dejar de explicar los que eran secretos y los que no se podría revelar a los no iniciados.” Por las constantes alusiones, los pitagóricos ya debían ser muy conscientes de la carencia de sentido y el carácter algo mojigato de los símbolos, para el común de los profanos.

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