sábado, 4 de abril de 2009

¿Un dios de la Filosofía y un Dios de la Religión?

Curioseando en los blogs que se dedican a análogos menesteres, nos topamos con uno en el que se preguntaban: "¿porqué el dios (con minúscula) de la Filosofía no puede ser el Dios (con mayúscula) de la Religión?" En nuestra humilde opinión, esto es una simplificación un tanto tendenciosa. Nosotros formularíamos la pregunta de manera diferente: "¿Qué diferencias hay entre el dios de la Filosofía y el Dios de la Religión?" Así nos parece algo más interesante. Las primeras versiones de la Torah nos presentaban al Dios del Génesis, realmente, demasiado personalizado, paseando por los jardines del Paraíso y hablando con Adán y los Patriarcas de Israel, de forma muy similar a como nos describía Homero las relaciones de Ulises con Atenea. Sin embargo, en el Templo de Jerusalén no había una imagen del Dios de las Escrituras, no había estatuas como en los Templos paganos. Ahora bien, el servicio religioso en el Templo era prácticamente idéntico al servicio religioso que se realizaba en cualquier Templo pagano, se sacrificaban animales, se perfumaban con incienso los recintos sagrado, se hacían donativos, etc. Por tanto, el Dios del pueblo judío básicamente no se diferenciaba de los restantes dioses, más que en su exclusividad, es decir, era el único Dios que tenían los judíos, y además carencia de estatua. Así comenzó la cosa.


Luego vinieron los filósofos, y fueron los primeros que hablaron de dioses metafísicos, que en realidad eran de naturaleza intelectual. Para Pitágoras los dioses son Números, para Parménides es el Ser, para Platón son las Ideas, para Aristóteles el Intelecto que se piensa a sí mismo, para Plotino el Uno. Todos estos dioses filosóficos son trascendentes, trascienden la visión de dios que tenían las religiones, incluida el Judaismo. Ahora bien, los judíos fueron más listos, y cuando la Torah fue traducida al griego (en torno al siglo III en Alejandría), introdujeron ciertos cambios, que daban a su Dios cierta trascendencia, pero aquí empezaron los líos. Pues la traducción griega de la Biblia se llenó de contradicciones, un Dios que, por un lado, pasea por el Paraíso, pero que luego era el Ser, y de él emana la Sabiduría. Las adaptaciones a la nueva espiritualidad de los filósofos produjeron muchas dificultades. Y en medio de estas dificultades apareció Pablo de Tarso, con su Mesias, que conduce al Padre y que deja a las Iglesias (comunidades) su Espíritu, en fin, para liarla más.

El Dios Padre de los Evangelios parece coincidir con el Dios del Antiguo Testamento, lo que permitía a los Cristianos dar caché a su nueva divinidad, de la que se mofaban los paganos, que ya habían reelaborado sus doctrinas religiosas: los maestros platónicos y neoplatónicos, reinventaron la religión pagana, la dotaron de trascendencia, de dioses de todos los órdenes y planos sutiles, anímicos e intelectuales, realmente crearon una religión muy sofisticada, con un Dios archi trascendente, el Uno, fue la Religión más perfecta que ha tenido Occidente. Esta religión era tan sofisticada y perfecta, tanto desde el punto de vista de la fe como de la razón, que los teólogos cristianos no pudieron resistirse, y copiaron como locos infinidad de ideas. Y mientras unos copiaban, otros intentaban ridiculizar y desacreditar a los paganos y sus confusas y sofisticadas creencias. Pero no fue, sino, hasta que Constantino convierte al Cristianismo en la Religión oficial del Imperio, que se comenzaron a decir verdaderas barbaridades, como la cosubstancialdiad de las hipóstasis de la Trinidad, que demostraba la falta de experiencia religiosa, por un lado, y la pobreza intelectual de los teólogos cristianos, por otro. De la copia se pasó a la persecución, aunque no dejaron de prestar atención a los últimos grandes teólogos paganos, como Proclo de Licia, Damascio o Simplicio. Hasta que los cristianos católicos se quedaron solos, en el Imperio ya no habían otras religiones ni más opositores, bueno, salvo algunos los heterodoxos cristianos que iban saliendo a cada paso que se daba en dirección hacia el dogma.

Con esta breve explicación queremos mostrar que realmente los que inventaron la teología fueron los filósofos, Aristóteles para ser más precisos. Quienes definieron a Dios como Intelecto Puro y Simple, como Unidad, como Ser, como Bien, fueron los filósofos. El dios del Antiguo Testamento era un dios mitológico. Quienes describieron el cosmos y todos los órdenes de seres y potencias angelicales fueron los filósofos paganos, luego los cristianos les copiaron. De hecho el verdadero fundador del Cristianismo, fue Pablo de Tarso, que vertió en sus cartas las doctrinas de la Escuela de los Fariseos, una Escuela muy próxima al Estoicismo, con una visión más universal, pero propia de la cultura helenística. De manera que podemos concluir que el Dios trascendente de las religiones occidentales, tanto del Judaísmo, como del Cristianismo, como del Islam, es un préstamo de la Filosofía, que es su verdadera creadora.

Juan Almirall

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